Era un asunto obligado. En cuanto se tuviera
ocasión, era preciso preguntarle a Diosdado Cabello, por la orden que, según
dijo el gobernador de Carabobo, daría el presidente de la Asamblea Nacional a
las UBCH.
Esto fue lo que escribió en Twitter Francisco
Ameliach: “UBCH a prepararse para el contraataque fulminante. Diosdado dará la
orden #GringosYFascistasRespeten”.
Si usted se presenta como periodista, tiene delante a Diosdado Cabello y no le plantea este asunto, significa que: 1) usted no es periodista; 2) usted actúa de mala fe y procura encubrir una componenda que debería ser aclarada a la sociedad; o 3) usted evita escrutar a los poderosos, lo que implica que usted está defraudando a las audiencias, cuyas incógnitas usted está obligado a dar curso.
Como Andreína Flores es periodista, en cuanto
tuvo ocasión le formuló al teniente Cabello la interrogante obligada. Y, en vez
de responder como es su deber, Cabello se dejó ganar por la ira y repitió el
libreto de Chávez: “esa pregunta te la mandaron a hacer”.
Con tantos años expuesto a la opinión
pública, Cabello no ha tenido una asociación piadosa que le explique cómo
funcionan las preguntas de los periodistas. Los reporteros parten de lo sabido
para indagar en lo que no se sabe (y que debe ser conocido, puesto que es del
interés colectivo). Ejemplo: se sabe que Ameliach lo señaló de ser el jefe de
las UBCH; y aseguró que esperan la orden de “Diosdado” para proceder a un
“contraataque fulminante”. Dado que también se sabe que el blanco de ese
eventual ataque no es mocho, se concluye que una iniciativa tal podría
desencadenar una tragedia. Esto es lo que se tiene por cierto. Falta averiguar
si es cierto que el teniente Cabello tiene el poder que se le atribuye, si
estaría dispuesto a dar la orden y cuáles serían los alcances de ese mandato.
Estas preguntas pueden ser hechas por
cualquier reportero medianamente informado y mínimamente coherente con su
oficio, pero también pueden ser indicadas por su jefe de Información, cargo que
está en el deber de orientar la política editorial del medio.
Por ese camino, los cuestionarios de los
periodistas están integrados por asuntos que nosotros mismos jerarquizamos, más
otros que nos sugieren nuestros jefes, colegas e incluso las fuentes
especializadas a las que en muchas ocasiones consultamos para que nos orienten
con respecto a la materia a tratar con el entrevistado.
De manera que cuando el teniente Cabello
trató de hostigar a la periodista Flores repitiendo la cantinela de Chávez
(según la cual los periodistas carecían de criterio y había un factor oculto
que ponía palabras en su boca), y diciéndole que a ella la habían “mandado a
hacer esa pregunta”, revelaba ignorancia y, algo peor, incurría en lo que los
psicólogos llaman “proyección”, al señalar en Flores lo que hacía él: al
finalizar el día en que Raúl Castro estuvo en Venezuela, Maduro mandó a los
colectivos a agredir a los manifestantes y el propio Cabello recrudeció su
discurso, de habitual soez y agresivo.
Para cerrar la idea, es completamente
legítimo que un periodista exponga en una rueda de prensa la agenda noticiosa
del medio para el que trabaja. Pero es digno de abominación el funcionario
venezolano que proceda según le hayan mandado a hacer sus jefes extranjeros.
Como en otras ocasiones, quedó en evidencia que
el teniente Cabello optaba por una pataleta, no fuera a ser que le hicieran las
preguntas que los periodistas venezolanos tenemos atascadas en el gañote. Por
ejemplo: ¿cuándo se va a disculpar con la familia de Alejandro Márquez,
ingeniero fallecido luego de recibir una golpiza de la GN, a quien señaló de
ser un sicario contratado para matar a Maduro?
¿Por qué sus compañeros de partido lo señalan
a cada rato de haber hecho una fortuna a expensas del Estado? ¿Es cierto que
usted tiene un avión privado?
¿Cómo es el negociado que, presuntamente,
usted tiene con cierta actriz, con quien monta espectáculos de escasa calidad y
pasa la factura a instituciones del Estado, con precios como si se tratara de
Lope de Vega redivivo?
¿Es verdad que Vielma Mora dio las
declaraciones que luego trató de negar –y que inculpaban a Maduro en la
represión- por su influencia directa?
Para no exponerse a estos y otros
requerimientos, que tarde o temprano deberá encarar, cedió a la soberbia y
volteó hacia la “periodista” del Sibci, que siempre está ahí disponible para
proponerle que se extienda acerca de las andanzas de los apátridas.
Milagros
Socorro
socorromilagros@gmail.com
@MilagrosSocorro
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