lunes, 4 de agosto de 2014

LUIS MANUEL CUEVAS QUINTERO, EL 31 BRUMARIO, EL III CONGRESO DEL PSUV: ACTORES EN CRISIS Y EMPODERAMIENTO DEL EJECUTIVO.

“Los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen a su libre arbitrio, bajo circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo aquellas circunstancias con que se encuentran directamente, que existen y les han sido legadas por el pasado. La tradición de todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos. Y cuando éstos aparentan dedicarse precisamente a transformarse y a transformar las cosas, a crear algo nunca visto, en estas épocas de crisis revolucionaria es precisamente cuando conjuran temerosos en su auxilio los espíritus del pasado, toman prestados sus nombres, sus consignas de guerra, su ropaje, para, con este disfraz de vejez venerable y este lenguaje prestado, representar la nueva escena de la historia universal” Karl Marx.

Las comparaciones y las analogías se constituyen en recursos para establecer relaciones entre conceptos, procesos e ideas. De este modo se pueden comparar sin hacerlos necesariamente conmensurables tiempos distintos en los que las condiciones históricas siendo diferentes, remiten sin embargo, a la condición humana en las que encontramos semejanzas. Así pues el 18 Brumario de Luis Bonaparte, puede compararse con el Congreso del PSUV del 31 de julio de 2014. El enfoque dialógico que remite a tiempos y espacios diferentes queda abierto, y la metáfora que se esconde tras la palabra “brumario” se convierte en un acceso al conocimiento, se transforma en instrumento hermenéutico para la comprensión y crítica del tiempo-espacio del presente.
El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte es uno de los textos más lúcidos e irónicos de Marx. Publicado en New York en 1852 en la revista Die Revolution, fue escrito como una contribución para la comprensión del  “Coup d´état” (golpe de Estado) por estímulo de Joseph Weydemeyer un oficial del ejército norteamericano. En ésta excepcional obra, se muestran las relaciones temporales de los procesos de cambios políticos y sociales enmarcados en los regímenes de temporalidad envueltos en conflicto dentro de un contexto de inestabilidad política, moral y social.
El movimiento de la historia suscitado por la dialéctica, produce en medio de la crisis, una tensión entre el pasado y el futuro; el presente afectado por estas dos líneas temporales, no acierta a mirar el carácter “intempestivo” de la historia y las circunstancias que presionan los acontecimientos, un concepto que según Jacques Derrida era clave dentro del pensamiento Marxista; todo ello a pesar de que en el siglo XIX la preocupación por identificar las leyes, en este caso las de la historia para predecir o calcular el futuro, era común a muchas ciencias.
La tragedia del movimiento revolucionario según Marx, radica en sus deficiencias, así como la de los defensores del antiguo régimen y de los herederos de la Revolución Francesa radica en su postura cerrada. Estas debilidades son puestas en cuestión en esta obra que ofrece un magnífico retrato de psicología social de los actores implicados en las disputas por el poder. Una comedia representada con la más absoluta seriedad por sus actores como calificaba Marx a todo el teatro político de las luchas de mediados del siglo XIX en Europa.
El aparente progresismo, sus expresiones retóricas, las tácticas y estrategias empleadas por los políticos para controlar la opinión pública y vender su mesianismo, el reclutamiento de gente pobre para usarlas como fuerzas de choque, los disfraces de “héroes de la patria sin heroísmo”, se convierten en el problema central y delimitan un campo en el que es posible distinguir  el divorcio de la mirada con respecto a la realidad cuyo único lado visible, es el que dicta la cosificación y petrificación de la acción ciudadana; una actitud que conduce a la muerte de las libertades públicas y privadas.
Un pesado manto de contradicciones como se aprecia en la frase final de la obra de Marx, puede “derribar la pesada estatua de Bronce del héroe” de turno que ha llegado al poder por la acción demagógica y las luchas de clases.
