domingo, 27 de julio de 2014

OMAR ÁVILA, ¿PATRIA DE QUIÉN?


Hoy Venezuela está amenazada y chantajeada por la insurgencia militar, que ejerciendo impositiva e inconstitucionalmente el poder, pretende destruir nuestro legítimo orden constitucional y nuestro sistema democrático, traicionando y entregando la Nación a fuerzas enemigas extranjeras, al extremo de prestarse para el ingreso de mercenarios para asesinar, torturar y vejar a nuestra población desarmada, específicamente, a nuestra juventud estudiantil, auténtico futuro digno y virtuoso de la Patria.
                     
Todo por un desmedido interés saqueador del patrimonio público, que no vacila para aprovechar las oportunidades delictivas, para incurrir en vicios e ilícitos como el narcotráfico y el ahora denunciado internacionalmente tráfico de personas.

Hasta dónde nos llevará la desmoralizada y orquestada complicidad de los aviesos miembros de los complotados poderes públicos, que patentizan la conjura de la insurgencia contra nuestro legítimo y soberano orden Constitucional, validos de temerarias y desviadas interpretaciones de nuestra Constitución, pretendiendo destruir los fundamentos de nuestra identidad republicana, queriendo arrasar lo que por arraigo y tradición hemos asumido como legado de nuestros ilustres antepasados.

Nadie está por encima de la Constitución, nada puede modificar y mucho menos alterar, el espíritu propósito y razón de los preceptos de la Ley fundamental de la República, que exalta el carácter progresivo de nuestros Derechos y Garantías, en clara sintonía con la evolución universal de los Derechos Humanos.

Las armas convencionales de la república, son exclusivas para defender y proteger a la población y a la soberanía, nunca para agredirla y mucho menos para traicionarla entregando o cediendo su territorio a fuerzas extranjeras, o para incurrir en aberrada  parcialidad política de persona o partido político.

La autoridad militar es incompatible con la autoridad civil, a quien siempre estará sometida. Esto en atención a la insólita interpretación de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia que les permite a los militares la participación en los actos de proselitismo político, y sobre el cual, nadie ha dicho nada.

La desvirtualización democrática de Venezuela está a la vista. La partidización de la Fuerza Armada Nacional, es la última de las afrentas del régimen para ejercer el poder de manera intimidatoria. Queda en manos de la sociedad democrática impedir semejante pretensión.

Omar Avila
oavila1973@gmail.com
@omaravila2010


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