Por
doquier la interrogante del entorno es ¿qué va a pasar? Y de seguida, ¿cuáles
son las herramientas para protegernos en este caos en que nada parece
predecible? Indudablemente la realidad nos luce sórdida, cuyo significado
etimológico se refiere a mezquina, avarienta, impúdica, cínica; ninguna norma
es suficiente para limitar el desbordamiento de falacias e imposición de la
mentira que pudiera debilitar la arbitrariedad.
Los
recientes intentos de "diálogo" han sido oportunidad para demostrar
la falacia de que todo acuerdo es válido siempre que sea el que yo impongo
desde el poder. No hay disposición para entender las aspiraciones y diversidad
del país. El reciente documento de la comisión de cancilleres es una respuesta
con lenguaje diplomático sobre la ausencia de acuerdos. Para algunos puede ser
ganancia de tiempo, como para el Gobierno, que con la represión continua está
sintiendo que ya dominó "la calle" y por lo tanto puede seguir
haciéndolo ya que los negociantes de buena fe lo consideran legítimo
electoralmente.
Para
otros, más que un fracaso es la evidencia de la negativa a rectificar o revisar
la imposición totalitaria contra los derechos de los ciudadanos, entre los que
se evidencian el bienestar diario de la seguridad, abastecimiento, derecho a la
protesta por las aspiraciones propias y especialmente, por encima de todo,
"la vida" y tal vez lo más destacado es que este malestar de
múltiples rostros no tiene vuelta atrás.
Pero
la historia es una lección constante de que nada es lineal. Hay contingencias
inesperadas que cambian el rumbo de las decisiones impuestas. Demostración
palpable es la crisis de divisas en un país petrolero la cual se evidencia en
la falta de ajuste de las pensiones de los jubilados al nuevo salario mínimo.
El
"default" en no pagar las deudas existentes y en consecuencia, la
parálisis de la producción nacional y extranjera con el consecuente desempleo y
la protesta. El regreso violento de los becarios nicaragüenses del Alba con
vacíos en la acreditación que hicieran de estudios truncados.
La
falta de control personal en las declaraciones oficiales es clara señal de
estar dispuestos a llevarse por delante todo obstáculo. Se prepara un paquete
que signifique ajustes en la economía pero para ello se requiere fortaleza en
las instituciones que puedan llevarlo a cabo y cohesión en las élites
dirigentes para afrontar las dificultades de los compromisos.
Con
tres mil detenidos, juicios forjados y rapiña constante, ¿cuál es el músculo
dirigencial y la credibilidad de los compromisos para aguantar estas
decisiones?
Perdidos
en la jungla de los fanatismos y legados, se busca una brújula que señale la
necesaria amnistía de las inmensas grietas que dividen, la credibilidad y
confianza en que nada es eterno.
No
hay vuelta atrás. Las transiciones actúan como fuerzas invisibles, dolorosas,
pero son la realidad del tejido social y hasta ahora no hay recetas para
desaparecerlas.
Mercedes
Pulido
mercedes.pulido@gmail.com
@mercedespulidob
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