sábado, 18 de octubre de 2014

RICHARD CASANOVA, LA REBELION DE LOS CUERVOS

Quitarle la vida a un ser humano es una atrocidad pero si además lo hacen con saña y le sacan los ojos a la víctima, el acto revela la más oscura perversión, es una monstruosidad que expresa la crueldad sin límites que se inspira en las bajas pasiones. La historia y la mitología registran espeluznantes episodios que revelan la depravación del poder, basta recordar a Sedequías –último Rey de Judá- a cuyos hijos les sacaron los ojos y fueron degollados en su presencia.  O a Sansón, a quien los filisteos dejaron sin ojos y lo humillaron, luego de la traición de Dalila. O a Santa Lucía, patrona de los ciegos precisamente porque le sacaron los ojos para torturarla.

La civilización no ha logrado aún superar a la barbarie. En nuestros tiempos seguimos viendo crímenes espantosos: hace poco una mujer le sacó los ojos a su hijo de 5 años en un ritual satánico.  Y cuando la muerte está asociada al fanatismo o a las perversiones del poder, cuando se inspira en la venganza y el odio desenfrenado, la extracción ocular es un mensaje para amedrentar a otros y comunicarles el alto precio que pagó la víctima por sus actos.  Es un recado de fácil comprensión ¿acaso no decimos “en esa tienda te sacan los ojos” o “eso cuesta un ojo de la cara” cuando el precio es exorbitante?   En este punto vale preguntarse ¿Será casual que Robert Serra y Eliecer Oteyza fueron asesinados con encono y a ambos les sacaron los ojos?  ¿Para quién o quienes era ese mensaje? ¿Qué hicieron para pagar ese precio? ¿Cuál es el significado de propinarle más de 30 disparos a José Odremán?  Es claro que el mensaje no era para la oposición y quizás ello explique porque algunos colectivos armados se han declarado en “pié de guerra”.

¿Contra quién es la guerra? Esos colectivos saben perfectamente bien quien ha asesinado a los suyos y el gobierno sabe también a quienes han asesinado ellos. Es decir, la oposición no tiene velas en ese entierro y acusar a los paramilitares es simplemente ridículo, los homicidas en todos los casos eran escoltas y/o tenían credenciales policiales.   Incluso, poco antes de ser acribillado, Odremán responsabilizó al Ministro Rodríguez Torres -a la sazón- subalterno de Nicolás Maduro y compinche de Diosdado Cabello.  De pronto, uno se pregunta ¿en manos de quien está la seguridad de los venezolanos? Es natural que en ciertos círculos de nuestras FAN exista preocupación por un eventual desenlace que amenace la paz y la institucionalidad de la República.  Esta situación enciende las alarmas en la sociedad democrática y alerta a otros países que saben el costo de alentar a grupos irregulares para enfrentar a otros.  En Colombia –por ejemplo- el ELN y las Autodefensas Unidas nacieron ante la mirada complaciente del Estado, luego se hicieron incontrolables y coprotagonizaron con las FARC esa dolorosa historia de violencia política y narcotráfico que ha azotado a esa Nación durante décadas, con un saldo de víctimas desolador.  En Venezuela, es ahora cuando el gobierno siente las consecuencias de “criar cuervos”...  Es hora de exigirle honestidad y responsabilidad, aunque sea “pedir peras al olmo”.

Richard Casanova
richcasanova@gmail.com
@richcasanova

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