viernes, 20 de junio de 2014

EDUARDO FERNÁNDEZ, MADURO

El hecho político más significativo de esta etapa es que la conducción del Gobierno pasó de las manos de un jefe único e indiscutido a un difuso liderazgo colectivo cívico-militar.

El presidente Maduro tiene una disyuntiva: o renuncia o asume plenamente su responsabilidad. 

Si renuncia, se encarga el Vice-presidente y hay que elegir un nuevo presidente en el lapso de un mes. ¿Estará preparado el país para unas nuevas elecciones presidenciales en el lapso de un mes? ¿Estarán preparados los partidarios del gobierno? ¿Estarán preparados los partidarios de la oposición? ¿Habrá acuerdo sobre el árbitro electoral?

La otra alternativa es que Maduro asuma plenamente su condición de Presidente de la República. De acuerdo con la Constitución nacional, el Presidente es el jefe del Estado, el jefe del Gobierno, el comandante en jefe de la Fuerza Armada Nacional, el conductor de las relaciones internacionales del país y el jefe de la Hacienda Pública.

El hecho político más significativo de esta etapa es que la conducción del Gobierno pasó de las manos de un jefe único e indiscutido a un difuso liderazgo colectivo cívico-militar. En este esquema, el Presidente aparece como una suerte de primus inter pares que tiene que negociar cada decisión y que sigue siendo el director de un gobierno ajeno, cuyo verdadero líder está irremediablemente ausente.

En mi opinión, Maduro debería hacer tres cosas: en primer lugar, cambiar radicalmente la composición humana de su gabinete. Formar un gobierno nuevo. Organizar un equipo de gente reconocidamente competente y honesta que sustituya al gobierno heredado. Pero no hacerlo con cuentagotas, como parece estarlo haciendo con Giordani, sino de frente y radicalmente.

En segundo lugar, cambiar las políticas equivocadas que nos han conducido a esta catástrofe económica. Y hacerlo también abierta y radicalmente. Anunciar al país que abandona las políticas equivocadas y que, con todo coraje, como jefe del Estado y como jefe de Gobierno, asume una rectificación impostergable.

En tercer lugar, tomar las decisiones que tienen que tomarse para enfrentar la crisis sin estar pensando en las próximas elecciones. Para eso sería más cómodo decidirse a no ser candidato a la reelección presidencial.

¿Será demasiado pedirle? Si lo hace bien, pasará a la historia con luz propia.

Seguiremos conversando.

Eduardo Fernandez
efernandez@ifedec.com
@efernandezve

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