domingo, 14 de septiembre de 2014

PEDRO RAFAÉL GARCÍA M., DE LAS REALIDADES HISTÓRICAS A LA DEBACLE ECONÓMICA ACTUAL…, PUNTO DE QUIEBRE

Ubicando algunas pistas…

En Venezuela, el Banco Caracas y el Banco de Maracaibo, cuya expresión política era el Partido Conservador, que representaba la clase dominante hasta la Guerra de la Federación. Que también vivía bajo condiciones sencillas, dado el atraso general existente en el país y a la escasez de recursos económicos de aquella época. Basándose en sus vivencias, 

Aguilera describe esa sociedad así:

“Dado el movimiento comercial y la concentración de las     importaciones y exportaciones en solo cinco o seis firmas mercantiles, creeríase que nuestros comerciantes, ya que no como príncipes, vivirían al menos como buenos burgueses; creeríase que debieran tener una quinta, un quitrín, un caballo de regalo; mobiliario artístico, fiestas y expansiones de familia; pero no es así, salvo excepciones que por esta circunstancia son verdaderamente notables, el comerciante venezolano o extranjero vive llorando, su mesa no pasa de sota, caballo y rey, o sean carne frita, caraotas y arroz. Cuando no es este el programa, lo sabe todo el mundo, y es verdad urbana la que testifica que en casa de don fulano se come bien. Pocos de los que aseguran se habrán sentado a esa mesa, mas como en Venezuela todo tiene su leyenda, cuando una de éstas encuentra aceptación, se hace imperecedera. Raro será el  comerciante que no se permita el lujo de tener una cocinera, aunque generalmente, las señoras, las cuñadas y algunas amigas pobres protegidas, hacen el servicio de la casa; y quizás por esto será que los alemanes -los más propensos de los extranjeros a contraer matrimonio- prefieren para esposas hijas del país, con larga familia y sus chisgueticos de sangre negra.7 […] A pesar de tan modesta vida el comerciante se ve a vapores para llevar su modesto presupuesto y tienen que recurrir a medios que repugnan a su conciencia de filisteo: así, ellos prestan al agricultor al 12 ó 18% anual; reciben las cosechas después que el préstamo ha sido en dinero y la otra mitad en especies recargadas con 200 ó 300% y entonces cobra 3% de almacenaje y 5% de comisión; y luego pasan una cuenta-venta en el cual la sisa llega muchas veces, no en todas, a los limites del escándalo.8

 7 Aguilera, Delfín A, Ob, citada, p, 51.
 8 Aguilera, Delfín A, Ob, citada, p, 65.

Las clases medias estaban constituidas de manera heterogénea por artesanos, pequeños comerciantes al detal, campesinos libres, pequeños arrendatarios de tierras, intelectuales y los escasos pequeños industriales, presente en ciudades y en los campos y muy numerosa y depauperada.

La clase obrera, que no pasaba de 50.000 personas en todo el país, desarrollaba su actividad en algunas áreas que denotaban visos de los inicios del incipiente desarrollo industrial, como las empresas de fabricación de hilados y tejidos (Palo Grande en caracas y Branher en Valencia), fábricas de sombreros (Maracaibo, Carora y Caracas), de Velas y jabones, de botellas (Caracas), Cervecerías, Aserraderos, de Pastas italianas, plantas eléctricas para el alumbrado, de Cemento (La Vega en Caracas), Alpargatas (Barquisimeto, etc.), líneas de  tranvías eléctricos urbanos, así como de la red ferroviaria de vías cortas y estrechas que unían a los centros de producción agrícola con los puertos desembarque al exterior, tales como las líneas Caracas-Valencia, Barquisimeto-Tucacas, Valencia-Puerto Cabello, Caracas-La Guaira, Río Chico-Carenero, Estación Táchira-Encontrados, El Vigía-Santa Bárbara, y, la de Motatán-La Ceiba. Esta producción agrícola, desarrollada en los grandes latifundios semi-feudales, estaba asentada en la producción de productos, principalmente, de café y cacao, destinados a la exportación hacia los grandes países industrializados: Inglaterra, Francia y Estados Unidos, financiadas por las grandes casas mercantiles que acaparaban las cosechas para realizar la actividad propia de exportación, las cuales al desarrollar ciertas actividades crediticias, consistentes en mercaderías para el pago de los trabajadores, y en dinero efectivo, se comportaban como bancos y en cierta manera ejercían su dominio sobre la clase de propietarios de la tierra, de origen extranjero: Blohn (Ciudad Bolívar y en toda la República), Boulton (Caracas), Kolster (Puerto Cabello y Valencia), Breuer Möller, Van Diesel Rhode, Bekman, Oliva Rivoli (en Maracaibo), Angeli, De Luca y otros de origen corso asentadas en Carúpano (negociantes de cacao)

Rangel señala al respecto que:

“Eran ellas un pequeño complejo mercantil que iba de la adquisición de la cosecha a la venta de productos extranjeros pasando por las operaciones de crédito. Bodegón para los productos de la comarca que allí encontraban comprador, mostrador de mercancías europeas y banco sui generis, cada casa era una especie de enciclopedia comercial. Pertenecían a un mundo superior por el desarrollo de las ideas, por la novedad de las técnicas, por la fineza de los recursos. Sin proponérselo, esas casas elevaron el nivel cultural en un campo que como el comercio “entraba” por los ojos de toda persona. Casas como Breuer Möller, Van Dissel, Steinvorth fueron factores evidentes de progreso pese al carácter monopólico y las practicas rapaces que no podían eludir dada su jerarquía eminente en la región. Un comercio que se realizaba con Hamburgo, Nueva York, El Havre en relación casi diaria, tenía que ejercer influencias renovadoras en el medio circundante”.

