viernes, 29 de agosto de 2014

ENRIQUE PRIETO SILVA, LA SED EN MARGARITA

Desde hace mucho tiempo, los margariteños han estado amenazados por una de las peores tragedias de la humanidad, la falta del agua potable para satisfacer la sed. Siendo recordable la década de los 40’ del siglo pasado, cuando hubo una crisis estacional, que mantuvo no solo la sed, sino una sequía prolongada que puso en jaque la necesidad acuífera en todos sus estados, prolongando muchas veces las penurias y los desafueros por la necesidad creciente del líquido indispensable para la vida. 

Fue entonces, cuando surgió la idea de las represas y de los acueductos, que permitieran solventar la sed. Así se construyó el dique de La Asunción, recipientario de las pocas corrientes de la serranía del Copey, y los diques de El Valle del Espíritu Santo y San Juan Bautista y el primer acueducto submarino entre Las Clavellinas en Sucre y Margarita, que permitieron guardar agua de escorrentía y de lluvia y traer el agua de otros lares. En los primeros, fue fuerte el fenómeno de la evaporación, qua a pesar del reducido y controlado consumo, se hizo deficiente y hasta se propuso la idea de transformarla en un vistoso acuario y centro piscícola de agua dulce, a pesar del magno escenario marítimo que rodea la Isla.
Caso diferente es el de los acueductos submarinos, cuyo margen de vida útil se ha acortado por la indolencia gubernamental en su efectivo mantenimiento. Sin dudas, es preocupante la desidia, toda vez que la reducción del suministro del preciado líquido impiden satisfacer la creciente necesidad que arrojan los procesos sociales que surgen del imperativo incentivo económico y turístico de este polo margariteño. Sin embargo, varias veces se ha confrontado el problema de roturas en la tubería, que han producido durante algún tiempo la fuga de agua, que obviamente dificulta la presión necesaria para su distribución en tierra insular, poniendo también en riesgo la integridad del acueducto.
Actualmente, se presenta una rotura del acueducto que parte de Las Clavellinas en el estado Sucre, cuya dimensión del chorro amerita un tratamiento de ajuste inmediato, ya que, aparte del agua que se pierde en el mar, necesariamente actúa como elemento que puede producir un daño mayor y hasta su inutilización, lo que generaría una suspensión inmediata del servicio. Podemos imaginarnos lo que habría que hacer para remendar la tubería, que necesariamente obliga al corte del suministro por varios días.
También es de gravedad, que el gobernador del estado, no haya sido capaz de identificar, no solo el daño, sino el reconocimiento de la tubería dañada, confundiéndola con la que procede del rio Turimiquire en el estado Anzóategui.
La denuncia, junto a los elementos de comprobación fueron hechos por el coordinador regional de Primero Justicia, Jony Rahal, en compañía del alcalde del municipio Arismendi, Richard Fermín Prieto y concejales de las diferentes jurisdicciones insulares, quienes reclamaron a Hidrocaribe, empresa gubernamental encargada del suministro del preciado líquido a la Isla, la indiferencia ante el problema, que obviamente constituye el preámbulo de un problema mayor, que retornaría al pueblo margariteño a las tristemente recordadas épocas de la gran sequía.
Enrique Prieto Silva,
eprieto@cantv.net
@Enriqueprietos

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