Los resultados del Congreso del Partido Socialista Unido de Venezuela el 31 de julio no fueron sorprendentes por sus debates y acuerdos que se resumen en 32 decisiones expuestas en la Plenaria Nacional. Con debates muy breves en el tiempo empleado, y por el contrario, muy efectivos en el ruido propagandístico realizado para un contexto en crisis como el que ofrece actualmente Venezuela, el Congreso fue sorprendente por cuatro razones:
1- Nunca en la Historia de la Democracia reciente en Venezuela unos pocos, 537 Delegados elegidos por un poco más de un millón quinientos mil electores del PSUV dentro de un Universo de un poco más de siete millones de electores según el padrón de militantes del partido, deciden por aproximadamente un poco más de treinta millones de habitantes (30.405.207 en diciembre de 2013 para ser exactos). Sorprende ver como en medio de una retórica de democracia protagónica y participativa, una retórica para ilusos y nostálgicos del contra sistema “capitalista”, esos pocos en un simulacro de diálogo, convalidan lo que el plan rector les ha indicado sin mayor oposición. Queda por ver como el órgano central podrá hacer viables las conclusiones a la que llegó la militancia en las 13 mil 683 unidades Bolívar Chávez o UBCH.  Estas unidades y no la ciudadanía, se convierten en el único interlocutor válido para un gobierno que ya no habla de sociedad sino de comunas, distorsionando un viejo concepto anarquista del siglo XIX. Con un modelo de esta naturaleza no hay elección posible.
2-  Sorprende ver que el órgano legítimo para dirimir las materias de interés nacional que es la Asamblea Nacional,  permanece muda. Se convierte así de repente y en una reunión de proselitista, en una Institución silenciada y sin poder de equilibrar el asalto de un partido a la razón democrática y libertaria.
3. La pasividad de la oposición. Aunque la historia no se repite, si hay acontecimientos que en ciertas condiciones, entre ellas la condición humana, se asemejan. Tomemos el ejemplo de la demolición por parte del estalinismo del Templo de Cristo Salvador, símbolo espiritual de los valores culturales de Rusia ante los ojos pasivos de los moscovitas. O el caso de la sociedad alemana y su pasividad y complicidad con el ascenso de Hitler y el incendio del  Reichstag, el símbolo supremo del Parlamento alemán que fue controlado de forma absoluta luego del hecho terrorista atribuido a los tradicionales chivos expiatorios o “enemigos del pueblo” que implicaban -luego de derogar los derechos civiles-, a comunistas y judíos como conspiradores.
4- El divorcio entre retórica y realidad tal vez haya sido lo quedó más expuesto mostrando una dimensión perturbadora. Luego de un simulacro dialógico, lo que salta a la vista es el empoderamiento no de las comunidades - aunque la retórica pregone que las UBCH fueron, “el espacio del mayor debate, el alma y el cuerpo del III Congreso Socialista”, sino del Estado encarnado en el Ejecutivo a través del primer y segundo punto aprobados que no son otros que, el reconocimiento del líder único Chávez, de su sucesor Maduro quién fue electo como Presidente del Partido, situación que agregó al Presidente de la Asamblea Nacional Diosdado Cabello, electo como Vicepresidente del PSUV para equilibrar los intereses internos de la alianza cívico-militar.
En este contexto y de cara a las oposiciones, conviene recordar la frase de Maduro en diciembre al convocar a Gobernadores y Alcaldes: “el Plan Patria debe ser cumplido a cabalidad”, una jugada magistral de “sometimiento” al Poder Ejecutivo dada las condiciones exigidas por Maduro que fueron muy claras. En otras palabras, aquí se aplica el Plan Patria de forma inexorable, es decir sin debate y discusión.
Los puntos diez y  dieciocho de los acuerdos del III Congreso del PSUV  garantizan el apoyo irrestricto al proyecto y plantean para tales fines, la formación doctrinaria dentro del socialismo, base necesaria para crear confianza en un proyecto socialista que exige fidelidad sin crítica, y condición normativa para acceder a cargos del partido y de “la administración pública”, una evidente exclusión de los que no comparten dicho proyecto. El punto once sirve de eje a través de las cinco tesis de Maduro que apuntalan la marcha del proyecto. Estas tesis son a saber:
“a- Sin socialismo no es sostenible la independencia y la soberanía en Venezuela. b- La tarea más importante es el desarrollo de una economía productiva socialista. c- El socialismo es democracia, d- La primera Revolución es en el espíritu, la Revolución del Amor, e- El mundo multicéntrico, pluripolar, y la unión latinoamericana y caribeña garantiza la paz y el equilibrio en el planeta”.
