“Los
hombres hacen su propia historia, pero no la hacen a su libre arbitrio, bajo
circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo aquellas circunstancias con
que se encuentran directamente, que existen y les han sido legadas por el
pasado. La tradición de todas las generaciones muertas oprime como una
pesadilla el cerebro de los vivos. Y cuando éstos aparentan dedicarse
precisamente a transformarse y a transformar las cosas, a crear algo nunca
visto, en estas épocas de crisis revolucionaria es precisamente cuando conjuran
temerosos en su auxilio los espíritus del pasado, toman prestados sus nombres, sus
consignas de guerra, su ropaje, para, con este disfraz de vejez venerable y
este lenguaje prestado, representar la nueva escena de la historia universal”
Karl Marx.
Las comparaciones y las analogías se
constituyen en recursos para establecer relaciones entre conceptos, procesos e
ideas. De este modo se pueden comparar sin hacerlos necesariamente
conmensurables tiempos distintos en los que las condiciones históricas siendo
diferentes, remiten sin embargo, a la condición humana en las que encontramos
semejanzas. Así pues el 18 Brumario de Luis Bonaparte, puede compararse con el
Congreso del PSUV del 31 de julio de 2014. El enfoque dialógico que remite a
tiempos y espacios diferentes queda abierto, y la metáfora que se esconde tras
la palabra “brumario” se convierte en un acceso al conocimiento, se transforma
en instrumento hermenéutico para la comprensión y crítica del tiempo-espacio
del presente.
El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte es
uno de los textos más lúcidos e irónicos de Marx. Publicado en New York en 1852
en la revista Die Revolution, fue escrito como una contribución para la
comprensión del “Coup d´état” (golpe de
Estado) por estímulo de Joseph Weydemeyer un oficial del ejército
norteamericano. En ésta excepcional obra, se muestran las relaciones temporales
de los procesos de cambios políticos y sociales enmarcados en los regímenes de
temporalidad envueltos en conflicto dentro de un contexto de inestabilidad
política, moral y social.
El movimiento de la historia suscitado por la
dialéctica, produce en medio de la crisis, una tensión entre el pasado y el
futuro; el presente afectado por estas dos líneas temporales, no acierta a
mirar el carácter “intempestivo” de la historia y las circunstancias que
presionan los acontecimientos, un concepto que según Jacques Derrida era clave
dentro del pensamiento Marxista; todo ello a pesar de que en el siglo XIX la
preocupación por identificar las leyes, en este caso las de la historia para
predecir o calcular el futuro, era común a muchas ciencias.
La tragedia del movimiento revolucionario
según Marx, radica en sus deficiencias, así como la de los defensores del
antiguo régimen y de los herederos de la Revolución Francesa radica en su
postura cerrada. Estas debilidades son puestas en cuestión en esta obra que
ofrece un magnífico retrato de psicología social de los actores implicados en
las disputas por el poder. Una comedia representada con la más absoluta
seriedad por sus actores como calificaba Marx a todo el teatro político de las
luchas de mediados del siglo XIX en Europa.
El aparente progresismo, sus expresiones
retóricas, las tácticas y estrategias empleadas por los políticos para
controlar la opinión pública y vender su mesianismo, el reclutamiento de gente
pobre para usarlas como fuerzas de choque, los disfraces de “héroes de la
patria sin heroísmo”, se convierten en el problema central y delimitan un campo
en el que es posible distinguir el
divorcio de la mirada con respecto a la realidad cuyo único lado visible, es el
que dicta la cosificación y petrificación de la acción ciudadana; una actitud
que conduce a la muerte de las libertades públicas y privadas.
Un pesado manto de contradicciones como se
aprecia en la frase final de la obra de Marx, puede “derribar la pesada estatua
de Bronce del héroe” de turno que ha llegado al poder por la acción demagógica
y las luchas de clases.
