Durante el siglo XIX vivió Honoré de
Balzac uno de los grandes escritores franceses. Sus primeros años no fueron muy
buenos pero una novela de título “La piel de zapa” lo haría famoso, le abriría
las puertas a la sociedad francesa y a la fortuna económica. Su obra empezó a
viajar por Europa y una baronesa ucraniana tuvo el atrevimiento de escribirle
firmando con el seudónimo de “la extranjera”. Se inició así una intensa
relación epistolar durante muchos años y cuando la baronesa enviudó terminaron
por casarse.
Como todas las obras de Balzac esta
derrocha en finura explicativa. Narra el fantástico cuento de Raphael, un joven
mundano que se arruina en el juego y decide suicidarse tirándose al río Sena.
En su caminata final se encuentra con una tienda de antigüedades y al
recorrerla ve un trozo de cuero con una inscripción en símbolos árabes que
promete complacer a su dueño en lo que desee. Por cada deseo cumplido la piel
se encoje y así va perdiendo su poder.
Pues por respeto a los posibles lectores
de la obra no diré más, pero la usaré como inspiración para este artículo.
Tengo poca duda que a la mente de
millones de venezolanos ha ido a parar las muchas pieles de zapa que cada quien
necesita.
El deseo de tener una familia con unos hijos deslumbrantes y
triunfadores.
Las ganas de tener un trabajo retador y divertido con una
remuneración que nos permita vivir alegres y poder tener un carrito, una
vivienda y viajar de vez en cuando.
La ilusión de tener un país lleno de
posibilidades de futuro, con turistas a montón, científicos creando cosas
nuevas, proyectos de todo tipo en ejecución, artistas en todas las
posibilidades.
Y creo que la piel de zapa la han
cuidado todos, los gobernados y los que gobiernan. No solo en el presente sino en
el pasado cercano. Los venezolanos siempre hemos deseado una patria de orgullo.
Pero el tiempo ha pasado y nuestros
mejores deseos también han ido encogiendo a la piel mágica. Hoy la piel es tan
pequeña que ya no funciona.
Ni siquiera importa ya como llegamos
aquí pero aquí estamos llenos de problemas y faltos de esperanzas para
resolverlos Lo curioso es que al gobierno le parece que su piel le ha
funcionado y tenemos una situación muy buena y de mucho futuro. Por su parte
hay otro inmenso grupo de ciudadanos, que crece cada día, que piensa todo lo
contrario.
Pero ni siquiera el mayor de los
fanatismos puede evitar observar lo malo de nuestros hospitales, de nuestro
sistema de educación, de nuestra economía infame, de una inseguridad ya a
niveles inexplicables, de un país con poco desarrollo, de miles de personas
emigrando cada día y una división propiciada por el mismo gobierno que genera
el odio entre hermanos.
Ya no tenemos la piel de zapa y la
única forma de obtener una nueva es renovar a un gobierno que ha demostrado su
incapacidad.
Y tal vez lo primero por hacer es lo
que dice la bella canción de Neguito: “No quiero ser la mitad, quiero ser la
patria entera”.
Eugenio Montoro
montoroe@yahoo.es
@yugemoto67
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