[http://www.vtv.gob.ve/articulos/2014/07/31/conozca-las-32-decisiones-que-emanaron-del-iii-congreso-del-psuv-video-3502.html]
         Es necesario volver a preguntar dado este complejo rompecabezas, ¿es confiable el dialogante? O tal vez para despersonalizar el conflicto, se puede preguntar de otro modo: ¿Un diálogo puede admitir la inexorabilidad?, y si esta se admite, entonces, ¿para qué dialogar? Toda condición dialógica supone construcción de confianza y apertura de campos que son contrarios a una delimitación que apunta a consolidar un poder y conservarlo por encima de lo que los ciudadanos reclaman como razón última de su derecho a existir y de su derecho a la propiedad. Estos son vulnerados por un socialismo que mira hacia al pasado y evade abiertamente aclarar su posición en torno a este tema.
El miedo del Estado frente a la democracia participativa y protagónica, hizo que ésta quedara confiscada, anulada en sus alcances. El movimiento táctico tuvo por instrumento al PSUV. Su propia nominación, el enunciado “único”, deja sin efecto cualquier posibilidad real de un diálogo horizontal, sustituyéndolo por una verticalidad de mando y obediencia de carácter militarista y contradictorio con el ideal democrático. Recordemos por ejemplo, que las estructuras de los soviets respondía al mismo simulacro asambleísta: los “bucólicos y predestinados delegados” tenían muy poco que decir, y se abstenían de contradecir las líneas de mando que habían sido diseñadas bajo un designio de “suprema felicidad” que enmarcaba coactivamente todo futuro posible. Sus resultados visibles, eran los planes quinquenales que llevaron a la URSS a la peor  de las hambrunas, y en el campo de la Ciencia, a las ideas de Trofim Lysenko y su reducción de toda ciencia a ciencia proletaria y a ciencia sometida al Estado.
En el caso nuestro, el descontento que podemos concebir como irritabilidad e impotencia frente al sistema implantado o en vías de consolidación según se quiera poner el acento, ha sido frenado en su expresión activa por tres factores:
a) La ausencia de una cultura política que estimule la autonomía de pensamiento y su responsabilidad moral (un presupuesto kantiano que todos debemos defender), cuyo deterioro social en el campo de los valores, denunciaron Arturo Uslar Pietri, Cabrujas, Manuel Caballero y Luis Castro Leyva.
b) Una clase política opositora que controla la comunicación y que generacionalmente está en un promedio de 50 a 55 años (los delegados del PSUV están en una media de 35 a 45 años). Mentalmente se encuentra prisionera de un discurso plagado de voluntarismo, de gatopardismo y secretismo. La arrogancia exhibida es también un obstáculo que impide ver la realidad a esta clase política que por el contrario, debe hacer un esfuerzo de humildad y recurrir al mejor recurso de que dispone el país: la clase profesional universitaria que aún cree en Venezuela, un grupo que no es consultado, y que se va reduciendo cada día en número por la solución migratoria o su desencanto político al ver cerrados sus espacios de participación.
Para disipar cualquier duda, tres indicios sintomáticos de la arrogancia política y de la indiferencia ciudadana sirven de ejemplo. Leopoldo López señaló: “Si mi encarcelamiento sirve para que el país despierte, ha valido la pena”, lo encarcelaron bajo cargos de dudosa credibilidad, le violan sus derechos y el país duerme. María Corina Machado tratando de imitar los parlamentos de calle del chavismo, se expuso sin mayor trabajo de propaganda o marketing político a interactuar en un barrio y fue agredida. Anteriormente había sido agredida en la Asamblea Nacional, y luego por actividades contrarias a los Reglamentos de sus funciones como diputada –que por cierto violan constantemente los afectos al gobierno- fue sancionada y expulsada. Tampoco pasó nada significativo ni la sociedad se indignó ante el atropello físico. 