Los resultados del Congreso del Partido
Socialista Unido de Venezuela el 31 de julio no fueron sorprendentes por sus
debates y acuerdos que se resumen en 32 decisiones expuestas en la Plenaria
Nacional. Con debates muy breves en el tiempo empleado, y por el contrario, muy
efectivos en el ruido propagandístico realizado para un contexto en crisis como
el que ofrece actualmente Venezuela, el Congreso fue sorprendente por cuatro razones:
1- Nunca en la Historia de la Democracia
reciente en Venezuela unos pocos, 537 Delegados elegidos por un poco más de un
millón quinientos mil electores del PSUV dentro de un Universo de un poco más
de siete millones de electores según el padrón de militantes del partido,
deciden por aproximadamente un poco más de treinta millones de habitantes
(30.405.207 en diciembre de 2013 para ser exactos). Sorprende ver como en medio
de una retórica de democracia protagónica y participativa, una retórica para ilusos
y nostálgicos del contra sistema “capitalista”, esos pocos en un simulacro de
diálogo, convalidan lo que el plan rector les ha indicado sin mayor oposición.
Queda por ver como el órgano central podrá hacer viables las conclusiones a la
que llegó la militancia en las 13 mil 683 unidades Bolívar Chávez o UBCH. Estas unidades y no la ciudadanía, se
convierten en el único interlocutor válido para un gobierno que ya no habla de
sociedad sino de comunas, distorsionando un viejo concepto anarquista del siglo
XIX. Con un modelo de esta naturaleza no hay elección posible.
2-
Sorprende ver que el órgano legítimo para dirimir las materias de
interés nacional que es la Asamblea Nacional,
permanece muda. Se convierte así de repente y en una reunión de
proselitista, en una Institución silenciada y sin poder de equilibrar el asalto
de un partido a la razón democrática y libertaria.
3. La pasividad de la oposición. Aunque la
historia no se repite, si hay acontecimientos que en ciertas condiciones, entre
ellas la condición humana, se asemejan. Tomemos el ejemplo de la demolición por
parte del estalinismo del Templo de Cristo Salvador, símbolo espiritual de los
valores culturales de Rusia ante los ojos pasivos de los moscovitas. O el caso
de la sociedad alemana y su pasividad y complicidad con el ascenso de Hitler y
el incendio del Reichstag, el símbolo
supremo del Parlamento alemán que fue controlado de forma absoluta luego del
hecho terrorista atribuido a los tradicionales chivos expiatorios o “enemigos
del pueblo” que implicaban -luego de derogar los derechos civiles-, a
comunistas y judíos como conspiradores.
4- El divorcio entre retórica y realidad tal
vez haya sido lo quedó más expuesto mostrando una dimensión perturbadora. Luego
de un simulacro dialógico, lo que salta a la vista es el empoderamiento no de
las comunidades - aunque la retórica pregone que las UBCH fueron, “el espacio
del mayor debate, el alma y el cuerpo del III Congreso Socialista”, sino del
Estado encarnado en el Ejecutivo a través del primer y segundo punto aprobados
que no son otros que, el reconocimiento del líder único Chávez, de su sucesor
Maduro quién fue electo como Presidente del Partido, situación que agregó al
Presidente de la Asamblea Nacional Diosdado Cabello, electo como Vicepresidente
del PSUV para equilibrar los intereses internos de la alianza cívico-militar.
En este contexto y de cara a las oposiciones,
conviene recordar la frase de Maduro en diciembre al convocar a Gobernadores y
Alcaldes: “el Plan Patria debe ser cumplido a cabalidad”, una jugada magistral
de “sometimiento” al Poder Ejecutivo dada las condiciones exigidas por Maduro
que fueron muy claras. En otras palabras, aquí se aplica el Plan Patria de
forma inexorable, es decir sin debate y discusión.
Los puntos diez y dieciocho de los acuerdos del III Congreso
del PSUV garantizan el apoyo irrestricto
al proyecto y plantean para tales fines, la formación doctrinaria dentro del
socialismo, base necesaria para crear confianza en un proyecto socialista que
exige fidelidad sin crítica, y condición normativa para acceder a cargos del
partido y de “la administración pública”, una evidente exclusión de los que no
comparten dicho proyecto. El punto once sirve de eje a través de las cinco
tesis de Maduro que apuntalan la marcha del proyecto. Estas tesis son a saber:
“a- Sin socialismo no es sostenible la
independencia y la soberanía en Venezuela. b- La tarea más importante es el
desarrollo de una economía productiva socialista. c- El socialismo es
democracia, d- La primera Revolución es en el espíritu, la Revolución del Amor,
e- El mundo multicéntrico, pluripolar, y la unión latinoamericana y caribeña
garantiza la paz y el equilibrio en el planeta”.
