Casi desde el comienzo de este régimen se ha
instaurado una modalidad nefasta para el manejo de la cosa pública. Se trata
pura y simplemente de rotar en las ubres de la dispensadora de cargos del
gobierno, léase gabinete, a una serie de individualidades que ostentan como
único atributo el de ser toderos, es decir, saben de todo pero no saben de
nada. Por esta simple, cínica y única razón es que la nación se encuentra
sumergida en la peor crisis existencial que haya conocido.
Venezuela es la excepción de la premisa anterior. Saludable en cualquier tipo de régimen, cuya orientación ideológica sea socialista, social demócrata, demócrata cristiano, liberal etc. Padecemos la humillación constante de que los funcionarios que fracasan en su cometido sean ratificados, o reciclados en otros cargos, sin importarle al presidente de turno su capacidad y competencia para el desempeño de sus atribuciones.
Un funcionario de tercera categoría en la
industria petrolera es ascendido a la presidencia de PDVSA y al gabinete, donde
deja en estado agónico a la primera y en inmovilismo al segundo, para luego ser
designado canciller cuya virtud es ser solo “rojo rojito” y sin poseer tampoco
estudios, vocación, ni capacidad alguna que le permita emular a Talleyrand,
Gromyco o Kissinger, de acuerdo a sus preferencias diplomáticas, si es que las
tiene. A los burócratas derrotados en contiendas electorales se les crea para
su uso, goce y abuso, nuevas instituciones destinadas a socavar aquellas
existentes con rango constitucional. La instauración de Fundamiranda y del
gobierno de la llamada Región Capital, es la cabal demostración de la
aplicación de esta aberrante conducta cuyo único propósito es torpedear el
trabajo del gobernador y alcalde metropolitano respectivamente.
La ministra de información, quien no sabe de
hidráulica ni de comunicación, viene cuesta abajo en la rodada, como dice el
viejo tango, por sus estruendosos fracasos como titular del ambiente. El Guaire
no pudo ni podrá ser utilizado como balneario. Recuerdo aún con estupor la
promesa de Chávez en presencia del presidente de Nicaragua en cadena nacional.
Su fugaz “éxito”, como autoridad única en el gobierno de Caracas consistió en
sustraerle los recursos a la Alcaldía Mayor para dilapidarlos. De las resultas
de su futura comisión destinada a demoler los pocos medios de comunicación
imparciales o críticos, no tengo la menor duda, ya que continuará la pertinaz
campaña hasta silenciarlos definitivamente.
Ya que la fiesta debe continuar, el flamante gobernador del Estado Lara pide, casi de suplica, que se efectúe una nueva reunión con el Consejo Federal de Gobierno y que de manera simultánea se reanude el llamado diálogo entre el gobierno y la oposición organizada. Algunos miembros de la MUD han declarado de manera tímida que el llamado diálogo no debe ser decretado porque le es consustancial a cualquier régimen democrático.
En efecto, así es. La Asamblea Nacional, por ejemplo, es el escenario propicio
para que el diálogo sea practicado de manera espontánea y natural. El problema
radica en que quien la dirige -por su carencia manifiesta de principios
republicanos y democráticos- no solamente lo impide, sino que lo escarnece. Por
ello, la AN actual es inoperante y contra natura, puesto que no legisla, no
controla, ni tampoco hace política civilizada. Como tarareaba el viejo
guarachero cubano “Chacumbele”, se convirtió en un mero apéndice del ejecutivo,
al igual que los restantes poderes públicos venezolanos. Un diputado de AD no
se cansa de pedir diálogo, no recuerda todas las veces que le han tirado la
puerta en sus narices en las pretéritas ocasiones acaecidas. Como en ese
partido ninguna opinión se emite sin el consentimiento de su máxima autoridad,
presumo que en el seno de la MUD se están confrontando opiniones para dialogar
pura y simplemente como estrategia política de ocasión -sin Negociación
Política con mayúsculas- para ejercer de esta manera la satisfacción diletante
de establecer un simple diálogo entre sordos y ganar centimetraje mediático. Lo
mismo solicita un nuevo miembro, al auto excluirse de su partido, de la inmensa
mayoría de independientes. Todos quieren ser parte de ese eufemismo denominado
diálogo que no es otra cosa que un monólogo al alimón entre dos sectores para
obtener dos cosas puntuales: seguir gobernando en el poder ejecutivo con sus
satélites, el poder judicial, CGR, FGR y CNE. Todos al unísono, recubiertos de
dudosa constitucionalidad y legalidad hasta 2019, por un lado, y por el
otro, una migaja de curules en la nueva
AN provenientes del “parto de los montes” derivado de las elecciones
parlamentarias del año que viene, las cuales servirán simplemente de comparsa
útil para apuntalar la distorsión democrática del país ejercida por el gobierno
nacional e inocua para obtener el restablecimiento pleno de la
constitucionalidad y legalidad severamente lesionada.
A los nuevos aspirantes a diputados, de memoria frágil y/o celestinesca -provenientes o no de elecciones primarias- les recuerdo cual ha sido el balance, luego de casi cinco años, de las ejecutorias del pseudo parlamento. Lo acontecido a tres diputados -Aragua, Monagas y Miranda- defenestrados a lo Jalisco. Todos con dictámenes complacientes de la Sala Constitucional y Penal del TSJ; el juicio en curso contra un diputado mirandino y las amenazas de acción penal a incoar a dos parlamentarios electos en representación de Caracas y Estado Carabobo. Contando con la aparente complacencia por parte de la FGR. Sin olvidar que la Sala Electoral del TSJ se encuentra ejercitando discretas sesiones de “boxeo de sombra” y así estar lista para enmendar los entuertos ocasionados por las situaciones contingentes derivadas de los próximos comicios.
José Rafael Avendaño Timaury
cheye@cantv.net
@CheyeJR
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