 c) La MUD (Mesa de la Unidad Democrática) llamada a integrar los descontentos de las oposiciones, no consulta a las bases ni a la sociedad. Comparativamente es innegable que pese a todo el control hegemónico, el PSUV deja acceso libre a su información, mientras que la MUD, la  oculta, carecen de páginas WEB y definitivamente olvidaron el control de la calle, una cuestión que se soluciona no con twiters, sino con panfletos y estrategias de comunicación simples y bien pensadas. Para ella, para la MUD,  no existe la memoria  de las jornadas que condujeron a la solicitud de referéndum en contra de Chávez, y  sobre todo,  del  movimiento estudiantil liderado por Goicoechea que se activó en rechazo a la reforma de 2007, tal vez, la peor derrota electoral que ha sufrido el chavismo. Jornadas que significaron la toma del control comunicacional en las calles, una verdadera toma de la palabra.
A la situación anteriormente descrita se agrega, el socialconformismo ante la creciente escasez y la inercia mental ante el empoderamiento del Estado venezolano sobre las necesidades y sobre la posibilidad de elegir. Cuestión que ha cristalizado de forma cruda y dura el concepto de Agnes Heller de “Dictadura sobre las necesidades”. Un control al que se ha llegado luego de profundizar –a lo mejor deliberadamente- la crisis que ha arruinado a gran parte del país, y que arruinará a la larga, a ese sector empresarial sin patria y conciencia que ha pactado con el chavismo sin establecer condiciones, entre ellas el derecho a la libre iniciativa y a la propiedad privada, debilitadas por los acuerdos del Congreso del PSUV contenidos en 32 decisiones muchas de ellas dirigidas a apuntalar el imaginario de gobierno centrado en su teleología del “Árbol de las Tres Raíces” ahora devenida en cuatro con la incorporación de Chávez, El Plan Patria, y las cinco tesis de Maduro.
En este marco ideológico, el punto de partida es una supuesta “lucha anticapitalista y antiimperialista”  transformadora o destructora de un modelo de libre mercado y su articulación multiescalar (Lugares, Regiones, naciones, espacio global). Bajo esta lógica, el capitalismo es depositario de los males sociales que deben enfrentarse tal y como señalan los puntos 17, 27-29 y 31 de la Plenaria socialista. 
A la clase empresarial que medró bajo el Estado y que solo tiene su razón de ser dentro de una economía de mercado le llegará su sábado, sino es que ya le ha sido anunciado. Aunque no quieran percibir la realidad, y pacten momentáneamente pequeños acuerdos de recursos financieros, de bienestar y de acceso a divisas. Sobre ella oscila un movimiento pendular que en cada giro, se dirige a cortar el pacto que rige el respeto a la propiedad privada, punto central de todo socialismo de cara al pasado.
Se prefigura un acontecimiento en formación que se ha planteado decretar el quince de agosto una serie de medidas que según su propia expresión, “busca profundizar la revolución socialista”, las medidas siguiendo la costumbre de “los usos del miedo”, serán dictadas en una fecha vacacional para el país, un momento en el que muy pocos venezolanos ya debilitados en la cultura política, estarán pendientes de los noticieros.
 El descontento, un motor de la dialéctica, ha sido neutralizado momentáneamente, sobre todo,  luego de la protesta estudiantil de febrero a abril, y de la anestesia del falso diálogo sin condiciones que protagonizaron los dos adversarios que monopolizan el espacio público de la comunicación, el gobierno y la MUD. El 31 de Julio brumario puede parecer victorioso. Habrá que esperar el acontecimiento y recepción social que supondrá el aumento de la gasolina, cuyas opciones, van del doble a más de mil % de incremento según adelantó Rafael Ramírez (Vicepresidente para el área económica, Ministro de energía y Presidente de Petróleos de Venezuela). A ésta medida espectral que recuerda al 27 de febrero de 1989, se suman otras restricciones en materia alimentaria, de salud, devaluación de la moneda, y de respeto al individuo y sus libertades de elección en medio de un país en estado de anomia y de acidia.
