Ahora
resulta que la inseguridad se subió sobre la mesa de atención de problemas en
Miraflores. Por primera vez desde 1998, el gobierno revolucionario, parece que
entendió que debe implementar políticas científicas para estudiar cómo accionar
contra la inseguridad y ejecutar inmediatamente para atacar la delincuencia que
anda desbocada causando daños a la sociedad civil.
Evidentemente,
el gobierno pide no politizar el asunto, pero no es fácil. Y es, que la
inseguridad aparece en la lista de angustias nacionales que tiene a la
población preocupada, al igual que la alimentación, la escasez de productos, el
empleo y otros asuntos vitales en cualquier país.
El
asesinato de la modelo y actriz venezolana en Puerto Cabello fue la gota que
rebasó el vaso, pero es que todos los días vemos manifestaciones explosivas de
ciudadanos víctimas de la delincuencia, cuyos huesos van a parar a una morgue,
con el consabido dolor de sus familiares y las consecuencias psicológicas,
sociales y económicas para una familia.
El
problema de la inseguridad es un asunto que requiere de la participación de
distintas disciplinas que contribuyan a su decantación y también requiere del mejor estado posible de
las instituciones y ministerios involucrados, así como del ejemplo permanente
que se de a la sociedad de parte de sus primeros líderes en el Poder.
Entonces,
estos líderes deben de medir muy bien sus palabras a la hora de dirigirse al
país y dar el buen ejemplo de civismo profundo. No se puede seguir aceptando
acciones groseras en la Asamblea donde el diputado Cabello se la pasa
amenazando, señalando con el dedo, escupiendo vulgaridades y diciendo que están
contenidos para no arrasar, aplastar y sacar del mapa a la oposición. Esa es
también una actitud violenta permanentemente que va engordando la psiquis
colectiva y crea un ambiente de guerra e irrespeto que es fácil verlo hasta
conduciendo un vehículo.
Es
un problema político. Naturalmente, uno entiende que no debe ser usado como
bandera de confrontación, pero la cabeza del ministro del interior debería
rodar inmediatamente para ser sustituida por otra persona que venga con nueva
sangre a implementar medidas urgentes que suspendan el ingreso de cadáveres a
la morgue.
Yo
recuerdo al ministro Arreaza riéndose a
carcajadas de las palabras del colega sociólogo
Roberto Briceño León del Observatorio Venezolano de la Violencia, cuando
describía la grave situación de la inseguridad en el país y del incremento
sostenido de la violencia en el país…
Yo sinceramente, espero que en Venezuela se logre hallar el camino para implementar políticas públicas asertivas que bajen ese odio de la muerte implementado por el mismo gobierno revolucionario, porque realmente no aguantamos más el desborde de la delincuencia, pero tengo mis dudas. Si el gobierno deja de seguir dividiendo al país, si acaba con los insultos y sembrando ese odio, si la policía sale a la calle, pues, tal vez logremos superar el momento. De lo contrario, el clima de odio social continuará engordando la sociedad y los cadáveres continuarán manteniendo colapsadas, las cavas en la morgue.
luisrapozo@yahoo.es
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