miércoles, 4 de junio de 2014

ENRIQUE MELÉNDEZ, EL APOSTOLADO DE SIMONOVIS

         
La Venezuela decente ora porque Simonovis no venga a ser un segundo Brito; no obstante, el gobierno frente a este caso parece seguir el consejo de Maquiavelo; quien aseguraba que la muerte de un individuo, en particular, por causas políticas, no comprometía para nada la estabilidad del régimen; cuando, por el contrario, por esta vía resultaba ganancioso en términos de proyección de terror: “si es así, con una pobre víctima inocente; como será entonces con aquél que descubre que sí es el auténtico conspirador contra su régimen”, y que es lo que uno piensa a partir de allí.

         En época de Gómez, el dictador era más despiadado: “Me lo meten en la última mazmorra; donde se pudra, y sólo me den noticias de él, cuando se muera”; fue lo que alegó el déspota andino cuando le fueron a solicitar la libertad del poeta Pío Tamayo, a quien una infección nasal lo consumía en los calabozos de sus cárceles. Ningún espíritu misericordioso abriga esta gente, y siendo lo que en otras épocas sí lo reclamaban para sí: momentos, como dice Jaua, cuando ellos estaban en la calle.
         Porque, por lo demás estamos ante un régimen de terror, y siendo, precisamente, Iván Simonovis, llevado a tal estigma; es decir, a ser acusado de terrorista. En otras palabras, a ser el endoso de la violencia desatada por ellos en un lejano 11 de abril de 2002; cuando una marcha pacífica se dirigía a Miraflores, con el objeto de pedir la renuncia de Hugo Chávez, y la misma fue masacrada por francotiradores; que el sentido común le dicta al venezolano que pertenecían al gobierno; sobre eso se ha escrito en abundancia, desde artículos en periódicos y revistas, hasta libros; no obstante, aquí está el endoso, a Simonovis se le carga esta gente.
         Sobre la circunstancia de Simonovis bailan desde Nicolasote, dicen, y que presionado por cierto sector del chavismo, que no tiene paz con la miseria, y que le angustia que se sepa la verdad, acerca de quien fue el que, en verdad, pagó los pistoleros de Puente Llaguno; así como los que apostaron en las azoteas de los edificios del entorno de Miraflores; bailan los jalabolas, que escriben en los medios impresos oficiales, amén de algún medio independiente, y en el portal Aporrea.com, y quienes para ganarse los galones de buenos abyectos tienen que apelar a su buena dosis de cinismo y de humor negro, a propósito del martirio de Simonovis; bailan los familiares de las víctimas, a quienes saca el gobierno, cada vez que la cosa se le pone peliaguda con este caso, como una especie de escenario portátil, y lo hacen con todo el descaro del mundo; porque aquí uno ve que hay más de un impostor; cuando no, gente comprada y manipulada, y si es así, dicho descaro es doble, tanto del comprador, que en este caso es el gobierno; para quien, volviendo al tratadista político florentino, “el fin justifica los medios”, a propósito de la versión de los hechos del 11, 12 y 13 de abril de 2002, y el comprado, para quien la vida del otro no vale nada; si es que ha transformado su muerte en un comercio, porque, pongámonos de acuerdo, hasta ahora no se ha dado ninguna evidencia contundente de la culpabilidad de Simonovis; donde se compruebe que, en efecto, Simonovis tomó el centro de Caracas con una banda de criminales, en las narices de Casa Militar, y entonces masacró una marcha pacífica, que se dirigía al palacio de Miraflores, y con un fin muy fascista, como precisamente, era el buscar que al gobierno se le culpe de este hecho.
         Luego están los antecedentes de Simonovis: un comisario policial y, en consecuencia, dedicado a la lucha contra el crimen; uno de los más importantes detectives, con que cuenta Venezuela, y que al día de hoy debería estar ocupado, formando profesionales, a ese respecto; sin ninguna militancia pública en algún partido político; menos en movimientos terroristas, que por ahí pudiera venir la explicación de tal conducta suya ese día, volviendo al escenario del 11 de abril; un hombre dedicado a su profesión, resulta inconcebible verlo en estos afanes, y es por esto que frente a ese discurso truculento del oficialismo, de pegar una cosa con la otra, sin orden y conexión entre una y otra, uno observa la irracionalidad de esta gente; la poca idea que tienen, de eso que decía atrás el sentido común del venezolano; que para nada les compra ese cuento, y, por lo demás, repito, sobre el que se ha escrito hasta el hartazgo.
         Porque aquí lo que cuenta es la vida de Simonovis, y para volver a lo de su circunstancia, ésta me hace recordar una frase que repetía mucho José Vicente Rangel hace muchos años atrás de Sartre (sartrismo a la moda, como lo calificaba Angel Rama): “La vida de un hombre vale más que la catedral de Chartres”. Algo que en esta oportunidad parece pasarle por delante; habida cuenta de que frente al caso Simonovis está muy lejos de ser aquel líder independiente de izquierda; que aglutinaba sectores y partidos; para no decir masas, con aspecto de “lord”, como se le decía en su momento, y esto gracias, como se observa, a un discurso basado en  la defensa de los derechos humanos.
         Tanto más que esa vida de Simonovis pende para el sostenimiento de una mentira. He allí su apostolado. Pero no buscado, sino impuesto, y, precisamente, por órdenes de una gente que, en otrora, hacía profesiones de fe a favor del espíritu más humanitario del mundo; lo cual se presta para que uno observe, entonces, a partir de allí lo que ha sido la gran comedia de una persona o de un grupo de personas, que resultaron más viles, que las vilezas, de las que ellos se sentían víctimas; y la prueba de esta mentira está en la boca del ex magistrado Aponte Aponte, quien confesó que el propio Hugo Chávez le ordenó que le levantara ese expediente a Simonovis. Claro, también ellos necesitan de la mentira; miente que algo queda, como decía Goebbels; que es lo que le permite a esta gente ganar un día más de vida en ese paraíso, con el que nunca soñaron “cuando estaban en la calle”.
Enrique Melendez O.
melendezo.enrique@yahoo.com
@emelendezo            

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