miércoles, 4 de junio de 2014

SIXTO MEDINA, LA PRÁCTICA DE LA TORTURA

Es muy doloroso comprobar que la tortura, una de las lacras más infames de la humanidad sigue siendo una práctica habitual en gran número de países, admitida o prohijada por las autoridades en algunos casos, o bien como trasunto de conductas individuales sádicas que no termina de ser sancionada con la debida energía por las sociedades en que ocurren.

Amnistía Internacional ha proporcionado otro informe sobre esta terrible forma de corrupción de las relaciones humanas y sus datos actualizados, no difieren mayormente de los conocidos con anterioridad, lo cual, asimismo, debe causar desazón en cuanto constituye un claro índice de la extrema lentitud con que avanzan las ideas y actitudes que procuran enaltecer la condición humana. Por supuesto esta deplorable circunstancia no debe ser motivo de desánimo o de desistimiento en la lucha contra la tortura; por el contrario, tiene que ser incorporada a la conciencia de cada uno de nosotros como un estímulo  más para continuar y profundizar los esfuerzos por erradicarla.

Constituciones, códigos, leyes y normas  prohíben la tortura, de manera tajante, en casi todos los países; no obstante, merced a la sistemática vista gorda que hacen muchos responsables políticos y gobernantes a la indiferencia cómplice de ciertos estamentos judiciales, los apremios físicos siguen existiendo en  regiones del planeta, muchas veces como desviación moral de los procedimientos policiales y, en ocasiones, como horrible añadido habitual a las persecuciones políticas, religiosas, étnicas partidarias. Hoy la tortura es una intolerable violación de los derechos humanos, radicalmente contraria a la dignidad del hombre.

Es muy difícil hacer una estimación cuantitativa de esos actos denigrantes. El estudio de Amnistía Internacional. Habla de alrededor de 70 países en los que la tortura constituye una práctica común, entre ellos Venezuela. En Madrid presentó un informe, Venezuela: los derechos humanos en riesgo en medio de las protestas en el los que se denuncia y documenta casos de torturas, abusos, detenciones arbitrarias, indefensión y violaciones de los derechos humanos contra opositores al gobierno de Nicolás Maduro. Las manifestaciones han dejado, hasta ahora, 43   personas muertas, estudiantes presos en el Sebin y otros en cárceles comunes. Abunda el informe en datos de singular patetismo a propósito de las feroces modalidades con que, según los lugares, se ejerce la tortura como castigo o como método para que la persona hable o confiese.

Esta referencia se vincula con países en que los azotes, y castigos corporales, tienen carácter de normas de aplicación formal. Numerosas convenciones prohíben la tortura con leyes nacionales coincidentes. Hay, sin duda, un amplio y casi absoluto consenso en la opinión pública mundial a propósito de la necesidad de condenar y erradicar esa práctica, junto con un sentimiento, aproximadamente universal acerca de la infamia que recae sobre quienes ejecutan, promueven o consienten la aplicación de torturas. Es necesario unirse en una vigorosa campaña para barrer este vergonzoso testimonio de los extravíos a que sigue siendo arrastrada, en muchos casos la humanidad.

Sixto Medina
sxmed@hotmail.com
@medinasixto  

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