viernes, 19 de septiembre de 2014

ALBERTO JIMÉNEZ URE, EL TOTALITARISMO VENEZOLANO ES UN AGUJERO NEGRO

«[…] Los ciudadanos y ciudadanas tienen derecho a ser informados e informadas oportuna y verazmente por la Administración Pública, sobre el estado en las actuaciones en que estén directamente interesados e interesadas, y a conocer las resoluciones definitivas que se adopten sobre el particular. Asimismo, tienen acceso a los registros y archivos administrativos […]» (Art. 143 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, 1999)

Siempre recuerdo los comportamientos y actos protestatarios que caracterizaban a los adherentes de la (zurda) «siniestra» cuando no ejercían el «poder del mando» en Venezuela. Según ellos, luchaban a favor del respeto por las libertades  fundamentales (consagradas en las constituciones nacionales de 1961 y 1999) que hoy premeditada y alevosamente violan en funciones de «Gobierno Totalitario». Me sobrevienen los discursos mediante los cuales exigían «auditorias»  en pro de imponer la «transparencia», en materia Política-Administrativa, en todas las instituciones que conformaban esa ya extinta república. Igual evoco la todavía vigente «Metodología de Lucha Asimétrica» (con la piedra, bomba molotov, fonda  y capucha). Legitimada virtud a tantos y abominables acontecimientos políticos que padecemos, los protestatarios de la actualidad la emplean en la contienda por re-establecer el «Estado de Derecho».
Cierto que abundaban esos instrumentos de combate desigual entre jóvenes estudiantes y «esbirros antimotines». En «Tribulaciones de Radio, Televisión y Multimedia», hoy varios han admitido (desde los altares que edificó el «Pontifex Maximus Facho del Totalitarismo Venezolano») que orgullosos se encapuchaban porque eran «insurgentes» y estaban decididos a provocar una «rebelión cívico-militar» para instaurar un «gobierno revolucionario» que acabase con los estigmas de la «Democracia Representativa»: la corrupción, represión a las protestas, desigualdad social, tráfico de influencias, injerencia del Poder Ejecutivo en el Judicial, cárceles inhumanas, el hostigamiento y asfixia presupuestaria a las universidades autónomas, desapariciones, torturas, la persecución a la disidencia, presos políticos, ataques a los medios de comunicación independientes, el malestar por la Libertad de Expresión y las inadmisibles partidas secretas presidenciales que socavaban las finanzas de la Nación Venezolana.
En el curso de la Década de los Años 80/S. XX, en el Edificio Administrativo de la Universidad de Los Andes, fui testigo cuando irrumpió un contestatario e iracundo grupo de personas: integrado por estudiantes, obreros, empleados  y profesores solicitándole a las autoridades de nuestra Alma Mater que publicasen los «estados financieros» de la institución académica. Según ellos, el Rector, los vicerrectores y el Secretario cometían actos de corrupción al represar los presupuestos en bancos que les pagaban «millonarias comisiones».
Excepto los muy cuestionados protagonistas del suceso que experimentábamos, ninguno de nosotros desestimó esa legítima petición. En su defensa, las autoridades universitarias expresaron que «el carácter autonómico» les impedía hacer público los «estados financieros» de la casa de estudios superiores: lo cual era, indiscutiblemente, falso. 
Empero, en la actualidad, la Tesorería Nacional de Venezuela está en manos de quienes (tras manipular y pervertir al Consejo Nacional Electoral) usurparon funciones de gobierno en nuestro país. Las mujelleras y miasmas al mando de las instituciones judiciales han blindado, por presuntas «Razones de Seguridad y Defensa de la Nación»,  el «Secretismo Administrativo» y permitieron que El Totalitarismo Venezolano se transformara en un «agujero negro» que absorbe todas las riquezas del país. Por exportaciones petroleras y elevadísimos impuestos (no olvidemos al IVA) a esa que fue nuestra «Tesorería Nacional» ingresan miles de millones de próceres impresos cuyo destino nadie conoce porque no publican «estados financieros» (es decir: no «rinden cuentas» a los ciudadanos). 
Las consecuencias ya son inocultables e imposibles de maquillar: Venezuela está arruinada, desabastecida, con ignominiosas fallas en los servicios públicos y tiene sus «llagas administrativas» abiertas ante la perpleja mirada del Mundo. 
Alberto Jimenez Ure
jimenezure@hotmail.com
@jurescritor

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