domingo, 7 de septiembre de 2014

MONS. BALTAZAR ENRIQUE PORRAS CARDOZO, ¡PADRE NUESTRO!

El único valor absoluto al que hay que supeditar todo es la revolución. La vida no vale nada, por ello, se persigue, calumnia, tortura y hasta se mata en nombre de la revolución, y todo queda bendecido por el régimen. 

Se investiga el Caracazo pero no se mueve ni un dedo para aclarar y condenar los muchos abusos y muertes que tienen por autores a los que detentan el poder. La fama del que disiente, los bienes materiales o espirituales de personas e instituciones sólo valen si están al servicio de la revolución, de lo contrario recibirá la burla, el escarnio, la condena y la exclusión. 

El que haya que hacer colas para todo, intentar controlar cada vez más a la población para que dependa en todo de las migajas que el gobierno quiera dar, es un dogma intocable. Ejemplos sobran a lo largo de quince años en los que el cambio más doloroso que se ha estado intentando es modificar la escala de valores morales y espirituales de la sociedad venezolana.

La verdad no importa. Si se miente para apoyar la revolución, bienvenida sea la mentira o las medias verdades. Todos los males son producto y consecuencia de los demás. Los únicos corruptos y aprovechados a costillas de los más pobres son los capitalistas o imperialistas, saco de gatos, en el que se mete a todo aquel que no grite viva la revolución.

El respeto de los valores religiosos, sean cristianos o de cualquier otro credo, ha sido una constante a lo largo de siglos, así los dirigentes de turno no profesaran credo alguno o llevaran una vida pública o privada ajena o distante a los preceptos religiosos. Sin embargo, la manipulación y apropiación de lo religioso, fundamentalmente cristiano y/o católico, ha estado presente en este gobierno desde sus inicios. Se invoca a Dios, se citan pasajes de la biblia o del Papa para corroborar que no hay nada más grande que el socialismo del siglo XXI. Jesucristo fue, según ellos, el primer socialista y anticapitalista. Se citan pasajes evangélicos o se retratan con el Papa o con jerarcas religiosos de otras latitudes pero no se recibe, más aún, se denigra permanentemente de los obispos y sacerdotes del país.

Aquí no existen programas sociales sino “misiones”, usurpando una palabra con hondo sentido espiritual. Y los nombres de varias de estas misiones tienen denominaciones que nos elevan al cielo para hacernos pensar lo bueno que son nuestros gobernantes. ¿Podrá entonces parecernos raro que en medio de la profunda crisis que vive el país, los más altos representantes del gobierno se presten a una pantomima, irreverencia y burla, bajo el velo de una reflexión espiritual, parafraseando de forma grosera la oración que reza más de un tercio de la humanidad?

Nuestro Padre Dios es misericordioso y está siempre dispuesto al perdón. El Papa Francisco nos habla de la paciencia que debe acompañar a todo creyente para que se pueda construir un mundo más fraterno y humano. Pero, hay de aquellos que escandalizan a los más pequeños y débiles, más vale les cuelguen una piedra de molino al cuello, para que no sigan haciendo tanto mal. Este abuso del Padre Nuestro es moralmente inaceptable.

Monseñor Baltazar Porras
bepocar@gmail.com
@bepocar

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