A la situación agrícola descrita y la de las clases sociales, se sumaba el problema de la deuda externa que heredó Cipriano Castro de 189 millones de bolívares, que nos permite afirmar que la situación económica del país estaba caracterizada por una profunda crisis económica derivada de los bajos precios de los artículos de exportación venezolanos y de la contracción del mercado mundial, cuya prolongación incidirá de manera significativa en las sacudidas políticas acaecidas en el país, por la inestabilidad que los efectos de la crisis introducen en todas las relaciones sociales que afectan tanto a los sectores dominantes como de los trabajadores, cuyo cuadro se va a prolongar hasta el año 1914, habida cuenta de la ineficiencia que es característica genético-evolutiva de toda actuación militar en el ejercicio del gobierno. También es menester señalar que Cipriano Castro representaba los intereses de los campesinos ricos y de las clases medias urbanas del estado Táchira, agrupadas en el Partido Liberal Restaurador, que en lo nacional eran los mismos intereses que representaban el Partido Liberal Nacionalista del general José Manuel Hernández, “el Mocho”. Por supuesto, es bien conocida la ley de la política que en un mismo patio no pueden cantar al mismo tiempo dos gallos. 

Por todos aquellos elementos del poder ya descritos, en ese momento, tenía expresiones inimaginables hoy día.

Cipriano Castro había heredado una situación económica caótica a causa de las malas administraciones anteriores, de las guerras civiles y de la crisis económica mundial evidenciada desde 1897. Estaba frente a un cuadro económico grave que se prolongará en el país hasta 1914 (cuando ya el General Café no estaba en el poder y hacía su entrada el General Petróleo a cuya cabeza se enervaba el Cachorro del imperialismo). Sabe, además, que el reto es grande y que sobre él pesa esa sentencia que Cicerón recomendaba en el año 55 a. C.- en la Roma imperial de ese entonces, que había aprendido en el seminario de Pamplona, acerca de lo que debe ser una buena gestión de gobierno, dictada por la lógica común, simple y elemental:

“El presupuesto debe equilibrarse, el Tesoro debe ser reaprovisionado, la deuda pública debe ser disminuida, la arrogancia de los funcionarios públicos debe ser moderada y controlada, y la ayuda a otros países debe eliminarse para que Roma no vaya a la bancarrota. La gente debe aprender nuevamente a trabajar, en lugar de vivir a costa del Estado”.

Como bien lo señala Matos,

“Nuestro país fue, hasta años después de iniciarse la dictadura de Juan Vicente Gómez, un comprador de mercaderías en la naciones industrializadas que equilibraba su balanza comercial con el valor de de la producción agro-pecuaria vendida en los mercados internacionales”.

Si analizamos las Memorias y Cuentas anuales del Banco Central de Venezuela desde esa época hasta el presente veremos que el problema sigue incólume.

El otro problema está vinculado al comercio distribuidor en Venezuela, en materia de bienes producidos en el país (caveros en la mafia del pescado, transportistas en materia de vegetales que actúan bajo el eje pernicioso del Mercado Mayor de Coche o Bolsa de valores de los Alimentos, y MERCABAR de Barquisimeto, como marcador y a de lo que Coche pautó.
Veamos algunas consideraciones para que lo anterior expuesto tenga justificación se instituyen una serie de trabajos, escritos, propuestas, en fin, la base ideológica sobre la que se levanta la praxis imperial. Briceño Iragorri certeramente deja establecida la explicación de ello al condenar el libre comercio.

… el libre comercio tiene excelentes defensores en los tratadistas ingleses y norteamericanos, porque es favorable a los planes del imperialismo.

Una demostración evidente la constituye la teoría formulada por uno de los máximos representantes del neomaltusianismo, William Vogt, quién condena “los intentos de autosuficiencia nacional”, el “movimiento para levantar industrias locales” y la “protección que se da a éstas industrias con barreras arancelarias” . En nuestro país, el autor de marras tendrá en el doctor Arturo Uslar Pietri su más decidido publicista y contemporalizador, tal como se puede apreciar en su libro “De una a otra Venezuela”, dónde las alabanzas se elevan muy en alto por sobre el nivel del intelecto. Pero será Briceño Iragorri quién nos explicará el proceso que va desde la autosuficiencia a la dependencia, en los siguientes términos:

Pero los pueblos antiguos se bastaban a sí mismos. Las ciudades viejas tenían reglado y seguro el nutrimiento. Las ciudades de hoy tienen que comprar fuera de casa sus vituallas. Por ello, nuestra libertad está en extrañas manos.

Precisamente esas extrañas manos precisan de cuatro, las del imperialismo exterior y la de quienes dentro de un país, así lo permiten. De manera insistente se ha dicho que todo imperialismo requiere para implantar su dominación en los países de su periferia, de la colaboración interna; un enclave interno. Así nos lo refiere este católico practicante:

El gran comercio distribuidor, así esté en manos criollas, obra, en último análisis, como mero agente de la industria extranjera y como enemigo potencial de la riqueza vernácula, cuando en guerra de precios impide o detiene la producción de artículos de la tierra.

Ese comercio distribuidor en manos criollas señalado por Briceño Iragorri, lo lleva a definir a la clase dominante en estos términos:

Nuestra infecunda oligarquía, condenada hoy, como consecuencia de su entreguismo, a lisonjea y servir también a los intereses del poder y del capital extranjero  (Le daremos continuidad en una próxima entrega).

Pedro R. Garcia M.
pgpgarcia5@gmail.com

@pgpgarcia5


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