Cuanto más leo sobre la ola de corrupción
gubernamental que azota a Argentina, Brasil, Ecuador, Venezuela y otros países
donde funcionarios de alto rango están siendo acusados de robar fortunas con
casi total impunidad, tanto más me gusta una nueva propuesta que está circulando
en círculos legales internacionales: la creación de una Corte Internacional
Anticorrupción.
La idea de crear una Corte Internacional
Anticorrupción, siguiendo los pasos de la ya existente Corte Penal
Internacional, con sede en La Haya, ha sido propuesta por el juez federal y ex
funcionario del Departamento de Justicia de Estados Unidos Mark L. Wolf. El
funcionario explicó su propuesta en detalle en un artículo publicado esta
semana en el sitio web del centro de investigaciones Brookings Institution de
Washington D.C.
Wolf afirma que hay que crear una Corte
Internacional Anticorrupción porque muchos gobiernos han creado una cultura de
impunidad, en la que no existe la voluntad ni la capacidad de investigar,
procesar o castigar la corrupción.
Así como la comunidad internacional creó en
el 2002 la Corte Penal Internacional para procesar abusos masivos de los
derechos humanos cometidos por funcionarios de alto rango de países que no
quieren o pueden investigarlos por sí mismos, la comunidad internacional debería
hacer lo mismo ahora para procesar la corrupción de alto nivel —que él denomina
“gran corrupción”— que permanece impune, dice Wolf.
Wolf escribió su artículo pensando en países
como Rusia y Nigeria, pero hubiera encontrado ejemplos igualmente buenos —o mejores—
en Latinoamérica.
En varios países, gobernantes electos han
socavado gradualmente el sistema de división de poderes del Estado, controlando
sus sistemas de Justicia por medio de la designación de jueces y fiscales
afines, y —en el caso de Ecuador y Venezuela— silenciando a los medios
opositores. Como consecuencia, hay varios gobiernos que gozan de licencia para
robar.
Examinemos algunos de los últimos titulares
en Sudamérica. En Argentina, donde pese a los esfuerzos de la presidenta
Cristina Fernández de Kirchner para silenciar los medios independientes aún
existen periódicos que denuncian la corrupción gubernamental, casi no pasa un
día sin que hayan nuevas revelaciones sobre los negociados del vicepresidente
Amado Boudou.
Boudou ha sido acusado de comprar a través de
sus amigos una importante empresa mientras era ministro de Economía. Pero no se
trataba de una empresa cualquiera: era la compañía que imprime la moneda del
país.
Y no solo eso, sino que ha sido imputado en
casi una docena de delitos, incluyendo el de usar su cargo para condonar deudas
de la empresa emisora de billetes y, más recientemente, de fraguar los papeles
de un auto Honda convertible, rojo, en un intento de evitar que lo reclamara su
ex esposa durante el juicio de divorcio.
Sin embargo, hasta el momento, Boudou sigue
sonriente en su cargo, y se desempeña como el Presidente del país cada vez que
Fernández de Kirchner viaja al exterior.
La propia Fernández de Kirchner ha estado en
el centro de varios escándalos financieros, incluyendo, en el 2007, el
descubrimiento de una valija con $800,000 en efectivo traídos al país a bordo
de un avión del gobierno venezolano por el venezolano-estadounidense Guido A.
Antonini Wilson, quien reside en Key Biscayne, Miami.
Estados Unidos arrestó a cuatro emisarios que
llegaron a Florida para tratar de sobornar a Antonini Wilson para que no
declarara, y uno de ellos —según el fiscal estadounidense— declaró que el
dinero era para la campaña de la entonces candidata Fernández de Kirchner.
En Brasil se han realizado docenas de
investigaciones periodísticas —que desataron protestas nacionales— sobre
enormes sobrefacturaciones en proyectos gubernamentales de infraestructura para
la reciente Copa del Mundo. Entre ellos se contaba el estadio Garrincha, de Brasilia,
cuyo presupuesto se triplicó hasta alcanzar $900 millones. Según auditores
oficiales, los costos se dispararon por sobreprecios pagados por materiales de
construcción.
En Venezuela y Ecuador ya no hay división de
poderes, y han sido silenciados los medios opositores que denunciaban la
corrupción gubernamental. No resulta sorprendente, entonces, que Transparencia
International, la organización no gubernamental de lucha contra la corrupción,
considere a Venezuela el campeón de la corrupción en el continente, y uno de
los países más corruptos del mundo. (Ocupa el puesto 160 entre 175 naciones en
su ranking mundial de Percepción de Corrupción).
Mi opinión: Me gusta la idea de Wolf de crear
una Corte Internacional Anticorrupción, al estilo de la Corte Penal Internacional.
Es cierto que la Corte Penal Internacional ha
hecho poco hasta ahora, en parte porque Estados Unidos y otros países no la
reconocen. Pero Wolf alega que la corte anticorrupción tendría mucho más apoyo
en Washington y Europa, porque las empresas estadounidenses y europeas ya deben
cumplir con leyes antisobornos, y se beneficiarían mucho si sus competidoras
rusas y chinas tuvieran que regirse por estándares semejantes.
Ojalá despegue el proyecto de esta Corte
Internacional Anticorrupción. Ayudaría a luchar contra la cultura de la
impunidad existente en muchos países.
Andres Oppenheimer
aoppenheimer@elnuevoherald.com
@oppenheimera
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