jueves, 13 de marzo de 2014

FERNANDO OCHOA ANTICH, LOS TEMORES DE MADURO

  
       Si un observador imparcial tuviera que opinar sobre la forma de actuar de Nicolás Maduro, durante estos meses de gobierno, llegaría de inmediato a una conclusión: se encuentra sumamente presionado sicológicamente. Esta percepción la tienen todos los venezolanos, que no logran explicarse sus reacciones fuera de control, las cuales surgen de una realidad que está a la vista: la inmensa debilidad de su liderazgo. Fue seleccionado por Hugo Chávez para ocupar la presidencia de la República, sin tener los suficientes méritos revolucionarios al no formar parte de la logia golpista del 4 de Febrero. Esa debilidad, no la logró superar en las recientes elecciones presidenciales ya que la diferencia de votos con Henrique Capriles fue muy reducida, aún en medio de un inmenso ventajismo electoral.
         Nicolás Maduro pudo haber superado esta complicada situación, tratando de obtener una propia personalidad política mediante la aplicación de un conjunto de acciones de gobierno que lo diferenciaran de Hugo Chávez. Los venezolanos esperaban con ansiedad esas medidas: la libertad de los presos políticos; el regreso de los exiliados; la designación de los nuevos miembros de los poderes públicos, respetando el espíritu de la Constitución Nacional; el rechazo a la intervención cubana y el establecimiento de una nueva política militar que le permitiera a la Fuerza Armada recuperar su apoliticismo. En lugar de tomar ese camino, pensó que era posible crear el mito de Hugo Chávez para gobernar bajo su sombra. Se equivocó totalmente. Es imposible preservar un mito al ser el causante  de la inmensa crisis nacional.
          La intemperancia de Nicolás Maduro va en aumento. Los temores que siente, ante tantas presiones civiles y militares, no lo dejan gobernar. Su actuación ayer, en medio del desfile militar, no tiene explicación. Romper relaciones con Panamá, por haber solicitado una reunión de cancilleres de la OEA, es desconocer el funcionamiento de la comunidad internacional. Ordenar a los grupos de batalla a salir a controlar a los manifestantes es incitar al enfrentamiento entre los venezolanos. Sus consecuencias son muy difíciles de predecir, pero el riesgo de que la violencia se desborde es una realidad. La convocatoria que hizo Nicolás Maduro, por cadena nacional, tiene una estrecha relación con los hechos  ocurridos en la Urbanización Los Ruices y la injustificada muerte de dos de nuestros compatriotas
         Los principales voceros del gobierno nacional, ante la gravedad de lo dicho por Maduro, se han dedicado por todos los medios de comunicación  a crear la matriz de opinión de que Nicolás Maduro lo que hizo fue llamar a las unidades de batalla, colectivos armados por el régimen, a calmar a los grupos violentos de la oposición. Olvidan, como lo conoce nuestro pueblo, que los hechos de violencia que se iniciaron el 12 de febrero, durante la marcha de la oposición, se produjeron como consecuencia de la muerte de dos manifestantes, uno chavista, otro de la oposición, asesinados con la misma pistola frente a la Fiscalía General de la República. Lo inaceptable, es el señalamiento hecho por los medios de comunicación de que el presunto responsable es un agente del SEBIN, escolta del general Miguel Rodríguez Torres.
         En verdad, la incitación a la violencia que hizo Nicolás Maduro no sólo se limitó a convocar a los Grupos de Batalla a salir a la calle, sino que en general todo el desfile militar y, en particular su discurso, fue una ratificación de que la “Conferencia de Paz” no tiene por objetivo permitir la más mínima rectificación del proyecto chavista. Después de escucharlo, se tiene que llegar a una conclusión: lo único que busca es ganar tiempo para lograr superar la creciente crisis nacional. No es posible que Nicolás Maduro no entienda que darle vivas a la Revolución Cubana y a  los Castro produce, en amplios sectores nacionales, un gran temor al significar que Venezuela va a seguir por ese mismo camino. Lo mismo ocurre con el señalamiento del mismo Maduro de que la Fuerza Armada es revolucionaria, chavista  y socialista.
         Justamente, la Constitución de 1999 define, en su artículo 2, que Venezuela es un “Estado democrático y social de Derecho y de Justicia” y de ninguna manera un Estado socialista. De igual manera, el artículo 328 establece que “la Fuerza Armada es una institución esencialmente profesional, sin militancia política…En el cumplimiento de sus funciones, está al servicio exclusivo de la Nación y en ningún caso al de persona o parcialidad política alguna”. 
Nicolás Maduro debería entender que el contenido de su discurso lo coloca al margen de la Constitución Nacional. En ese caso los venezolanos, lo establece el artículo 333,  tienen el deber de colaborar en el restablecimiento pleno de su vigencia y están  obligados, lo establece el artículo 350,  a desconocer a cualquier régimen, legislación o autoridad que contraríe los valores, principios y garantías constitucionales… Entiendo sus temores… 

fochoaantich@gmail.com
@FOchoaAntich

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