El estudio del PDN implica penetrar en los
orígenes del sistema democrático que hoy ha perdido legitimidad. Ahí están los
inicios del modo de organizarse de los partidos y de relacionarse los
militantes con los dirigentes. Más aún, encontramos las raíces de muchos de los
elementos de la “cultura política” actual de los venezolanos.
La
vida del Partido Democrático Nacional entre el 14 de febrero de 1937 y el 21 de
julio de 1941 implica avanzar en el conocimiento sistemático del proceso
político venezolano del siglo 20. Sabemos que la vida real, personal y social
normalmente desborda los esquemas teóricos y sistemáticos. Ese es el caso del
PDN y de las personas que lo encarnan. Su vida tiene raíces y tradición,
historia personal y grupal, antes de 1937 y, a su vez, es semilla que germina
en otros árboles y frutos después de 1941.
El
legado inmediato es Acción Democrática. El PDN desaparece para que aparezca
Acción Democrática. La continuidad entre uno y otro fue subrayada por mucho
tiempo dentro de AD, publicando como Tesis y Programa del partido, la aprobada
en la Conferencia Nacional del PDN de septiembre de 1939. Acción Democrática
siguió utilizando el “Por una Venezuela libre y de los venezolanos”, así como
el apellido “El Partido del Pueblo”, declarándose hija legítima del PDN.
Más aún, Acción Democrática actuando legalmente llevó a cabo lo que fue
imposible al PDN. Se extendió por todo el país, generó una inmensa organización
campesina, revitalizó la vida sindical, reclutó militantes en todos los
sectores sociales y multiplicó su presencia en la vida nacional. La gran
aspiración de tener medios de prensa propios, para difundir el proyecto y las
consignas del Partido del Pueblo, se realizó a través de El País y del
semanario Acción Democrática, bajo la dirección de Valmore Rodríguez. La
práctica heredada del talante pedenista, al darse cuenta de que era imposible
la aprobación del sufragio universal para las elecciones de 1945, lleva a que
la dirigencia de AD entable negociaciones con el Presidente Medina de manera de
asegurar un sucesor que, al igual que en 1941, significara la posibilidad de
seguir ampliando los márgenes de la democracia. La negociación tuvo éxito y se
acordó el apoyo a Diógenes Escalante como candidato a la Presidencia, con el
compromiso de que las próximas elecciones se harían mediante el voto popular.
La enfermedad que elimina la posibilidad de que Escalante fuese elegido
Presidente rompe el equilibrio político que se había logrado y se desemboca en
la Revolución de Octubre.
La
decisión de participar en el golpe del 18 de octubre significa un cambio
importante en el modo de concebir la política y la estrategia de transformación
de las estructuras sociales venezolanas que se inaugura con el PDN. Significa
una separación entre el fin y los medios. Entre la voluntad de conquistar el
poder, razón de ser tanto del PDN como de AD, y el modo primero de obtenerlo y
luego de ejercerlo. La vía de la fuerza estaba aparentemente descartada en el
horizonte pedenista y acciondemocratista hasta la coyuntura en la que Escalante
desaparece como posibilidad de transición negociada.
La
indagación en fuentes primarias, existentes y sin estudiar, como el archivo de
Rómulo Betancourt y otras, posiblemente arroje nuevas luces sobre estos hechos
y permita responder las interrogantes que nos hacemos. Lo mismo puede decirse
de la evaluación del gobierno de la Junta Revolucionaria, presidida por Rómulo
Betancourt entre octubre de 1945 y febrero de 1948. Este gobierno nace del
golpe contra Medina con participación de un sector de jóvenes oficiales de las
Fuerzas Armadas Nacionales, que se sienten también portadores de un proyecto de
modernización para Venezuela y capaces de dirigirlo desde el poder.
Sin embargo, es Acción Democrática la que domina el gobierno con la
intención de iniciar la realización acelerada de su proyecto. Los resonantes
triunfos electorales del Partido del Pueblo en las elecciones de 1946 (Asamblea
Constituyente) y 1947 (Presidente de la República) borran definitivamente el traspiés golpista para
llegar al poder. A fin de cuentas, el pueblo ratificó con su entusiasta
participación electoral y con la enorme mayoría de votos, lo que se afirmaba
desde tiempos del PDN, que si se dejaba votar a la población el gobierno del
Estado estaría en manos del Partido del Pueblo.
Los socios militares del 18 de octubre no pensaron así. Aplicaron el
mismo método el 24 de noviembre de 1948, esta vez sin aliados políticos y
contra Rómulo Gallegos, primer presidente elegido por el voto popular en la historia
republicana de Venezuela, pero responsabilizando a AD y su modo de hacer
política y ejercer el poder. De esa historia, sonsacaremos también muchas
raíces, ya que queda mucha tela por cortar.