[http://www.vtv.gob.ve/articulos/2014/07/31/conozca-las-32-decisiones-que-emanaron-del-iii-congreso-del-psuv-video-3502.html]
Es necesario volver a preguntar dado este
complejo rompecabezas, ¿es confiable el dialogante? O tal vez para
despersonalizar el conflicto, se puede preguntar de otro modo: ¿Un diálogo
puede admitir la inexorabilidad?, y si esta se admite, entonces, ¿para qué
dialogar? Toda condición dialógica supone construcción de confianza y apertura
de campos que son contrarios a una delimitación que apunta a consolidar un
poder y conservarlo por encima de lo que los ciudadanos reclaman como razón
última de su derecho a existir y de su derecho a la propiedad. Estos son
vulnerados por un socialismo que mira hacia al pasado y evade abiertamente
aclarar su posición en torno a este tema.
El miedo del Estado frente a la democracia
participativa y protagónica, hizo que ésta quedara confiscada, anulada en sus
alcances. El movimiento táctico tuvo por instrumento al PSUV. Su propia
nominación, el enunciado “único”, deja sin efecto cualquier posibilidad real de
un diálogo horizontal, sustituyéndolo por una verticalidad de mando y
obediencia de carácter militarista y contradictorio con el ideal democrático.
Recordemos por ejemplo, que las estructuras de los soviets respondía al mismo
simulacro asambleísta: los “bucólicos y predestinados delegados” tenían muy
poco que decir, y se abstenían de contradecir las líneas de mando que habían
sido diseñadas bajo un designio de “suprema felicidad” que enmarcaba
coactivamente todo futuro posible. Sus resultados visibles, eran los planes
quinquenales que llevaron a la URSS a la peor
de las hambrunas, y en el campo de la Ciencia, a las ideas de Trofim
Lysenko y su reducción de toda ciencia a ciencia proletaria y a ciencia
sometida al Estado.
En el caso nuestro, el descontento que
podemos concebir como irritabilidad e impotencia frente al sistema implantado o
en vías de consolidación según se quiera poner el acento, ha sido frenado en su
expresión activa por tres factores:
a) La ausencia de una cultura política que
estimule la autonomía de pensamiento y su responsabilidad moral (un presupuesto
kantiano que todos debemos defender), cuyo deterioro social en el campo de los
valores, denunciaron Arturo Uslar Pietri, Cabrujas, Manuel Caballero y Luis
Castro Leyva.
b) Una clase política opositora que controla
la comunicación y que generacionalmente está en un promedio de 50 a 55 años
(los delegados del PSUV están en una media de 35 a 45 años). Mentalmente se
encuentra prisionera de un discurso plagado de voluntarismo, de gatopardismo y
secretismo. La arrogancia exhibida es también un obstáculo que impide ver la
realidad a esta clase política que por el contrario, debe hacer un esfuerzo de
humildad y recurrir al mejor recurso de que dispone el país: la clase
profesional universitaria que aún cree en Venezuela, un grupo que no es
consultado, y que se va reduciendo cada día en número por la solución
migratoria o su desencanto político al ver cerrados sus espacios de
participación.
Para disipar cualquier duda, tres indicios
sintomáticos de la arrogancia política y de la indiferencia ciudadana sirven de
ejemplo. Leopoldo López señaló: “Si mi encarcelamiento sirve para que el país
despierte, ha valido la pena”, lo encarcelaron bajo cargos de dudosa
credibilidad, le violan sus derechos y el país duerme. María Corina Machado
tratando de imitar los parlamentos de calle del chavismo, se expuso sin mayor trabajo
de propaganda o marketing político a interactuar en un barrio y fue agredida.
Anteriormente había sido agredida en la Asamblea Nacional, y luego por
actividades contrarias a los Reglamentos de sus funciones como diputada –que
por cierto violan constantemente los afectos al gobierno- fue sancionada y
expulsada. Tampoco pasó nada significativo ni la sociedad se indignó ante el
atropello físico.
c) La
MUD (Mesa de la Unidad Democrática) llamada a integrar los descontentos de las
oposiciones, no consulta a las bases ni a la sociedad. Comparativamente es
innegable que pese a todo el control hegemónico, el PSUV deja acceso libre a su
información, mientras que la MUD, la
oculta, carecen de páginas WEB y definitivamente olvidaron el control de
la calle, una cuestión que se soluciona no con twiters, sino con panfletos y
estrategias de comunicación simples y bien pensadas. Para ella, para la
MUD, no existe la memoria de las jornadas que condujeron a la solicitud
de referéndum en contra de Chávez, y
sobre todo, del movimiento estudiantil liderado por
Goicoechea que se activó en rechazo a la reforma de 2007, tal vez, la peor
derrota electoral que ha sufrido el chavismo. Jornadas que significaron la toma
del control comunicacional en las calles, una verdadera toma de la palabra.
