Desde hace mucho tiempo, los margariteños han
estado amenazados por una de las peores tragedias de la humanidad, la falta del
agua potable para satisfacer la sed. Siendo recordable la década de los 40’ del
siglo pasado, cuando hubo una crisis estacional, que mantuvo no solo la sed,
sino una sequía prolongada que puso en jaque la necesidad acuífera en todos sus
estados, prolongando muchas veces las penurias y los desafueros por la
necesidad creciente del líquido indispensable para la vida.
Fue entonces, cuando
surgió la idea de las represas y de los acueductos, que permitieran solventar
la sed. Así se construyó el dique de La Asunción, recipientario de las pocas
corrientes de la serranía del Copey, y los diques de El Valle del Espíritu
Santo y San Juan Bautista y el primer acueducto submarino entre Las Clavellinas
en Sucre y Margarita, que permitieron guardar agua de escorrentía y de lluvia y
traer el agua de otros lares. En los primeros, fue fuerte el fenómeno de la
evaporación, qua a pesar del reducido y controlado consumo, se hizo deficiente
y hasta se propuso la idea de transformarla en un vistoso acuario y centro
piscícola de agua dulce, a pesar del magno escenario marítimo que rodea la
Isla.
Caso diferente es el de los acueductos
submarinos, cuyo margen de vida útil se ha acortado por la indolencia
gubernamental en su efectivo mantenimiento. Sin dudas, es preocupante la
desidia, toda vez que la reducción del suministro del preciado líquido impiden
satisfacer la creciente necesidad que arrojan los procesos sociales que surgen
del imperativo incentivo económico y turístico de este polo margariteño. Sin
embargo, varias veces se ha confrontado el problema de roturas en la tubería,
que han producido durante algún tiempo la fuga de agua, que obviamente dificulta
la presión necesaria para su distribución en tierra insular, poniendo también
en riesgo la integridad del acueducto.
Actualmente, se presenta una rotura del
acueducto que parte de Las Clavellinas en el estado Sucre, cuya dimensión del
chorro amerita un tratamiento de ajuste inmediato, ya que, aparte del agua que
se pierde en el mar, necesariamente actúa como elemento que puede producir un
daño mayor y hasta su inutilización, lo que generaría una suspensión inmediata
del servicio. Podemos imaginarnos lo que habría que hacer para remendar la
tubería, que necesariamente obliga al corte del suministro por varios días.
También es de gravedad, que el gobernador del
estado, no haya sido capaz de identificar, no solo el daño, sino el
reconocimiento de la tubería dañada, confundiéndola con la que procede del rio
Turimiquire en el estado Anzóategui.
La denuncia, junto a los elementos de
comprobación fueron hechos por el coordinador regional de Primero Justicia,
Jony Rahal, en compañía del alcalde del municipio Arismendi, Richard Fermín
Prieto y concejales de las diferentes jurisdicciones insulares, quienes
reclamaron a Hidrocaribe, empresa gubernamental encargada del suministro del
preciado líquido a la Isla, la indiferencia ante el problema, que obviamente
constituye el preámbulo de un problema mayor, que retornaría al pueblo
margariteño a las tristemente recordadas épocas de la gran sequía.
Enrique
Prieto Silva,
eprieto@cantv.net
@Enriqueprietos
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