domingo, 15 de junio de 2014

JESÚS ANTONIO PETIT DA COSTA, UNA CONSTITUYENTE AHORA ES UN SUICIDIO

María Corina de Machado ha propuesto una hoja de ruta. El próximo paso a dar sería constituir una alianza político-social de todos los que coincidimos en que “la salida está en la calle”. Me parece acertado hacer esto de inmediato, porque corrige un error: haber tomado la calle sin dirección y sin organización que previese la caída en prisión de los dirigentes. 

Esperamos que cumpla lo prometido. Y que en el seno de la alianza se discutan objetivo, estrategia y organización, únicas garantías de la victoria, que así estaría próxima.

Me ha sorprendido, sin embargo, que un vocero de Voluntad Popular anuncie que su partido va a empezar a recoger firmas para la convocatoria de la Constituyente.

Así comenzamos mal. Es poner la carreta delante del caballo. Dar el segundo paso sin haber dado el primero: constituir la alianza. ¿En qué se diferenciarían entonces la alianza propuesta y la MUD? En nada.

Ambas coincidirían en que la salida no está en la calle, sino en unas elecciones imposibles de ganar por el ventajismo y el fraude. Ambas coincidirían en el engaño a los electores. Veamos porqué.

Para convocar válidamente a una Constituyente hay que reconocer la legitimidad de un CNE integrado inconstitucionalmente por cuatro fichas comunistas del gobierno y un colaboracionista. Hay que aceptar un registro electoral adulterado, con millones de electores fantasmas. Hay que aceptar la votación por las máquinas del gobierno y la transmisión de datos por la telefónica del gobierno En fin, hay que aceptar de antemano el ventajismo y el fraude. Esto es lo que viene haciendo la colaboracionista MUD.

Este CNE cuestionado sería el que suministraría las planillas de recolección de firmas. Nada impide que incluyan la exigencia de huellas digitales y una foto del firmante. Al recoger las firmas, los promotores de la Constituyente le estarán prestando un servicio invalorable a la tiranía comunista: identificar a sus adversarios. No menos de tres millones y medio que pasan al registro del G-2 cubano, el cual maneja a las policías venezolanas.

Está demostrado desde 2004 que en Venezuela la iniciativa popular es el modo tramposo inventado para que los electores de oposición renuncien voluntaria e ingenuamente a la garantía del secreto del voto, que tanto costó conseguir. Los recolectores de firmas le regalarían a la tiranía comunista los datos necesarios para actualizar la Lista Tascón y la Lista Maisanta. Esto, señores, sería un crimen imperdonable y una delación repudiable. En una tiranía, que aumenta progresivamente la represión, hay que preservar hasta donde sea posible a los opositores que no hacen política activa, guardando la confidencialidad que demanden sus circunstancias personales, ya que mientras la tiranía no los identifique pueden ser útiles para tareas clandestinas (aportes, información, correos, escondites o conchas, etc.)

Presentadas las firmas, el CNE pondría tachar muchas con el fin de que los promotores le amplíen el registro de adversarios del régimen. Y aún así, puede declararlas insuficientes para la convocatoria. En este momento Maduro, para quedar como un demócrata consumado ante la comunidad internacional, podrá decir: “A pesar de que los burgueses apátridas no han conseguido el número de firmas requerido para convocar a la Constituyente, yo como demócrata que soy he decidido complacerlos convocándola por decreto. Es para que el pueblo les dé una lección que aprendan para siempre.”

Desde luego él tendría asegurado el triunfo, no sólo por el ventajismo y el fraude sin problemas por el control que tiene del CNE, sino por las condiciones para la elección que serían las mismas de 1999: cada elector vota hasta cinco veces. Es lo que se llamó el kino. Al votar cinco veces, o sea, por cinco candidatos, queda eliminada la representación proporcional y así, asegurada la mayoría con el fraude, los comunistas ganan el 90% de los diputados a la Constituyente. Y entonces, en nombre del pueblo soberano, dictan una Constitución comunista que instaure el Estado Comunal (Comunista) y establezca una cláusula pétrea: “el socialismo (por pudor así llaman al comunismo) es irreversible.” Igualita a la Constitución de Cuba.

Ya lo dije y ahora lo repito: primero se toma el poder y después se convoca a la Constituyente. No sean tercos. Una Constituyente ahora es un suicidio.

Jesus A. Petitt Da Costa
petitdacosta@gmail.com
@petitdacosta

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