EL
DIÁLOGO QUE NO HA SIDO...
No
hubo diálogo. Hubo debate y lo ganó ampliamente la representación opositora que
asistió. Desde la elocuencia de Henry Ramos Allup hasta la parquedad
documentada de Omar Barboza, que le dijo a Rafael Ramírez el tipo de fracaso
monumental del cual era responsable. La gestualidad de los dueños del poder
demostraba con profusión que sólo saben hablar en cadena cuando nadie los
contradice o les responde, y que quedan colgados de sus frases hechas,
refranerías y lugares comunes en el momento en que se requiere dialéctica
argumental. No es que no saben hablar sino que no saben de qué ni cómo, cuando
de debatir se trata.
El
gobierno tuvo que aceptar esta situación porque está con el agua al cuello. La
calle, la protesta encendida, lo obligó a buscar oxígeno con un diálogo que,
hasta el momento, no es tal, aunque pudiera ocurrir en la medida en que se
apuntara a resultados específicos como los que el movimiento estudiantil y
diferentes voceros democráticos han planteado. Los del gobierno es claramente
una patraña; dialogar implica negociar, ceder, cambiar, rectificar, sobre todo
del lado de quienes ejercen el poder, y sus voceros ya han dicho que no están
dispuestos a "ceder", y sólo han cedido -sentarse a un debate ante
las cámaras de televisión- porque la calle los ha puesto en ese brete. Si este
encuentro inicial se encaminara al diálogo no sería sobre la base de desmontar
la protesta sino de acentuarla en los términos democráticos y no violentos que
sus dirigentes han planteado; ya se sabe de sobra que al régimen se le obliga
por la acción ciudadana y no por la potencia de los razonamientos, por más
contundentes que sean.
El
procerato rojo maniobra. Busca ganar tiempo para salirse de la asfixia que le
han producido sus propios gases tóxicos, la represión y las muertes de las
cuales es autor. Aparenta diálogo y busca que las diferencias en la oposición
se transformen en división. Por tanto, resulta un contrasentido que algunos
dirigentes opositores que asistieron al debate y que acusan a otros dirigentes
de la oposición de ser los responsables, por radicales, de las protestas, no
asuman que si así fuera, esos radicales les habrían permitido el escenario del
debate que ganaron. Si María Corina, Leopoldo López, Antonio Ledezma y los
demás dirigentes fuesen "los culpables" del levantamiento que hay en
el país también lo serían de haber obligado al gobierno a sentarse con el otro
sector de la oposición en cadena nacional, parte del cual ha condenado las
protestas que despejaron el camino para decirle unas cuantas cosas a Maduro y
su séquito.
Es
claro que el gobierno y algunos miopes quieren que las diferencias en la
oposición se transformen en ruptura entre los "sensatos" y los
"exagerados". Sin duda, le haría más fácil al gobierno la represión
contra los dirigentes de #lasalida, Leopoldo López y Voluntad Popular, María
Corina y Antonio Ledezma, y también en contra de los estudiantes independientes
y de los líderes populares que protestan, pero sería un negocio suicida; los
"sensatos" quedarían sin base social significativa a merced del
régimen que en ese preciso instante evaporaría estos amagos conversatorios. No
hay que olvidar en estos días de abril lo que hizo Chávez después que los
militares que le pidieron la renuncia -"la cual aceptó"- lo
repusieron: diálogo y mareo, mareo y diálogo, hasta que se sintió fuerte y
mandó todo al diablo. Luego de las elecciones municipales de diciembre pasado,
hubo un par de reuniones con algunas intervenciones sólidas y otras
lamentables, pero cuando el poder sintió que las piernas no le temblaban,
volvió a las andadas hasta que la protesta iniciada el 12 de febrero le paró el
trote.
La
situación ahora es diferente. La protesta permanece, no hay dirigentes que se
desmarquen abiertamente de ésta, no hay quienes se opongan a un diálogo
genuino, existen exigencias compartidas y los resultados se verán en los
próximos días.
LA
DIVISIÓN DEL GOBIERNO.
Las
fisuras en el régimen florecen, son graves y crecientes. Las diferencias entre
los miembros del cogobierno rojo se hacen cada vez más evidentes, especialmente
entre Maduro y Cabello, en un pleito en el que el otro factor, el general
Rodríguez Torres, se aleja unos centímetros para no ser salpicado. La
intervención incoherente de Diosdado Cabello en la reunión comentada no refleja
sólo un problema conceptual sino también político; posiblemente todos quieran
impedir cualquier amago de diálogo, pero además el Capitán quiere sustraerle
todo poder a Nicolás mediante el procedimiento de marcarle la pauta con
medidas, desafíos y agresiones que no le consulta.
Esa
división al interior del poder rojo aunque viene de lejos, de la decisión
sucesoral que salvo Maduro todos sus pares consideran como absurda, se ha
incrementado en la medida en que las bases chavistas y niveles importantes de
la dirección media, muestran signos de impaciencia por la tragedia económica y
la descomposición política. En los corrillos del poder se comentan, ya con
algún descaro, las tratativas para que una transición que reemplace al que
funge ahora de jefe se realice pronto dentro de los próceres rojos, hacia los
más moderados, antes que el poder se desplace a los que consideran de "derecha",
es decir, los opositores más firmes.
LA
VERDAD ANDA EN COMISIÓN.
La
designación de la Comisión de la Verdad en la Asamblea es otro capítulo no por
grotesco, menos importante dentro de las estratagemas oficiales. América Latina
tiene experiencia en la materia. Una comisión de esa naturaleza no puede estar
integrada por los victimarios y, sin duda, sus miembros deben llenar requisitos
éticos para la sociedad en su conjunto. El proceso de establecer lo que se
denomina "la verdad", requiere que las víctimas o sus relacionados
hablen directamente; además, demanda el establecimiento de reparaciones, tanto
simbólicas y morales, como pecuniarias y judiciales. Su nacimiento y desarrollo
es en extremo complejo y no puede ser decidida ni su composición ni su operación
por uno de los principales inspiradores de las agresiones perpetradas contra
los demócratas.
LA
PRUEBA.
La
prueba de todo este proceso se medirá en resultados. Así como el gobierno tuvo
que buscar un burladero para aparentar diálogo, en el cual salió corneado, así
buscará otros. Por esta razón los motivos de la protesta nacional en marcha se
mantienen. La necesidad del reemplazo constitucional del régimen se mantiene.
El papel de los dirigentes políticos y de los estudiantes que así piensan es sólido.
De todos modos, ahora que los dirigentes democráticos, tanto los que las
apoyaban como los que se les oponían respaldan las protestas, se puede decir
que la agenda de demandas al gobierno se ha vuelto compartida hoy por toda la
oposición. La unidad tiene extrañas formas de florecer, pero florece.
Carlos
Blanco G.
www.tiempodepalabra.com
@carlosblancog
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