La muerte de unos 20 venezolanos, la
detención de Leopoldo López y varios estudiantes, más el atropello a
periodistas y las amenazas a otros y a los editores de diferentes medios de
comunicación social, ejecutadas unas por el
aparato represivo del gobierno de Nicolás Maduro, apoyado por el Poder
Judicial bajo su control, no detendrá la heroica gesta de los estudiantes en la búsqueda de un
sistema de libertad y democracia.
En la historia contemporánea de la humanidad tanto las dictaduras sostenidas mediante la represión brutal contra quienes piensan distinto, como aquellas que pretenden lavarse el rostro oscuro de la violencia, exhibiendo una fachada democrática por su origen electoral, pero controlando todos los poderes y la sociedad en general sin contrapesos legales, han sido derrotadas por la voluntad libertaria del ser humano.
No obstante el final trágico de todas las
dictaduras que por diversas circunstancias
el hombre las ha asumido y practicado con la tesis de que en un momento
determinado se justifican para mantener el orden público y hasta para impulsar
una supuesta revolución. Algunos personajes mesiánicos, autoritarios y
militaristas han persistido en tratar de imponer su hegemonía individual,
generalmente apoyado por un grupo de oportunistas o partidarios del llamado
gendarme necesario. Esa violencia policial, militar o aparentemente legal en la
que se han apoyado los dictadores,
siempre ha encontrado resistencia en la naturaleza humana y libertaria de
hombre. Y si caudillos militares han sido derrotados, sus herederos
también han sucumbido a la protesta, a
la resistencia y al empuje de los
pueblos dispuestos a ser libres.
En
el hemisferio occidental se consolida, aunque con algunos serios tropiezos que
han dejado una lamentable estela de violación de los derechos humanos, el
sistema democrático que desde la revolución francesa con la conquista de la
libertad, justicia e igualdad, el hombre -y la mujer desde luego en esta época-
se han empeñado en establecer como forma civilizada de convivencia en la
sociedad. Después de la derrota del nazismo y del fascismo en Alemania e Italia
y del derrumbe de la Unión Soviética, para mencionar los ejemplos de mayor
repercusión mundial, la humanidad se inclina a buscar solución a sus problemas
económicos y sociales en un régimen en el que la pluralidad y el respecto entre
los adversarios, permita dilucidar sus diferencias en libertad.
En
nuestro subcontinente latinoamericano, la hegemonía del Partido Revolucionario
Institucional (PRI) en México, mediante el control de los Poderes Públicos y de
la sociedad en general por parte del Poder Ejecutivo, no sólo se desplomó en la nación mexicana, sino que
también según los últimos resultados electorales escrutados en Paraguay, finalizaron más de 60 años de hegemonía de
la Partido Colorado, con lo que queda demostrado que toda dictadura es
imperfecta y derrotable a corto o largo plazo. De
allí lo que comienza a observarse y a conocerse en Cuba como un giro lento pero
irreversible hacia una apertura a la convivencia
en un régimen de mayores libertades económicas, con la evidente inclinación a
abrir otros caminos hacia la libertad política, en la que ya comienza a oírse y
a leerse la palabra de Fidel Castro como
parte de una voz importante, pero no de un mandato. De lo primero que habló el
nuevo gobernante, Raúl Castro, fue de la necesidad de eliminar prohibiciones
estériles como las estricciones a transitar libremente por la isla, ver
televisión o ingresar a Internet. ¿De qué han servido 50 años de dictadura,
reprimiendo a la disidencia por considerarla agente del imperialismo, para al
final volver con mucha cautela al sistema democrático?
Y
en nuestro país, después de 15 años de una supuesta revolución para crear un
hombre nuevo, nos encontramos con más inseguridad, más corrupción y menos
producción de alimentos que nos obliga a la importación de más de 70% de lo que
consumimos; el déficit de viviendas es mayor, cerca de 2.000.000 de unidades
habitacionales, y una dependencia del petróleo y sus altos precios no han hecho
más rentistas y atrasados, en comparación con pequeños países que no tienen
petróleo pero han sabido ahorrar e invertir para aumentar su producción y ser
menos dependientes del extranjero. Después de 15 años de un ya largo intento de
imponer una autocracia, resistida por la sociedad civil, se nos abre la
posibilidad de un triunfo de la oposición, como lo indican las protestas y
movilizaciones de los estudiantes, apoyadas por la sociedad civil, partidos
políticos y sectores independientes, por lo cual debemos prepararnos para la
derrota de Nicolás Maduro y la reconciliación de todos los venezolanos y una
convivencia pacífica, civilizada, con el chavismo.
Juan
Páez Ávila
jpaezavila@gmail.com
@jpaezavila
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