domingo, 30 de marzo de 2014

GERMAN CABRERA, LA POLÍTICA DE LA ANTIPOLÍTICA

Algunos analistas sostienen que los hechos políticos en desarrollo difieren de los hechos del 2002, que responden a realidades diferentes y que por lo tanto de diferente manera hay que juzgarlos. Si bien asumo que ninguna circunstancia histórica es idéntica a otra, así como nunca un río es el mismo, pienso que el patrón de comportamiento en ambas circunstancias es lamentablemente muy similar.

Porque existe una línea de conducta en nuestras filas que responde a un mismo patrón. Consiste básicamente en lanzar por la borda los avances políticos logrados mediante la sensatez, para montarse de improviso en agendas radicales guiadas más por intereses políticos individuales que por el bien de la lucha opositora,  veleidades “extremistas” que invariablemente han hecho retroceder los logros políticos y han fortalecido al gobierno.

Y es que después de los arranques histéricos de antipolítica y antipartidismo que abrieron las puertas del poder a Chávez, después del Carmonazo, del paro petrolero indefinido, del paro general idem, de la verbena militar en Altamira, de la abstención como bandera y otras gloriosas metidas de pata, nos fuimos encarrilando por lo que parecía ser el camino del juicio y la prudencia. Y comenzamos a prestar atención y a respetar la organización política, la planificación estratégica y táctica, el trabajo arduo.

 Claro, detrás de eso siempre había un ruido, un serruche de patas. Constante, invariable, consistía básicamente en sostener que era imposible triunfar electoralmente con un CNE parcializado, con  todo el poder del Estado trabajando para el gobierno, y lo peor, lo más pernicioso, que  las máquinas de votación cambiaban los resultados, afirmación esta última sostenida contra toda evidencia real.

Pero bueno, pese a todo, la política pareció triunfar sobre su antítesis, surgió la MUD y, escuchando el clamor opositor se propuso la elección de un candidato unitario cuando LA UNIDAD era exigencia indispensable. La elección se hizo por primarias transparentes, otra exigencia popular para evitar decisiones cogollísticas. Y triunfó Capriles.

A mi juicio, ese momento fue perfecto, salvo la actitud personalista de Leopoldo López que no soportó pasar por debajo de la mesa y montó su show.

Luego la lucha épica de la campaña electoral, encarada contra todos los abusos imaginables del monstruo estatal y después lo que considero una victoria política enorme vista la circunstancia: prácticamente un empate técnico. De inmediato un error. Tal vez cediendo a presiones radicales Capriles llama a protestar pero recoge de inmediato sus palabras que son aprovechadas por el gobierno en hechos canallescos.

Desde ese mismo momento en adelante se desata una campaña contra el candidato, que no vamos a ser tan ingenuos de considerar casual ni espontánea.

La  “política de la antipolítica” cobra fuerza nuevamente transformando la casi victoria presidencial en abstención para Gobernadores, comienzan los insultos y descalificaciones contra Capriles y surgen los Autoconvocados con idéntico mensaje y actitud. Las gónadas cobran más importancia que el cerebro.

Luego LA CALLE Y LA SALIDA se transforman viralmente en la panacea y el liderazgo radical vuelve a primera plana con nuevos shows manipuladores.
Lo demás es presente y no me queda espacio.

LA SALIDA se ha transformado en un callejón sin salida y la oposición tendrá que recoger los platos rotos una vez más.

No sé si aprenderemos algún día.

German Cabrera
german_cabrera_t@yahoo.es
@germancabrerat

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