1. Declaraciones favorables a retomar con fuerza el camino de la unidad
han venido apareciendo en forma auspiciosa en los últimos días. Destacaré dos al azar, la de
Antonio Ledezma empeñado en poner la unidad en el centro de todos los problemas
y la de Henry Ramos Allup postulando que nada debe quedar fuera de debate en el
marco de la unidad, con presencia de todos los factores de la hora.
Uno
y otro reconocen que la MUD, con sus inevitables limitaciones, es el marco a la
mano para facilitar el diálogo en el seno de la alternativa democrática.
Construir órganos unitarios es la tarea más complicada dentro de su aparente
sencillez, porque la disidencia democrática se ha extendido a todos los
rincones del hacer social. No hay fuente más nutrida de dirigentes nuevos que
los que diariamente aparecen en la acera opositora. En el oficialismo, en
cambio, las mismas caras se rotan hasta el bostezo: del gobierno al partido y
del partido al gobierno.
No
hay sangre nueva.
¿Por
qué ocurre eso?
La
respuesta es sencilla como el pan. No serán muchos ni muy diestros los que se
comprometen a defender un modelo de gobierno honda e inapelablemente fracasado.
Sucederá lo contrario con los críticos de semejante modelo, más si se declaran
democráticos. Más allá de retóricas, decir “democracia” es decir “diversidad,
pluralismo”. Muchas opiniones correspondientes a las variadas corrientes
existentes en toda sociedad, obligadas a dialogar entre ellas y con el otro. Si
saben hacerlo, la victoria la tendrán al alcance de la mano. Si no, será como
la piedra de Sísifo, siempre rodando por la cuesta cuando se creía llegar a la
cumbre.
El
gobierno tiene por delante la peliaguda tarea de sacar el país del pantano
donde lo ha hundido. Necesita un programa de ajustes y un paquete más doloroso que
todo cuanto se conoció en Venezuela. Para la oposición debería ser más fácil.
Entendiendo sus importantes y necesarias diferencias, solo cabría unirse en el
fundamental objetivo de propiciar un cambio democrático. Eso buscan todos los
pensantes, todos los perseguidos políticos.
2. Pero los coléricos se molestan cuando estas supremas
causas avanzan y se consagran a impedir el éxito. Los
hay allá y aquí. Maduro –en tratos casi inocultables con el odiado FMI-
quisiera dar un cambio total de rumbo hacia la sensatez, a sabiendas de que por
haber arruinado a Venezuela, el paquete en ciernes debería exigir sacrificios
diabólicos que intensificarán el hervidero social y agrietarán más el edificio
del poder. Marea Socialista y otros grupos son paradójicos.
En
el lado positivo luchan contra la burocracia, el despotismo interno, el
“digitalismo”, los sagrados derechos de elegir, ser elegido y debatir
libremente en su partido. Les molesta hasta lo imposible que el poder convierta
la elección de delegados al Congreso del partido en una vulgar caricatura. Les
indigna que 40% de los participantes con voz y voto sean “natos”, vale decir:
diputados, ministros, alcaldes y solo el resto serían elegidos en una consulta
tan cuestionable que pierde todo su valor. En fin: el poder constituido
sometiendo en un puño al pomposo poder constituyente.
En
el lado negativo consideran la apertura económica y causas políticas como la
amnistía y el castigo a los torturadores como concesiones derechistas y formas
de traicionar el legado del difunto eterno. Cuando son los posibles salvavidas
–y solo si funcionan bien, lo cual no es poco decir- que podría ayudarlos a no
desaparecer en el tremedal de la historia.
Marea
Socialista y demás grupos críticos crecen día a día a horcajadas del enorme
descontento nacional, pero extrañamente van contra el cambio inevitable y se
activan ferozmente contra cualquier posibilidad de avanzar en esa dirección.
3. Algunos coléricos de la oposición torpedean la unidad
precisamente en el momento en que su rival pide oxígeno porque el agua le llega
al cuello. Objetan voluntaria y caprichosamente del
mejor instrumento –el único, pienso- de convertir la alternativa democrática en
protagonista del cambio y deus ex machina de la transición hacia una Venezuela
abierta a todos, incluso al partido actualmente dominante.
¿Por
qué diablos, hábiles en suponer secretas traiciones en los demás, no relacionan
la intensificación de los rumores que corren contra la unidad y la MUD con las
tormentas en el cielo del gobierno? ¿Olvidaron la trama de los laboratorios de
guerra sucia y los asesores foráneos al respecto?
La
inocencia se presume, reza un apotegma del derecho. La culpabilidad hay que
demostrarla. Como sabemos, fue el actual régimen el que impuso lo contrario. La
presunción de culpabilidad y el inmediato castigo sin debido proceso. Podría
uno imaginar que la cultura chavista se ha infiltrado hacia este lado.
Afortunadamente
lo líderes de los principales partidos democráticos (Primero Justicia, AD,
Copei, Proyecto Venezuela, UNT, ABP, Voluntad Popular, Vente Venezuela) han
comprendido esta verdad de a puño y comienzan a presentar propuestas que la
materialicen. Esas ideas serán discutidas en el marco de la unidad, conforme
afirman los voceros más acreditados.
Lo
esencial es evitar que los agravios retóricos o las desconfianzas históricas
prevalezcan por sobre la gran causa de la unidad, el objetivo común reclamado
por la doliente Venezuela y por los presos y perseguidos, los parientes de los
asesinados en esta era de violencia desparramada e impune que une a tirios y
troyanos frente a un abismo de muerte.
Americo
Martin
amermart@yahoo.com
@AmericoMartin
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