A la situación anteriormente descrita se
agrega, el socialconformismo ante la creciente escasez y la inercia mental ante
el empoderamiento del Estado venezolano sobre las necesidades y sobre la
posibilidad de elegir. Cuestión que ha cristalizado de forma cruda y dura el
concepto de Agnes Heller de “Dictadura sobre las necesidades”. Un control al
que se ha llegado luego de profundizar –a lo mejor deliberadamente- la crisis
que ha arruinado a gran parte del país, y que arruinará a la larga, a ese
sector empresarial sin patria y conciencia que ha pactado con el chavismo sin
establecer condiciones, entre ellas el derecho a la libre iniciativa y a la
propiedad privada, debilitadas por los acuerdos del Congreso del PSUV
contenidos en 32 decisiones muchas de ellas dirigidas a apuntalar el imaginario
de gobierno centrado en su teleología del “Árbol de las Tres Raíces” ahora
devenida en cuatro con la incorporación de Chávez, El Plan Patria, y las cinco
tesis de Maduro.
En este marco ideológico, el punto de partida
es una supuesta “lucha anticapitalista y antiimperialista” transformadora o destructora de un modelo de
libre mercado y su articulación multiescalar (Lugares, Regiones, naciones,
espacio global). Bajo esta lógica, el capitalismo es depositario de los males
sociales que deben enfrentarse tal y como señalan los puntos 17, 27-29 y 31 de
la Plenaria socialista.
A la clase empresarial que medró bajo el
Estado y que solo tiene su razón de ser dentro de una economía de mercado le
llegará su sábado, sino es que ya le ha sido anunciado. Aunque no quieran
percibir la realidad, y pacten momentáneamente pequeños acuerdos de recursos
financieros, de bienestar y de acceso a divisas. Sobre ella oscila un
movimiento pendular que en cada giro, se dirige a cortar el pacto que rige el
respeto a la propiedad privada, punto central de todo socialismo de cara al
pasado.
Se prefigura un acontecimiento en formación
que se ha planteado decretar el quince de agosto una serie de medidas que según
su propia expresión, “busca profundizar la revolución socialista”, las medidas
siguiendo la costumbre de “los usos del miedo”, serán dictadas en una fecha
vacacional para el país, un momento en el que muy pocos venezolanos ya
debilitados en la cultura política, estarán pendientes de los noticieros.
El
descontento, un motor de la dialéctica, ha sido neutralizado momentáneamente,
sobre todo, luego de la protesta
estudiantil de febrero a abril, y de la anestesia del falso diálogo sin
condiciones que protagonizaron los dos adversarios que monopolizan el espacio
público de la comunicación, el gobierno y la MUD. El 31 de Julio brumario puede
parecer victorioso. Habrá que esperar el acontecimiento y recepción social que
supondrá el aumento de la gasolina, cuyas opciones, van del doble a más de mil
% de incremento según adelantó Rafael Ramírez (Vicepresidente para el área
económica, Ministro de energía y Presidente de Petróleos de Venezuela). A ésta
medida espectral que recuerda al 27 de febrero de 1989, se suman otras restricciones
en materia alimentaria, de salud, devaluación de la moneda, y de respeto al
individuo y sus libertades de elección en medio de un país en estado de anomia
y de acidia.
Las fuerzas de la historia no son
inexorables, son intempestivas y contingentes. Nadie entre el 4 de diciembre de
1988 fecha de la elección abrumadora de Carlos Andrés Pérez, y el 26 de febrero
de 1989, imaginó que por unos centavos (30% de aumento de la gasolina) el día
después, se iba a encender la mecha de estallido social que significaron las
jornadas de protesta y de saqueo entre el 27 de febrero y la primera semana de
marzo de 1989. Un hecho sobre el que por cierto, no hay acuerdos explicativos
sobre sus causas, más allá del solo argumento del paquetazo neoliberal. Sin
embargo, sobre este acontecimiento, gravita una apropiación por parte del
discurso chavista quién ve en esas jornadas y en los golpes de Estado de 1992,
su origen para legitimarse como una revolución anómala o excepcional.