Y
no sólo de historia, también de presente. El estudio del PDN implica penetrar
en los orígenes del sistema democrático que hoy ha perdido legitimidad. Ahí
están los inicios del modo de organizarse de los partidos y de relacionarse los
militantes con los dirigentes. Más aún, encontramos las raíces de muchos de los
elementos de la “cultura política” actual de los venezolanos. Su profundización
permitiría rescatar las dimensiones
humanas que la constituyeron, como la íntima vinculación entre ética y
política. También permitiría volver al cauce de la democracia como talante y
camino para encontrar el modo de reconstruir la trama de relaciones de la
sociedad civil, servida de un Estado socialmente productivo. Bebiendo de ese
pozo, tendría mucho que predecir si su comprensión del proceso la lleva a
señalar los caminos posibles, con sus virtudes y defectos. Podría, también,
indicar el camino probable si los cursos de acción existentes se mantienen o se
desvían en una dirección u otra. Toca en este momento histórico no eludir
nuestras responsabilidades frente al descalabro trasnochado con que el chavismo
destroza el presente.
El
surgimiento del PDN, el Partido del Pueblo, fue un proceso complejo que tuvo la
valentía de provocar deslindes ideológicos y políticos para así formular una
doctrina y un programa, partiendo de un amplio diagnóstico de la realidad
venezolana y ofreciendo una idea precisa de la transformación de Venezuela.
Todo se hizo con eficacia desde la vida clandestina. La comprensión del siglo
XX venezolano comienza por la gestación del Partido Democrático Nacional. Sólo
indagando en las raíces del proceso es posible comprender la actual situación
del país, condición necesaria para diseñar el futuro y encontrar el camino para
hacer realidad ese diseño.
Lo
que hemos resumido hasta el momento no son escenarios estáticos ni artificiales
dibujados a la medida. Es la historia confirmada y aún por ahondar de la
"biografía" del PDN, donde se presentan los pedenistas ante una
situación internacional con dos polos de atención: el New Deal norteamericano y
la avasallante presencia del nazismo y el fascismo. El pedenismo entiende,
además, la complejidad incrementada con
la muerte de Gómez y la situación medioeval en que dejó al país. Diversos
movimientos de izquierda latinoamericanos han vuelto sus miradas a las propias
raíces culturales y han descubierto la potencialidad de las fuerzas nacionales
y populares para marchar hacia la democracia, que era como una teoría
impalpable, no existente.
El
desarrollo económico, social y político era una necesidad perentoria; se
requería la creación de un sistema de relaciones interamericanas que impidiera
el excesivo beneficio de los capitales privados extranjeros a expensas del
estancamiento del pueblo. La vida del PDN empieza confrontando al gobierno de
López Contreras, quien el 13 de marzo de 1937 firma el decreto que expulsa del
país a los 47 dirigentes principales de la oposición de izquierda, con el
objetivo de limitar las posibilidades de la corriente pedenista. La
clandestinidad se convierte en la escuela de organización política para el
Partido del Pueblo. Desde allí se peleó para abrir espacios cada vez mayores a
la democracia y constituirse en alternativa de poder.
López Contreras es el "líder" de un Ejército sin cuyo apoyo el
gobierno carece de fundamento. Conviven ahí militares tradicionales del
gomecismo y jóvenes comprometidos con la modernización de la institución. López
tiene clara conciencia del poder de los altos oficiales tradicionales, como se
demostró al designar al General Medina Angarita como candidato por encima de la
proposición de un civil. En su gobierno alternan figuras conservadoras de
tradición gomera con personas progresistas (Alberto Adriani, Héctor Cuenca, José
Rafael Pocaterra, Rómulo Gallegos, Arturo Uslar Pietri, entre otros). El PDN
percibe esa variedad y define su política hacia el gobierno en el sentido de
ahondar las diferencias entre el ala conservadora o reaccionaria y el ala
progresista, de manera tal que el Presidente se sienta inclinado a ensanchar
los espacios democráticos para mantener un amplio apoyo social hacia su
gobierno.
La
situación mundial es un ingrediente que ayuda a esta flexibilización política
del PDN dentro de Venezuela. Las consecuencias en los planos económicos y
políticos de la guerra europea empujan al gobierno a buscar una mayor unidad
nacional. La dirección pedenista decide aceptar una "política de
convivencia" con el gobierno y contribuir en torno a medidas de emergencia
económica que alivien un mayor desmejoramiento de las condiciones de vida para
la mayoría de los venezolanos. La vocación política con que nace el PDN lo
hace, además, tener claro desde el comienzo que la clandestinidad es una etapa
pasajera y que alcanzar la legalización para actuar públicamente es una
condición necesaria para constituir un movimiento social democrático y un
partido popular capaz de conquistar y ejercer el gobierno del Estado. Más aún,
desde la misma clandestinidad logra seguir actuando públicamente a través de la
prensa, las organizaciones legales en que militan pedenistas, las fracciones
municipales y parlamentarias, aprovechando toda ocasión que se presente.
