Esta
semana el gobierno hablaba de tres generales detenidos mientras la inflación
general y la escasez general lucen cada vez más incontrolables. Denunciaban un
“golpe suave” contra las instituciones del país al tiempo que le propinaban un
duro golpe al bolsillo del venezolano con una nueva devaluación y el aumento de
los precios de los productos básicos. ¿Por qué será que el gobierno luce tan
desconectado de la realidad? Está claro, porque cuando la gente anda preocupada
por garantizar sus tres golpes: desayuno, almuerzo y cena. Al gobierno le quita
el sueño mantenerse en el poder distrayendo a los venezolanos de los graves
problemas que vive el país.
Leía
está semana en una pancarta que el gobierno de Venezuela no una revolución, no
es comunista ni es una dictadura, es un desastre. Cuanta verdad en tan pocas palabras, esto no puede ser
definido con teorías excluyentes cuando el modelo político y económico que
adoptaron desde el poder es un verdadero arroz con mango. Nadie sabe a dónde
van, pero todo el mundo sabe qué quieren: Salvarse ellos y salvar sus
privilegios. Para lograr eso harán lo que sea.
Con
casi dos meses de protestas el gobierno ha tratado de esconder su incapacidad
detrás del mismo discurso conspirativo. Pero conspirativo para el estomago es
que ahora la harina de maíz, la pasta, el arroz, la leche, el café, el pollo,
el aceite y otros productos básicos hayan subido el doble y el triple sin
previo aviso. Sepan que el gobierno autorizó al sector alimenticio a subir los
precios en un “pacto de palabra” que termina perjudicando es al consumidor, que
ahora tendrá que pagar más y eso no le garantiza conseguir los productos en los
anaqueles.
El
Ministro de Alimentación nos dice que debemos calarnos las colas para comprar
alimentos porque no nos quejamos cuando las hacemos para ir al cine. Ojalá señor ministro la
realidad venezolana fuera ficción, ojalá que las colas de los mercados se
parecieran a las del cine, donde usted sabe que al terminar su fila verá su
película sentado y disfrutará por lo que pagó. Mientras que calarse 3 horas de
cola llevando sol a las afueras de un mercado no es garantía de comprar lo que
se necesita, porque la regla es que nunca hay nada. Ojalá la alimentación fuera
algo opcional como el entretenimiento, pero al momento que el hambre pega no se
puede elegir entre hacer o no hacer la cola.
La
calle es una encuesta diaria del sentir
nacional sobre la situación actual, aunque muchos pudieran hablar de
indiferencia, lo que yo veo es que la paciencia también comienza a escasear.
Las convocatorias de calle del oficialismo en el último mes hablan por sí
solas. Para el chavismo de base, aquel pueblo que creyó que había un legado que
conservar y profundizar, queda claro que esto no es lo que soñaron. Queda claro
que desde que esto empezó el país no había estado tan mal, que hoy en día aquí
todos sobrevivimos y que si no nos unimos esto se pondrá mucho peor.
Brian Fincheltub
Brian@juventudsucre.com
@Brianfincheltub
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