Las analogías entre procesos pueden alertar sobre
el ejemplar aleteo de una mariposa, una metáfora ambientalista y sistémica que
puede explicar el caos; este puede emerger en el contexto de un sistema
político producido por decisiones erradas.
En su conjunto los pocos sorprendentes
acuerdos del PSUV se pueden reducir al concepto de mayor Estatización y
centralización, y una construcción más avanzada de un imaginario socialista
compuesto ahora de cuatro raíces. Mimetizada para consumo de las masas y de
políticos iracundos con un maquillaje asambleario la inercia parece seguir su
curso. Concretamente significa el fin de la vida privada y de las libertades de
elección, también de la autonomía de los poderes, sobre el todo el legislativo,
que quedará solo como una Institución de adorno para convalidar las decisiones
del partido.
Como en las novelas de denuncia del siglo XX
que referían a estados totalitarios; el eclipse de la vida individual sumergida
ahora por una razón comunal, anula toda posibilidad de crítica, ésta por el
contrario es una “imperfección” que perturba el inexorable curso de
implantación del modelo y su reproducción de felicidad controlada.
Cuando preguntamos sobre qué es lo que ha
cambiado, no solamente hablamos del cambio en las fuerzas productivas o del el
concepto de trabajo. El cambio observable es tan denso que se hace
multidimensional. Así tenemos cambios culturales, sociales, económicos e
Institucionales en el seno de una sociedad profundamente conflictiva y
fracturada en sus expectativas de futuro. Esto envuelve a todos los grupos o
clases sociales, es decir, que afecta a
quienes solo les preocupa su propio bienestar y no se dan cuenta de la
inserción de sus prácticas dentro de contextos mayores con los que interactúa y
de quiénes recibe y recibirá presiones y límites de acción, como también
envuelve a los afectos al gobierno que ven positivamente el empoderamiento del
Estado sobre sus libertades, una especie de olvido y renuncia de la atmósfera
social anterior y su ritmo urbano y rural ahora dirigido por un rector
moralista. De este modo una cola para comprar productos de primera necesidad se
vuelve normal porque el Estado Bienhechor te ayuda en medio de una crisis que
es atribuida a terceros, en este caso, al imperio o a traidores a la patria;
una estrategia de “de los usos del miedo” propiciada por el mismo modelo
restrictivo y asfixiante. En la cúspide de la pirámide, la burocracia
“socialista” se ha convertido en una clase opulenta.
El brazo represor de cualquier protesta
ciudadana ha sido la Guardia Nacional y los Colectivos de motorizados armados.
Recientemente Maduro creó la “Brigada Especial contra las Actuaciones de los
Grupos Generadores de Violencia”, una fuerza represiva dependiente del
Ministerio del Interior y del Ejecutivo. (Para aquellos que gustan revisar el
pasado, está acción no es una rareza, recordemos que durante los días de las
Revolución Bolchevique se creó la “comisión pan-rusa extraordinaria de lucha
contra la contrarrevolución, la especulación y el sabotaje” llamada “La
Checa”).
También ha cambiado el concepto de Nación, en
el régimen histórico anterior, este servía pese a sus inconsistencias, de marco
identitario sobre el que se cimentaba la democracia moderna venezolana
(1958-1999), con la llegada de Chávez, entró en crisis terminal. Desdibujado y
erosionado por las prácticas políticas de los partidos tradicionales y el
alejamiento de muchos intelectuales de su función de denuncia, el relevo del
discurso nacional surgió del seno de una Academia Militar impregnado de Historia Patria, y por lo tanto
poco crítico. Fundado en mitologemas, es decir en un material mítico
constantemente reelaborado, este discurso se vinculó luego del golpe de Estado
de 2002 al discurso geopolítico del modelo autoritario de Fidel Castro.
Así pues dos modelos de autoritarismo constituyen
la base del actual gobierno, su expresión geométrica es la línea vertical.