Las fuerzas de la historia no son inexorables, son intempestivas y contingentes. Nadie entre el 4 de diciembre de 1988 fecha de la elección abrumadora de Carlos Andrés Pérez, y el 26 de febrero de 1989, imaginó que por unos centavos (30% de aumento de la gasolina) el día después, se iba a encender la mecha de estallido social que significaron las jornadas de protesta y de saqueo entre el 27 de febrero y la primera semana de marzo de 1989. Un hecho sobre el que por cierto, no hay acuerdos explicativos sobre sus causas, más allá del solo argumento del paquetazo neoliberal. Sin embargo, sobre este acontecimiento, gravita una apropiación por parte del discurso chavista quién ve en esas jornadas y en los golpes de Estado de 1992, su origen para legitimarse como una revolución anómala o excepcional.
Las analogías entre procesos pueden alertar sobre el ejemplar aleteo de una mariposa, una metáfora ambientalista y sistémica que puede explicar el caos; este puede emerger en el contexto de un sistema político producido por decisiones erradas.
En su conjunto los pocos sorprendentes acuerdos del PSUV se pueden reducir al concepto de mayor Estatización y centralización, y una construcción más avanzada de un imaginario socialista compuesto ahora de cuatro raíces. Mimetizada para consumo de las masas y de políticos iracundos con un maquillaje asambleario la inercia parece seguir su curso. Concretamente significa el fin de la vida privada y de las libertades de elección, también de la autonomía de los poderes, sobre el todo el legislativo, que quedará solo como una Institución de adorno para convalidar las decisiones del partido.
Como en las novelas de denuncia del siglo XX que referían a estados totalitarios; el eclipse de la vida individual sumergida ahora por una razón comunal, anula toda posibilidad de crítica, ésta por el contrario es una “imperfección” que perturba el inexorable curso de implantación del modelo y su reproducción de felicidad controlada.
Cuando preguntamos sobre qué es lo que ha cambiado, no solamente hablamos del cambio en las fuerzas productivas o del el concepto de trabajo. El cambio observable es tan denso que se hace multidimensional. Así tenemos cambios culturales, sociales, económicos e Institucionales en el seno de una sociedad profundamente conflictiva y fracturada en sus expectativas de futuro. Esto envuelve a todos los grupos o clases sociales, es decir, que afecta  a quienes solo les preocupa su propio bienestar y no se dan cuenta de la inserción de sus prácticas dentro de contextos mayores con los que interactúa y de quiénes recibe y recibirá presiones y límites de acción, como también envuelve a los afectos al gobierno que ven positivamente el empoderamiento del Estado sobre sus libertades, una especie de olvido y renuncia de la atmósfera social anterior y su ritmo urbano y rural ahora dirigido por un rector moralista. De este modo una cola para comprar productos de primera necesidad se vuelve normal porque el Estado Bienhechor te ayuda en medio de una crisis que es atribuida a terceros, en este caso, al imperio o a traidores a la patria; una estrategia de “de los usos del miedo” propiciada por el mismo modelo restrictivo y asfixiante. En la cúspide de la pirámide, la burocracia “socialista” se ha convertido en una clase opulenta.
El brazo represor de cualquier protesta ciudadana ha sido la Guardia Nacional y los Colectivos de motorizados armados. Recientemente Maduro creó la “Brigada Especial contra las Actuaciones de los Grupos Generadores de Violencia”, una fuerza represiva dependiente del Ministerio del Interior y del Ejecutivo. (Para aquellos que gustan revisar el pasado, está acción no es una rareza, recordemos que durante los días de las Revolución Bolchevique se creó la “comisión pan-rusa extraordinaria de lucha contra la contrarrevolución, la especulación y el sabotaje” llamada “La Checa”).
También ha cambiado el concepto de Nación, en el régimen histórico anterior, este servía pese a sus inconsistencias, de marco identitario sobre el que se cimentaba la democracia moderna venezolana (1958-1999), con la llegada de Chávez, entró en crisis terminal. Desdibujado y erosionado por las prácticas políticas de los partidos tradicionales y el alejamiento de muchos intelectuales de su función de denuncia, el relevo del discurso nacional surgió del seno de una Academia Militar  impregnado de Historia Patria, y por lo tanto poco crítico. Fundado en mitologemas, es decir en un material mítico constantemente reelaborado, este discurso se vinculó luego del golpe de Estado de 2002 al discurso geopolítico del modelo autoritario de Fidel Castro.
