martes, 25 de febrero de 2014

ALBERTO JIMÉNEZ URE, CONTRA LA APLICACIÓN DEL TERROR Y EL CRIMEN DE FUNCIONARIADO DE GOBIERNO

«Aun cuando la vida luce breve, los tormentos que nos causan los criminales investidos de gobernantes provocan ira y parecen interminables. Sin embargo, es menester que evitemos la prisa que aconseja la insurrección armada o guerra entre civiles. Los libertarios siempre vencemos sin matar a seres humanos, porque ninguna arma letal supera al Don de la Inteligencia»
En el curso del S. XXI, ciertos e infames sucesos sobresalen en la Historia de Ultimomundano a causa de sus rasgos quiméricos: pero, tal vez, ninguno supera los protagonizados por viciosos fingidamente conversos al «ascetismo» en ejercicio de un aparencial apostolado político. Con ajenos próceres impresos de pústula imperial para la paga de sesudos defensores (los cuales maquillan las aventuras de la bestia-patrón-santo y también la corrupción de eso que henchidos de leguleya llaman padrón electoral) buscan, obcecados, aplicar una vetusta Doctrina Terrorista y Criminal de Gobierno conocida como Dictadura. Con ejércitos adoctrinados para cometer toda clase de violaciones a los Derechos Humanos, mercenarios frente a los clásicos poderes e instituciones públicas que destacan por sus conductas demenciales.

El monstruo de tres cabezas histriónica y ritualmente decapita a dos entre sus inseparables partes. Pero, hay una viva que, incesantemente, pretende asustarnos con sus escupitajos de muerto y someternos, mediante la violencia e intimidación, a su férrea voluntad. Esa quimera pareciera infalible, por cuanto tiene exitosas réplicas en subdesarrollados, depauperados y en reversa países. Afirman que avanzan a favor de la «dignidad de los pueblos» mientras aceleran al máximo hacia la barbarie que debió quedar sólo como una tristísima advertencia de (sin cesar) falsificada Historia la por los adherentes de tiranías.
Los asesinos que reinan en nuestro lastimoso y ya prescindible continente conforman la fingida, fabulosa e imaginaria Bestia Invulnerable que devasta: y desata la aniquilación de todo lo que significa progreso socio-económico, decreta la miseria, el odio de guerra civil y la muerte en nuestros ultimomundanos territorios donde los ciudadanos parecieran no tener derecho a ingresar a la Civilización.
Estoy persuadido que hay formas de resistencia, lucha y restauración del Estado de Derecho que descartan la mencionada violencia que nace de la inoculación del odio de guerra de vecinos, pero aún no perceptibles en sectores sofocadas por sistemáticas amenazas contra sus vidas y estabilidad. Una de ellas: apagar la propaganda falaz, masiva, aturdidora y alienante de los criminales enquistados ilegítimamente al mando de repúblicas. Otra: desobedecer sus atroces mandamientos de catequesis para acercarnos sin miedo porque los padecimientos, el instinto de preservación, la misericordia, fraternidad y espíritu humanista iguala a todos los seres racionales del mundo. Y una tercera: si las armas de guerra que exhiben las mercenarias tropas al servicio de los bárbaros, de la Delincuencia Política Organizada, son el producto del ingenio de criaturas intelectualmente superiores, en lo más profundo de nuestras psiquis subyace el antídoto que las abatiría.
Usemos el cerebro que nos advierte de los peligros e igual nos ilumina para hallar una cura definitiva a la pandémica enfermedad del terrorista, cuya sintomatología es visible y temprana edad en los individuos. Es tiempo que los genocidas al mando y los también a su servicio sean separados de la Institucionalidad de Estado, de la administración de las riquezas públicas e impartición de la Justicia. La Humanidad ha tenido suficientes azotes internacionales, vándalos que ufanos se pasean y pavonean por el mundo: encumbrados con efigies, discursos y escupitajos de muertos. Es hora que la Razón, el Juicio y Determinismo que sustentan la Inteligencia imperen quitándole jurisdicción e investidura al delincuente político y a quienes semejan a él. Los ciudadanos que constituimos El Soberano debemos separar de los puestos que ocupan a los sátrapas del Poder Ejecutivo, a fiscalas, fiscales, juezas, jueces, diputadas, diputados, oficialas y oficiales de las Fuerzas Armadas que ejercen funciones sin respeto por la Constitución y leyes.
jimenezure@hotmail.com
@JUREscritor

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