¿Cabe en esta situación un diálogo?, Entendiendo por este, la necesidad de
historias plurales que reconfiguren una nueva idea de nación que debe reconocer
la autonomía de las regiones y de los lugares como verdaderas unidades de
autogestión abiertas al mundo. Una idea que por cierto sostiene Doreen Massey
en World City (2007), al señalar que el enfoque de división binaria, es
simplista, así pues la oposición entre lo local y lo global oculta el verdadero
problema, este no es otro, que la sumisión de los lugares por parte del
monopolio centralista.
Si estamos de acuerdo con esta teórica de la
geografía radical, necesitamos de un internacionalismo local que construya un
imaginario geográfico alternativo frente a las tradiciones dominantes de
control territorial. Una idea que está en contradicción con la apropiación que
realizó el chavismo de la tesis de la Geometría del poder. “Las autoridades
locales deberían tener su “propia política exterior” señala Massey. Su
condición de posibilidad está reñida con un modelo que apunta a un mayor
centralismo y a la reducción de todo contacto posible entre los lugares y el
mundo global.
En este sentido no se trata de diluir el
concepto de nación, sino de revisarlo y ajustarlo a una visión más realista de
las escalas en interacción. De este modo, cuando hablamos de Nación, ¿sobre
cuáles premisas y contextos socio-territoriales, regionales y locales
concebimos su naturaleza? Y más allá, a cuáles esferas se limita la autonomía y
la autogestión en este caso de las UBCH cuya función será dirimir sobre cuáles
huecos tapar en sus calles, mientras el gobierno central se reserva y dirige la
política internacional hipotecando los recursos de la nación a través del fondo
chino y del otorgamiento de dinero en una carrera geopolítica que ha agotado
los recursos de la nación y de sus espacios concretos: regiones y lugares.
Bajo el marco de estas interrogantes, es
lógico comprender la tendencia dentro de una situación de inestabilidad
política y su solución de continuidad a través de la estrategia del control
absoluto de las Instituciones bajo una dictadura de partido. Unido por un pacto
de fidelidad y lealtad, aglutinado en mensajes de “amor”, y la convocatoria de
un Congreso bajo el slogan bélico atribuido a Augusto Mijares, que reza,
“¡Unidad, Lucha, Batalla, Victoria!” (Conviene recordar que Mijares era
contrario a ideas proselitistas, y confiaba fervientemente en el papel del
nuevo ciudadano, que era contrario a la “administración aberrante” de un Estado
que anulaba al individuo) los resultados de este Congreso no son crípticos, son
de un duro realismo socialista.
La construcción teleológica y sincrética del
Proyecto socialista se fundamenta sobre un Discurso que se representa como “El
árbol de las tres raíces” con Chávez como “cuarta raíz” y “síntesis del
proceso” según el punto 3 de las Conclusiones del PSUV, una idea que para los pocos conocedores de la
semiótica cultural, base por cierto de muchas de las ideas del Marketing
político, es dejada de lado. Considerada como una simple locura esta sin
embargo, termina por permear la mentalidad colectiva y se convierte en
dispositivo para articular y hacer equivalentes la asociación Bolívar, Simón
Rodríguez, Zamora y Chávez como encarnación del Pueblo. Queda abierta entonces
su reducción a la unión cívico-militar bajo la esfera de un socialismo que
deviene en nostalgia por el pasado épico. Recordemos nuevamente a Marx, “La
tradición de todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla el
cerebro de los vivos”.
En un
plano concreto, tal mentalidad se ve impedida de atender las exigencias de una
parte de la población que ve con desconfianza tales movimientos. Sin embargo,
las jornadas de tatuaje con la firma de Chávez, la proyección de la película
Libertador plagada de anacronismos, la edición de libros educativos con
iconografías que muestran un Chávez paternal y la celebración del cumpleaños de
Chávez, no fueron casuales. Si se observa con humildad, la estrategia de
control simbólico desplegada en una sociedad aquejada por el trauma de su
historia y su relación con los distintos tiempos en los que nos orientamos como
nación y comunidad imaginada ha sido eficaz.
