lunes, 4 de agosto de 2014

DANIEL CHALBAUD LANGE, RESPUESTA A JOSÉ TORO H. “LA ENTREGA DE CITGO”

JOSÉ TORO H: Comencé a leer tu escrito sobre la pretendida entrega de Citgo y me vi obligado, en mi mente, a sentarme en una silla, en primera fila, en el aula del IAEDEN y leyendo, con mucha calma, cada una de tus palabras escritas, me parecía oírlas, con la emoción y la pasión venezolanista que ponías en cada una de tus intervenciones como Asesor y Conferencista en aquel antiguo templo con sabor a Patria.

No puedo negar que llevo, profundamente en mi alma, el recuerdo de mis 40 años como empleado de la industria petrolera venezolana: Creole, Lagoven y Palmaven y mi pasantía como Asesor en materia petrolera en el MEM, Iaeden y Seconasede. El sentir tus palabras, tu voz, tus pasión y tus gestos, me remontó a ésa industria, cimera entre las mejores del mundo y, modestamente, sentí el gran orgullo de pertenecer a élla durante tantos años y dar, cada día, como igual lo hicieron decenas de miles de empleados petroleros y sus familiares, mi grano de arena, desde Mensajero hasta en nivel en el cual me jubilé.

En pocas palabras has resaltado grandes verdades, sobre todo aquello de desmembrar la columna vertebral de lo que constituía su base de sustentación y sobrevivencia: el personal calificado y los miles que se estaban calificando.


También, quizás sin esa intención, has recordado algo que tiene un gran valor legal en relación a la deuda que el Estado tiene para con los más de 20.000 empleados injustamente despedidos -entre ellos están dos de mis hijos-, cuando rememoras  el público reconocimiento del para entonces Presidente de la República, aceptando el  "haber provocado el paro petrolero", lo cual logró con toda su mala intención, por cuanto las marchas de los empleados petroleros nunca tuvieron la intención de provocar ni de llegar a un paro general, sino simplemente para lograr un cambio en la Directiva de PDVSA,  que ya se adelantaba a la maléfica orden superior nacional y caribeña.

Podrán vender estructuras metálicas que se deprecian, pero nunca podrán vender la sangre de los hijos de esos empleados petroleros, porque ella es la savia nueva con que contamos para darle la vida que nuestra industria petrolera se merece.

Amigo, no bajes el perfil. Te necesitamos.

Un fraterno abrazo.

Daniel Chalbaud Lange
vonlange1939@gmail.com
@danielchalbaudl

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