domingo, 7 de septiembre de 2014

SIMON GARCIA, LA POLITICA COMO ENGAÑO. EL LUGAR COMÚN,

            Machiavelo instituyó el engaño como un medio tan valioso como la fuerza: “el que vence a un enemigo por medio del engaño merece alabanzas…” Durante el largo cuarto de siglo del proceso, la máxima nos ha sido numerosas veces aplicada y casi siempre logró su objetivo.
           
El aliciente de esos aciertos envició al régimen. El gato por liebre, un recurso deplorable, se legitima cuando se  concibe a la política como una guerra para liquidar enemigos. El infundado lugar común de que en guerra todo es válido, ha llevado primero a separar y odiar a una parte de los venezolanos y después a marginarlos, perseguirlos o encarcelarlos.
            Pero es más abominable cuando el engaño es un sistema de adoctrinamiento inculcado a los propios seguidores. Por allí, comenzó la tragedia del comunismo real, en la URSS y en todo lo que impropiamente se vendió como socialismo. En el arsenal de los Estados autoritarios el engaño junto con la mentira, el secreto y la desinformación constituyen componentes estructurales.
            El engaño manipula nuestros deseos porque nos ofrece lo que necesitamos o lo que queremos que nos digan. La tierra prometida que señalan los populismos de cualquier signo ha demostrado una capacidad de movilización colectiva intensa y poderosa. Por ello no es casual que las primeras piedras diseminadas por el territorio podrían servir para construir un museo nacional del encandilamiento colectivo: fábricas de todo, ferrocarriles a más no caber, navegación fluvial del Apure y el Orinoco, el uso del Guaire como balneario, ciudades modernas, refinerías aquí y afuera, oleoductos cruzando Suramérica, la conquista del espacio, los planes para llegar a ser una potencia y otras burlas descomunales como los gallineros verticales o los horizontales cultivos hidropónicos.
            Al más fiel estilo de las aberraciones denunciadas por Orwell, el pueblo y especialmente los jóvenes crecen en un mundo donde la verdad, aquello que el Estado inculca con toda su fuerza, es la mentira. Pero, siempre se llega al punto donde ya no hay patas (dólares) para sostener el intercambio de promesas por lealtad.
            Estamos en ese punto. El choque con la realidad la viven con dudas y desconciertos quienes albergaron la ilusión de que este régimen ayudaría a los sectores populares a salir de abajo y proporcionaría alimentos, medicinas, trabajo y seguridad. No lo quieren creer y les cuesta admitir que tienen que dar el paso amargo de examinar como una referencia, a lo que tienen años adversando. No es fácil que esa parte de la población inconforme y sin referencia, pueda por sí sola trasladar sus esperanzas. Hay que merecerlo y mientras eso no ocurra, no habrá cambio democrático y progresista.
            Maduro nos puso a descifrar el sacudón. ¿Qué nos importa ahora enfrascarnos en discutir la segunda parte de ese cháchara? No perdamos de vista el fondo del decorado: 1. La pugna dentro de la cúpula es para redistribuirse el poder y prepararse para la sucesión de Maduro, en el momento en la que sea inevitable, 2. Los cambios internos de fuerza sólo difieren, hasta ahora, en la velocidad y en las alianzas transitorias necesarias para imponer el modelo cubano, 3. El plan Ramírez ya se comenzó a aplicar con otro formato y otras figuras. 4. Se terminó el duelo por el proyecto Chávez y su recambio está fracasando estrepitosamente. Sin más imaginación que reencauchar gabinetes y promesas, como lo de los cinco motores; pero ahora en manos de un conductor que nada tiene que envidiarle a Pastor Maldonado.
          Las indecisiones y las malas imitaciones agrietan el apoyo de buena parte de la base popular chavista. El resbalón es buen tema de sabrosa conversación para hacer política en los cafés y bares, en la sala de los hogares, en las esquinas y sobre todo con los amigos que tienen dificultades razonables para cambiar de acera.
            Uno puede dedicarse a observar y comentar. Pero los partidos, las organizaciones civiles democráticas, los ciudadanos que oponen cualquier grado de resistencia a las políticas de este gobierno tienen que montarse en hacer.
            Se ha abierto un momento especial para acumular fuerzas. La economía va a comenzar a pasar sus facturas brutalmente, la política debe hacer que la gente comprendan quien debe pagarla.
Simon Garcia
simongar48@gmail.com
@garciasim

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