jueves, 31 de julio de 2014

ORLANDO VIERA-BLANCO, ES SÓLO UN HASTA LUEGO...

​"​Ruth Capriles como lo hizo Hannah Arendt​ (en la banalizacion del mal)​ , urge a ​la necesidad de apelar a la consciencia humana, a la razón  y​ a​​l ​ser reflexivo ​"​

Ruth Capriles es unas de las intelectuales venezolanas a quien guardo mayor respeto intelectual como estudiosa de nuestro complejo linaje cultural. Historiadora implacable formada en la UCV, con doctorado en Ciencias Políticas; investigadora de la UCAB y profesora de la Universidad Metropolitana de Ética y Democracia, ha anunciado que "cuelga" su pluma (Me Despido/EL Universal/24/07-14), por lo que dejaremos de leer por esta ventana a una de las intelectuales más  densas y brillantes del país.

Ruth es autora de una extensa obra histórica, costumbrista, política y psico-social, sobre la venezolanidad y por qué somos cómo somos. Al tiempo de muy leída por sus columnas y monografías, ha desmenuzado temas como la corrupción administrativa, nuestras fracturas grupales y nuestros mitos, virtudes, carencias y reflujos. Recuerdo una entrevista que le hizo EL Nacional al tiempo del 11A-02, donde me marcó lo que ella describía como el   "síndrome de la cabra que salta al monte", que no es más  que la facilidad del venezolano de tirarse a un costado, cuando dar paso al frente tocaba. La virtud de "la unión" es una sugerencia para nosotros no un imperativo ético...En su reciente publicación, “El libro rojo del resentimiento” (Debate, Caracas,2009), abre con un epígrafe de Winston Churchill: “El socialismo es la filosofía de la ignorancia, la prédica de la envidia, y su virtud inherente es la distribución igualitaria de la miseria.” A partir de esta introducción, Capriles se adentra al estudio de uno de los rasgos típicos del chavismo: EL resentimiento. Lo describe como "...el odio o la envidia reprimidos que no tienen, no pueden tener satisfacción. Es un ansia insaciable, una emoción continuada de larga duración, que se vuelve hacia un objetivo difuso, cuya desgracia nunca redime, restituye o venga la experiencia original. Por esto, cuando un resentido llega al poder su reacción es totalitaria; nada sino la destrucción total" (p. 26/ob-cit).

Otro rasgo del discurso chavista alerta Ruth, es "la ofensa verbal, el insulto como trato cotidiano; el lenguaje escatológico y el regodeo en materias fecales". Típico del resentimiento (p. 67), ligado a la inversión de valores. "Si la pobreza, la fealdad, el crimen y la muerte son ascendidos al rango de lo bueno, sube con ellos el lenguaje de las cloacas y del infierno" (Loc.cit.). Patria, socialismo o muerte no es más que una oda al rencor que se expresa con "mirada torva, gesto rencoroso, malhablado; ignorante pero pretencioso. En fin es el altanero y pillador; el sujeto ruidoso, demasiado ruidoso; fuertemente afectivo entre los polos del odio y el narcisismo". En su análisis Ruth desnuda nuestra anomia a través de una exhibición sucinta de antivalores. Tanto alerta sobre la emocionalidad que imprime el lenguaje chavista a sus seguidores de ansias de revancha, como la que adoptamos los opositores con igual reactividad. Advierte con lucidez existencial que la mediocridad es la cara del resentido, por cierto, "una mínima porción de una clase dominante sobre otra dominada, que no guarda relación con la pobreza, la agresión o la desigualdad sino al decir de Marañón-siquiatra español-con la calidad de la persona". Así ese discurso explota, manipula y aprovecha sistémicamente, los peores rasgos de los venezolanos, nuestras idiosincrasias. Es la picaresca que Axel [Capriles, hermano de Ruth, autor de “La picardía del venezolano o el triunfo de tío conejo” (Taurus, 2008)] nos plantea como un complejo social del facilismo.

Ruth Capriles como lo hizo Hannah Arendt en su obra La banalización del mal, urge ​a ​la necesidad de apelar a la consciencia humana, a la razón ​ y​ ​a​l  ser reflexivo. Y lo hace cabalgando valientemente sobre lo más profundo de nuestras carencias: Nuestra futilidad e insipidez. Lo que ella llama nuestro "tumbaíto" o esa tendencia bastante general "a hacer las cosas con el mínimo esfuerzo de forma que la acción parece ser representación de un sainete, nunca un drama nunca comedia..." pero con gran alharaca y pantallearía agregaría. Todo alimentado de un paternalismo político tradicional que se nutre de un “maternalismo” o dependencia de una madre que siempre provee.

Este riquísimo análisis ha sido compartido por Ruth Capriles con sus lectores por décadas. Y ahora se nos aparta (no-se nos va), porque esta insigne venezolana, distinguido ejemplo de nuestra huella perenne de inteligencia, talento, preparación y decencia, se nos despide de El Universal. Respeto tu dilema Ruth, pero la ausencia de tu voz en momentos que más  demandamos reconocernos a nosotros mismos, será insustituible. Tú has sabido desglosar nuestras fallas y virtudes. Tu nos has ilustrado cuáles son esas tendencias cabrías que debemos revisar; esos resentimientos y sed de venganza que debemos desterrar y cuales las noblezas que debemos glorificar, purgando con sentido de culpa nuestro pertinaz tumbaito. Doy por descontado que regresarás pronto como lo hará el país, porque como dice el bolero, es sólo un hasta luego...no una despedida.

Orlando Viera-Blanco
vierablanco@gmail.com            
@ovierablanco

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