¿Resignación? Una palabra con la que suelen consolarnos cuando “ya
no queda más remedio”. Cuando la pérdida será inminente. Nos resignamos cuando
perdemos a nuestros seres amados. Nos resignamos cuando nos separamos de
nuestros hijos, quienes deciden marcharse porque el futuro que les depara
Venezuela es aterrador. Una palabra, si se quiere, injusta para quienes la
reciben como consuelo en momentos aciagos. ¿No será acaso nuestro exceso de
resignación lo que le ha dado fuerzas a este régimen que suma un importante
prontuario de abusos y atropellos?...es probable. ¿Y a alguien le importa? ¿A
quién le importa?
El diario Tal Cual, en su dolorosa cuenta regresiva, nos anuncia
que le quedan menos de 7 sietes días de papel para imprimir. ¿Qué va a pasar
cuando deje de circular? ¿Nos lamentaremos y después, tan sólo nos resignaremos
a que, una vez más, el régimen sigue forzando el cierre de medios de
comunicación que valientemente se le oponen? Porque así ocurrió con RCTV.
Chávez, con el cuento del vencimiento de la concesión, la cerró porque el canal
le era incómodo a sus intereses. Y a todos nos dolió; pero, ¿qué ha ocurrido a
la fecha? Estamos resignados a que ahora, donde otrora sintonizábamos a la
emblemática Radio Caracas Televisión, está ese bodrio –que ni ellos ven-
llamado Tves. Forzar el cierre o desaparición de los medios que son incómodos
-o doblegarlos, a punta de realazos, a cambiar su línea editorial- es parte de
la estrategia con la que han logrado su hegemonía comunicacional. En Venezuela
se lee, se ve o se escuchan las noticias que el gobierno quiere dar. ¡Cómo nos
cuesta a los comunicadores sociales, que no somos gobierneros, luchar contra
este teatro de la falsedad! El gobierno pretende imponer sus mentiras que, de
tanto repetirlas, esperan que todos nos traguemos. Ocultar la realidad de un
país que muere de mengua, atacado por la desidia, la corrupción, la indolencia
y el hambre de poder. ¿Y qué hacemos al respecto? ¿Acaso nos importa?
Hace poco rescaté un documento que circuló en el marco del Foro de
Promoción Democrática Continental, celebrado enero de este año. El ponente
hacía referencia al libro “1984” escrito por Orwell en el año 1947. El libro,
como muchos de ustedes sabrán, se ha considerado un tanto profético por cuanto
describe a las sociedades que actúan de manera
totalitaria y represora como las representadas en la novela. En
Venezuela vivimos este modelo orwelliano, sin duda, que se basa en tres
premisas básicas: la escasez como medio de control, el gobierno ejercido por
una oligarquía que no quiere ser desplazada del poder y la manipulación del
lenguaje con la intención de ir hacia los sentimientos; pero, con mensajes
basados en la mentira… Sin duda: Orwell fue visionario. ¿O es que acaso esto no
es lo que vivimos actualmente en el país?
Estamos padeciendo las mutaciones del antiguo socialismo, y se evidencia en las tres manipulaciones del lenguaje expresados en el modelo orwelliano. El primero de ellos es el que asegura que “la guerra es la paz”, donde se hace uso de la mentira de manera desvergonzada. Es evidente que, sin el uso sistemático de la violencia, las dictaduras no pueden subsistir. La segunda manipulación de estos gobiernos es asegurar que la miseria es la justicia de los pobres; pero, insistiendo en culpar de todos los males económicos al capitalismo. Con eso disfrazan el fracaso de la gestión. Las riquezas que ostentan los nuevos ricos no vienen de la libre competencia, sino de la cercanía que se tenga al sistema político. Y por último, las tinieblas son la luz porque, donde no hay acceso a la verdad, hay un caldo de cultivo favorable para que florezca el socialismo totalitario.
El régimen se empeña en imponer “su verdad”, que no es más que una
mentira inmensa con la pretenden mantenerse en el poder. Todo lo que atente
contra “su verdad” es una amenaza que debe dejar de existir. Y lo están
logrando: han comprado periódicos, han cerrado canales de televisión, se han
apoderado de señales radiales. Apenas toman control de los medios de
comunicación, comienza a publicarse una
realidad que sólo existe en el laboratorio informativo del gobierno. Por eso,
Tal Cual tiene los días contados. El régimen ya emitió su sentencia y espera
que se cumpla a como dé lugar. Se cansaron de imponerles multas cuantiosas que,
con muchísimo esfuerzo, la gente de Tal Cual ha logrado reunir y honrar. Ahora
se afincan con lo que verdaderamente los hará dejar de circular: a Tal Cual se
le acaba el papel e imagino al régimen presionando con cerrar a quienes se les
ocurra solidarizarse con el periódico que ellos ya condenaron a muerte. Los
medios de comunicación en el país no tienen dolientes porque los venezolanos
hemos perdido la capacidad de defendernos a nosotros mismos, ante un Estado
todopoderoso que hace lo que le da la gana. El cierre – o la compra- de los
medios es como cuando se nos muere un conocido: vamos al velorio, acompañamos a
los familiares al entierro y quizá, de vez en cuando le llevemos flores al
cementerio porque lo recordamos con cierta nostalgia. Pero, hasta allí. Hoy es
Tal Cual el que tiene los días contados. ¿Nos vamos a resignar, una vez más, a
que el gobierno logre callar una voz disidente? El ensañamiento es contra la
libertad de expresión, ¡qué es de todos! No permitamos que un día el régimen
nos prohíba, incluso, pensar. Allí ya será tarde…entonces ¿A quién le
importará?
José Domingo Blanco (Mingo)
mingo.blanco@gmail.com
@mingo_1
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