Así pues dos modelos de autoritarismo constituyen la base del actual gobierno, su expresión geométrica es la línea vertical. ¿Cabe en esta situación un diálogo?, Entendiendo por este, la necesidad de historias plurales que reconfiguren una nueva idea de nación que debe reconocer la autonomía de las regiones y de los lugares como verdaderas unidades de autogestión abiertas al mundo. Una idea que por cierto sostiene Doreen Massey en World City (2007), al señalar que el enfoque de división binaria, es simplista, así pues la oposición entre lo local y lo global oculta el verdadero problema, este no es otro, que la sumisión de los lugares por parte del monopolio centralista.
Si estamos de acuerdo con esta teórica de la geografía radical, necesitamos de un internacionalismo local que construya un imaginario geográfico alternativo frente a las tradiciones dominantes de control territorial. Una idea que está en contradicción con la apropiación que realizó el chavismo de la tesis de la Geometría del poder. “Las autoridades locales deberían tener su “propia política exterior” señala Massey. Su condición de posibilidad está reñida con un modelo que apunta a un mayor centralismo y a la reducción de todo contacto posible entre los lugares y el mundo global.
En este sentido no se trata de diluir el concepto de nación, sino de revisarlo y ajustarlo a una visión más realista de las escalas en interacción. De este modo, cuando hablamos de Nación, ¿sobre cuáles premisas y contextos socio-territoriales, regionales y locales concebimos su naturaleza? Y más allá, a cuáles esferas se limita la autonomía y la autogestión en este caso de las UBCH cuya función será dirimir sobre cuáles huecos tapar en sus calles, mientras el gobierno central se reserva y dirige la política internacional hipotecando los recursos de la nación a través del fondo chino y del otorgamiento de dinero en una carrera geopolítica que ha agotado los recursos de la nación y de sus espacios concretos: regiones y lugares.
Bajo el marco de estas interrogantes, es lógico comprender la tendencia dentro de una situación de inestabilidad política y su solución de continuidad a través de la estrategia del control absoluto de las Instituciones bajo una dictadura de partido. Unido por un pacto de fidelidad y lealtad, aglutinado en mensajes de “amor”, y la convocatoria de un Congreso bajo el slogan bélico atribuido a Augusto Mijares, que reza, “¡Unidad, Lucha, Batalla, Victoria!” (Conviene recordar que Mijares era contrario a ideas proselitistas, y confiaba fervientemente en el papel del nuevo ciudadano, que era contrario a la “administración aberrante” de un Estado que anulaba al individuo) los resultados de este Congreso no son crípticos, son de un duro realismo socialista.
La construcción teleológica y sincrética del Proyecto socialista se fundamenta sobre un Discurso que se representa como “El árbol de las tres raíces” con Chávez como “cuarta raíz” y “síntesis del proceso” según el punto 3 de las Conclusiones del PSUV,  una idea que para los pocos conocedores de la semiótica cultural, base por cierto de muchas de las ideas del Marketing político, es dejada de lado. Considerada como una simple locura esta sin embargo, termina por permear la mentalidad colectiva y se convierte en dispositivo para articular y hacer equivalentes la asociación Bolívar, Simón Rodríguez, Zamora y Chávez como encarnación del Pueblo. Queda abierta entonces su reducción a la unión cívico-militar bajo la esfera de un socialismo que deviene en nostalgia por el pasado épico. Recordemos nuevamente a Marx, “La tradición de todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos”.
 En un plano concreto, tal mentalidad se ve impedida de atender las exigencias de una parte de la población que ve con desconfianza tales movimientos. Sin embargo, las jornadas de tatuaje con la firma de Chávez, la proyección de la película Libertador plagada de anacronismos, la edición de libros educativos con iconografías que muestran un Chávez paternal y la celebración del cumpleaños de Chávez, no fueron casuales. Si se observa con humildad, la estrategia de control simbólico desplegada en una sociedad aquejada por el trauma de su historia y su relación con los distintos tiempos en los que nos orientamos como nación y comunidad imaginada ha sido eficaz.