La
capacidad de percibir la complejidad de las situaciones y de actuar con flexibilidad
política fue el fruto de un costoso proceso de aprendizaje personal y
colectivo, como lo evidencian el diálogo entre dirigentes de peso como Rómulo
Betancourt, Valmore Rodríguez, Raúl Leoni, Alejandro Oropeza Castillo y otros,
quienes lucharon también por hacer entender y aceptar a sus propios militantes
la "política de convivencia"; un paciente proceso cuyos frutos son
notables. Así como se hizo todo lo posible para impedir que Medina Angarita
accediera a la Presidencia, posterior e inmediatamente a su acceso se hizo todo
lo posible para establecer relaciones con él y así no suspender el proceso de
democratización. La legalización del Partido del Pueblo, ahora con el nombre de
Acción Democrática, fue un fruto temprano de esta actitud.
El
proceso pedenista muestra el proceso humano de personas concretas en plena
maduración política, con sus dudas, incertidumbres, alegrías y tristezas, en
una trama histórica. El deslinde con los comunistas, en el terreno teórico,
implicó romper con la perspectiva anterior y adquirir una nueva visión de la
realidad; sentirse parte del pueblo venezolano y de su historia, y desde allí
superar los compartimientos estancos aprendidos de otras experiencias. El
pueblo venezolano no se limita a los proletarios, sino que está comprendido por
una vasta diversidad, mestizaje que requería un instrumento político para
representar esa diversidad sin más división que el deseo de transformar a
Venezuela en un país moderno, independiente de toda tutela extranjera. El nacionalismo,
asociado a los orígenes del país independiente, es un importante vínculo entre
la identidad popular y el Partido del Pueblo. Cabe destacar que el deslinde
estuvo signado por la consideración con el adversario, incluso cuando se
establecen posiciones con extrema claridad y firmeza.
De
este conjunto de circunstancias, experiencias personales y colectivas nace el
pedenismo como una manera de entender el proceso histórico venezolano, una
doctrina y un programa para convertir a Venezuela en una sociedad moderna y
democrática, y el PDN como el instrumento organizativo para obtener el poder y
utilizarlo para hacer posible ese proceso.
Fue una gestación progresiva cuya novedad consistió en su identidad
doctrinal y programática y en el tipo de organización que conformó, una
organización partidista que significó la profesionalización de la política, no
como una lucha entre bandos, sino imponiendo la fuerza de vivirla como un
debate de ideas, de alternativas programáticas, en el que triunfa quien mayor
capacidad tenga de convencer al pueblo, es decir, a la diversidad de personas y
sectores que conforman la nación venezolana. La intención no era sustituir el
personalismo por una partidocracia ciega y sorda.
De
la misma manera, el PDN representa en el proceso histórico venezolano una
novedad organizativa. La base del partido quiere ser representativa del pueblo
venezolano. En ese sentido convoca a todos los sectores capaces de
identificarse con su programa y su base teórica. Se incorporan a él aquellas
personas dispuestas al compromiso cotidiano con las tareas necesarias para
conquistar y ejercer el poder. Esas personas se integran a la organización a
través de los "grupos de base"; sus representantes en el Congreso o
Conferencia del Partido deciden las líneas a seguir y eligen a los organismos
encargados de dirigir su realización. Los organismos dirigentes del partido se
ubican a tantos niveles como sea necesaria su acción. Coordinados por un
organismo central nacional (CEN), con sus diferentes secretarías nacionales, se
establecen "comités ejecutivos" regionales, distritales, municipales,
parroquiales, de zona y de sector, encargados de proponer y coordinar la acción
del partido en cada nivel y mantener el flujo de comunicación entre la base y la
dirección partidista.
Someterse a la disciplina interna es una condición perteneciente al
Partido Democrático Nacional. Sin disciplina no puede haber acción efectiva.
Los militantes participan en el proceso de la toma de decisiones directamente en
los grupos de base o por medio de sus representantes en los organismos
intermedios o nacionales. Pero también se comprometen a realizar las
"tareas" que se deduzcan de las decisiones tomadas. A diferencia de
las organizaciones comunistas y de su "centralismo democrático", el
PDN introduce los Tribunales Disciplinarios como organismos especializados para
sancionar a quienes se desvíen de la disciplina partidista. Las condiciones de
clandestinidad en las que se desarrolla la vida pedenista hacen que se extremen
las exigencias disciplinarias, pues además de la efectividad de la acción
política se juegan, día a día, la vida misma de los militantes, de los
dirigentes y de la propia organización.
Alberto Rodriguez Barrera
albrobar@gmail.com
@albrobar
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