“No
me reúno con fascistas vende patria, me reúno con el pueblo en la calle"
Me
apropio del titular que El Universal dio a su reseña del discurso del
troglodita que encabeza la bancada de Ali Baba en la Asamblea Nazional. Debo
decir que por primera vez me solidarizo con un chavista. La médula de la
posición de Cabello, que comparto plenamente es ¿Cuál diálogo? Que podríamos
completar con otra interrogante ¿Cuál reconciliación? Estoy consciente de que algún come-flores,
amigo o no, me repudiará y dirá que tengo el alma tan peluda como el pecho de
KingKong.
Casi
todos los dirigentes de la oposición o de los factores políticos representados
en la MUD tienen 15 años llamando al régimen al diálogo y el régimen ha sido
muy claro en su respuesta: ¡No lo queremos!, tal como ha dicho Cabello, en
medio de su arrogancia, siguiendo la línea que Chávez trazó hace 15 años. Pero
estos amigos a quienes llamo come-flores insisten en solicitarle “diálogo” a
una pandilla que los califica de fascistas, vende patrias y enemigos del “pueblo” que la Robolución aspira
pulverizar y desaparecer del mapa político.
Además
de pedirle al régimen, casi por favor, el “diálogo”, nos dicen que el mismo
tiene como meta final “la reconciliación”. Ese desespero por el diálogo y la
búsqueda de esa supuesta reconciliación, me recuerda al novio a quien la novia
le ha “cortado las patas”, o viceversa, y que en medio de su despecho y su
desconsuelo le pide desesperadamente hablar (dialogar) para ver si puede
convencerla(o) de volver a empatarse (reconciliarse). Y la vida y centenares de
boleros y tangos, en todas sus modalidades, dicen que casi todos los que
intentan esa reconciliación fracasan. Más aún si la ruptura lleva 15 años,
aunque exista un tango mentiroso y llorón que dice “…que 20 años no es nada…”,
aserto que algunos come-flores se han tomado al pie de la letra y se proponen
continuar, por lo menos los próximos cinco años, insistiendo en “dialogar” para
alcanzar la añorada “reconciliación”.
Desdice
mucho de su autoestima quien es rechazado sistemática y contundentemente en su
solicitud de “diálogo”, al insistir y
volver a insistir, como novio “enguayabado” en “dialogar”. Es penoso oír a algunos amigos que a los
cuatro vientos declaran que si tienen que solicitar el diálogo mil veces, mil
veces lo harán. Algunos de ellos han dicho que si tienen que reunirse con el
mismísimo Satanás para lograr el “diálogo” están dispuestos a reunirse. A veces
pienso que si siguen en esa línea su reunión con Satanás la tienen segura,
porque no creo que quienes ven a su país desangrarse y derrumbarse, mientras
esperan el anhelado “diálogo” y la soñada “reconciliación” con la pandilla que
usurpa el poder, tengan acceso al reino de los cielos o siquiera al purgatorio.
No
entiendo el “diálogo” y menos aún la “reconciliación” con quien amenaza con
pulverizarme y desparecerme del mapa. No entiendo ni acepto la reconciliación
con quienes han destruido la Nación. Quienes han destruido la Nación deben ser
sentados en el banquillo de los acusados y ser juzgados por tribunales
autónomos, independientes del poder político. Quienes se han enriquecido
groseramente deben ser juzgados y sentenciados con severidad. Lo del “diálogo”
y la “reconciliación” me huele a “borrón y cuenta nueva”. Borrón de las severas
penas que se les deberían imponer, mientras las cuentas quedan como nuevas.
No
entiendo que la oposición formal se apegue a unas reglas de juego diferentes a
las del enemigo. Digo el enemigo porque es así como el régimen califica a
quienes difieren de él. No entiendo que mientras el régimen sistemáticamente
califica a la oposición como enemigo a pulverizar, la oposición insiste en
“poner la otra mejilla” y proclamar que no, que el régimen es solamente su
“adversario”. Debo reconocer que yo no he sido bendecido por Dios o la
naturaleza con la inteligencia, la sabiduría, el equilibrio, la sensatez y la
cordura de que pretenden hacer ostentación ciertos líderes y opinadores. Seguramente esa es la razón por la que no
entiendo que mientras el régimen no se apega a las reglas de juego establecidas
en la constitución y somete a los venezolanos, estos dirigentes en cada una de
sus declaraciones no dejan de remachar que todas sus acciones se encuentran
dentro del sagrado marco de la Constitución (así con mayúsculas) y las leyes.
Ese permanente afán de declararse fieles respetuosos de la constitución, que es
innecesario por estar sobreentendido, le da una ventaja al régimen, que puede
planificar sus acciones sabiendo que el enemigo nunca se embarcará en acciones
no electorales, de cualquier naturaleza, que pongan en peligro el poder
absoluto que detenta.
La
relación oposición – régimen es como si estuvieran dos equipos enfrentados en
un juego de futbol. El equipo opositor juega de acuerdo a las reglas del futbol
europeo, mientras que el régimen juega de acuerdo a las reglas del futbol
americano: con cascos, protección en todo el cuerpo, con tacles, empujones,
zancadillas y cabezazos y se pasan el
balón con la mano y no con los pies mientras los otros pendejos proclaman,
cándidamente, que ellos así les den el coñazo que jode juegan y seguirán
jugando de acuerdo a las reglas del futbol europeo: sin protección alguna, sin
tocar el balón con la mano o siquiera rozar al “adversario”. Adicionalmente,
los árbitros son a la vez jugadores del equipo del régimen. Y mientras veo a
los súper adoradores de la letra de la constitución mantenerse en ese juego y
con esas reglas, me viene a la mente la letra, no de la constitución, sino de
un bolero que dice “…y pasarán más de mil años muchos, más…” Y mientras esperamos el “diálogo” y la
“reconciliación” el régimen comunista se solidificará y profundizará la
represión y el control sobre la vida de los ciudadanos.
Finalmente,
es muy fácil hablar de diálogo y reconciliación cuando no se ha sufrido la
represión y los atropellos del régimen en carne propia. Esa especie de borrón y
cuenta nueva dejaría a quienes sí lo han sufrido[1]nuevamente desasistidos en
su derecho a exigir justicia. En lo personal, tras siete años de exilio, NUNCA
dialogaré y menos aún me reconciliaré con ninguna persona, de ningún nivel, que
de alguna manera haya apoyado a este régimen. No soy de los que creen en poner
la otra mejilla para mostrar su cristiana “nobleza de espíritu”. Parafraseando
a Cabello: “¿Cuál diálogo, cuál reconciliación? No los quiero”
JOAQUIN
F. CHAFFARDET
jchaffardet@gmail.com
@jchaffardet
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