Después de la reciente visita de Maduro a
Fidel Castro, el “sacudón” anunciado, con bombos y platillos, ha venido siendo
relegado al olvido. El contenido del discurso gubernamental muestra una gran deriva
desde los temas vinculados a las eventuales incipientes correcciones a las
variables macroeconómicas, hacia el establecimiento de más regulaciones a la iniciativa privada y a la creación de
nuevas instancias burocráticas para
el control. Es decir, se dispone
a ejercer un mayor control político, social y económico sobre la ciudadanía.
El país necesita modernizar las estructuras
del Estado, hacer eficiente y mejorar la productividad de las instituciones
públicas y garantizar a la ciudadanía seguridad y un sistema de justicia y
legalidad. El Gobierno desestima irreflexiva e irresponsablemente tal necesidad
y obcecadamente responde con más centralización administrativa y más presencia
del Estado en las actividades económicas; menos autonomía de acción para los
entes públicos y mayor control gubernamental para las actividades privadas Así encontramos:
Centralización y monopolización de las
actividades de importación y exportación (CENCOEX,es adscrito a la
Vicepresidencia de la República con funciones anteriormente atribuidas a otras
dependencias gubernamentales); nuevas prohibiciones a la circulación de
productos de la cesta básica y farmacéuticos;
puesta en práctica de un sistema de racionamiento de alimentos a la
población con tecnología electrónica; amenazas de multas, confiscaciones y
expropiaciones al sector comercio; erradicar del discurso oficial toda
referencia al aumento del precio de los combustibles; obligar a los lugares de
expendio masivo de productos a habilitar un mayor número de cajeros; endurecimiento
del discurso del gobierno para referirse a la oposición, mediante descalificaciones políticas y acusaciones
sin fundamento; introducción en la Asamblea de un proyecto de ley sobre
comunicación social; exhortación a las huestes del PSUV a realizar mayor
control mediático de las redes los medios de comunicación escritos y radiales;
reafirmación política de la vigencia del ineficiente modelo socialista; creación de nuevas
instancias burocráticas para definir y
establecer los términos del
"modelo económico de transición al socialismo" .
En la perorata que pronunció Maduro desde el
teatro “Bolívar “de Caracas, quedó claramente establecido el único objetivo que
persigue es ejercer un mayor control sobre la iniciativa privada para
endilgarle a ésta todos los males y avatares por la que transita y transitará
la economía nacional. En tal sentido, aprobó la creación de nuevas instancias
burocráticas para definir y establecer
los términos del "modelo económico
de transición al socialismo" Dicho Comisión “orquestará las acciones a
favor de frenar las distorsiones que en este momento tiene la economía
nacional”, pero sin admitir que las referidas distorsiones son de la exclusiva
responsabilidad de las erradas políticas instrumentadas por el régimen. Una vez
más, se atribuyen los males de nuestra economía al acaparamiento, especulación
y otras perversas prácticas supuestamente realizadas por lo que queda del
sector privado nacional. Se pretende crear el “chivo expiatorio” para las
dificultades presentes y para las que sobrevendrán por la tozudez suicida de
mantener el modelo estatista que no ha dado resultado positivo alguno en los
tres lustros en que se ha venido aplicando.
De esta manera, el gobierno sepulta la
esperanza que tenían muchos ciudadanos de ver la puesta en práctica de algunos
cambios para mejorar el desenvolvimiento de la economía y consecuentemente su
situación personal.
Maduro reafirmó la “guerra económica”, no a
los corruptos e ineficientes burócratas que medran a su alrededor para lucrarse
ilegalmente, ni a las inconvenientes e
irresponsables políticas que aplica su régimen, ni a las limitaciones
ideológicas y políticas que le impiden realizar las correcciones y ajustes
necesarios; sino a unos supuestos saboteadores, que obviamente no están en el
gobierno. Eso significa que en lo sucesivo, los empresarios y la ciudadanía en
general debemos esperar fuertes ataques de descrédito y represión a nuestras
actividades, más controles burocráticos a la gestión económica, más entornos
adversos para el desempeño empresarial, menos seguridad personal y jurídica,
más deterioro del clima de inversión, más obstáculos para mejorar la productividad,
más incoherencia gubernamental y mayor sobrevaluación monetaria. Es decir, el
caos, la incertidumbre y la desesperanza
Pedro
Luis Echeverria
pedroluis.echeverria33@gmail.com
@PLEcheverria
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