La dimensión teórica ahora práctica de un proyecto ya anunciado en el Plan Patria y el Cuaderno Azul de Chávez, nos muestra la verdadera naturaleza del gobierno. Contrario a la libre iniciativa y la libre empresa, antiindividualista y en consecuencia contrario a las libertades formales base las modernas democracias, el proyecto de control sigue su curso. Visto en el contexto internacional y progresivo de las conquistas en materia de Derechos Humanos, los derechos políticos e individuales, a los que se agregan los derechos económicos, sociales y culturales que son más recientes, quedan al margen al imponerse un modelo único que impone su modelo de “suprema felicidad”.
Como  en un acto de prestidigitación EL PSUV sustituye a la Asamblea y crea la atmósfera social para el despliegue de un argumento moralista y falaz para legitimar las acciones de gobierno el 15 de agosto. Esta nueva violación de la Constitución ¿se dejará pasar por alto por millones de venezolanos? En todo caso y como recurso comparativo, recordemos salvando las diferencias de contexto, estas palabras del 18 Brumario de Karl Marx: “La Asamblea Nacional elegida está en una relación metafísica con la nación, mientras que el presidente elegido está en una relación personal. La Asamblea Nacional representa, sin duda, en sus distintos diputados, las múltiples facetas del espíritu nacional, pero en el presidente se encarna este espíritu. El presidente posee frente a ella una especie de derecho divino, es presidente por la Gracia del Pueblo”
¿Una democracia tutelada por un partido? En este sentido un régimen asambleario con Instituciones débiles, una cultura política crítica inexistente, un control sobre la necesidades, hegemonía comunicativa, control de los recursos, poder de represión, un crecimiento exponencial del clientelismo, una crisis económica, a lo que se suma la caída de la división de poderes base del equilibrio democrático subyugado ahora por el ejecutivo, muestran un paisaje poco alentador para la salud democrática, pese a ello, es posible percibir en su interior su ruido de fondo, su negación dialéctica.
Las historias de protesta y de reclamos por lo derechos surgen de esta asimetría del poder, la lucha entre grupos hegemónicos y grupos subalternos marcan el ritmo de la historia. Entonces si una democracia es tutelada por un partido, y  el partido es tutelado por un solo hombre, ¿cómo es posible nominarla como democracia? Sin eufemismos, la respuesta está en cada uno de los venezolanos e intelectuales para quiénes este principio de contradicción llame la atención y los golpee en lo más profundo de la conciencia.
Las oposiciones, ese cuerpo atomizado no están a altura de este reto, y la sociedad parece sacada de una obra de Luigi Pirandello, es decir de “personajes en busca de un autor”. Para superar ésta situación dramática, y tener al menos opciones, deben salir de sus pequeñas parcelas de interés, pues lo que se está jugando es la confrontación entre dos ideas y modelos de país, de cuya tensión agonista se deriva el futuro próximo: la dictadura de partido de tipo asambleario o la democracia parlamentaria.
Por el momento estos polos coexisten en un espacio político dividido tal y como mostraron las más recientes elecciones presidenciales, un hecho que cuantitativamente revela una Venezuela bipolar cuyas decisiones en consecuencia, al ser de interés nacional, no pueden depender del arbitrio de un partido, ni de líneas de mando verticales. El  campo muestra una transición de los poderes públicos y sus funciones de contrapeso y límite hacia el PSUV, y  luego de este  al monopolio del Ejecutivo. Maduro es presidente de la República y presidente del partido socialista, no se puede soslayar este detalle que es clave en una estrategia personalista de empoderamiento inscrita en una línea de orientación que se inicia con la administración anterior.
La ecuación humana del totalitarismo y sus circunstancias ha triunfado en este “31 Brumario”, debajo de su linealidad, en su subsuelo, podemos observar como las logias militares se mueven como sombras chinescas.
En este sentido, dos caminantes se preguntan Quo vadis Venezuela (a dónde vas Venezuela). Los rumbos de la historia se bifurcan y el carácter intempestivo y contingente de los movimientos de la sociedad civil son un fármaco para el debilitamiento de los horizontes de expectativas, son un bálsamo alesida cuando la confianza se pierde y las expectativas se disuelven sobre un tempestuoso paisaje con fondo gris.  [En Colonia Roma, 1 y 2 de Agosto de 2014]

Luis Manuel Cuevas Quintero
luimanc@yahoo.com

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