La dimensión teórica ahora práctica de un
proyecto ya anunciado en el Plan Patria y el Cuaderno Azul de Chávez, nos
muestra la verdadera naturaleza del gobierno. Contrario a la libre iniciativa y
la libre empresa, antiindividualista y en consecuencia contrario a las
libertades formales base las modernas democracias, el proyecto de control sigue
su curso. Visto en el contexto internacional y progresivo de las conquistas en
materia de Derechos Humanos, los derechos políticos e individuales, a los que
se agregan los derechos económicos, sociales y culturales que son más
recientes, quedan al margen al imponerse un modelo único que impone su modelo
de “suprema felicidad”.
Como
en un acto de prestidigitación EL PSUV sustituye a la Asamblea y crea la
atmósfera social para el despliegue de un argumento moralista y falaz para
legitimar las acciones de gobierno el 15 de agosto. Esta nueva violación de la
Constitución ¿se dejará pasar por alto por millones de venezolanos? En todo
caso y como recurso comparativo, recordemos salvando las diferencias de
contexto, estas palabras del 18 Brumario de Karl Marx: “La Asamblea Nacional
elegida está en una relación metafísica con la nación, mientras que el
presidente elegido está en una relación personal. La Asamblea Nacional representa,
sin duda, en sus distintos diputados, las múltiples facetas del espíritu
nacional, pero en el presidente se encarna este espíritu. El presidente posee
frente a ella una especie de derecho divino, es presidente por la Gracia del
Pueblo”
¿Una democracia tutelada por un partido? En
este sentido un régimen asambleario con Instituciones débiles, una cultura
política crítica inexistente, un control sobre la necesidades, hegemonía
comunicativa, control de los recursos, poder de represión, un crecimiento exponencial
del clientelismo, una crisis económica, a lo que se suma la caída de la
división de poderes base del equilibrio democrático subyugado ahora por el
ejecutivo, muestran un paisaje poco alentador para la salud democrática, pese a
ello, es posible percibir en su interior su ruido de fondo, su negación
dialéctica.
Las historias de protesta y de reclamos por
lo derechos surgen de esta asimetría del poder, la lucha entre grupos
hegemónicos y grupos subalternos marcan el ritmo de la historia. Entonces si
una democracia es tutelada por un partido, y
el partido es tutelado por un solo hombre, ¿cómo es posible nominarla
como democracia? Sin eufemismos, la respuesta está en cada uno de los
venezolanos e intelectuales para quiénes este principio de contradicción llame
la atención y los golpee en lo más profundo de la conciencia.
Las oposiciones, ese cuerpo atomizado no
están a altura de este reto, y la sociedad parece sacada de una obra de Luigi
Pirandello, es decir de “personajes en busca de un autor”. Para superar ésta
situación dramática, y tener al menos opciones, deben salir de sus pequeñas
parcelas de interés, pues lo que se está jugando es la confrontación entre dos
ideas y modelos de país, de cuya tensión agonista se deriva el futuro próximo:
la dictadura de partido de tipo asambleario o la democracia parlamentaria.
Por el momento estos polos coexisten en un
espacio político dividido tal y como mostraron las más recientes elecciones
presidenciales, un hecho que cuantitativamente revela una Venezuela bipolar
cuyas decisiones en consecuencia, al ser de interés nacional, no pueden
depender del arbitrio de un partido, ni de líneas de mando verticales. El campo muestra una transición de los poderes
públicos y sus funciones de contrapeso y límite hacia el PSUV, y luego de este
al monopolio del Ejecutivo. Maduro es presidente de la República y
presidente del partido socialista, no se puede soslayar este detalle que es
clave en una estrategia personalista de empoderamiento inscrita en una línea de
orientación que se inicia con la administración anterior.
La ecuación humana del totalitarismo y sus
circunstancias ha triunfado en este “31 Brumario”, debajo de su linealidad, en
su subsuelo, podemos observar como las logias militares se mueven como sombras
chinescas.
En este sentido, dos caminantes se preguntan
Quo vadis Venezuela (a dónde vas Venezuela). Los rumbos de la historia se
bifurcan y el carácter intempestivo y contingente de los movimientos de la
sociedad civil son un fármaco para el debilitamiento de los horizontes de
expectativas, son un bálsamo alesida cuando la confianza se pierde y las
expectativas se disuelven sobre un tempestuoso paisaje con fondo gris. [En Colonia Roma, 1 y 2 de Agosto de 2014]
Luis
Manuel Cuevas Quintero
luimanc@yahoo.com
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