martes, 23 de julio de 2013

CARLOS ALBERTO MONTANER, EL INVENTOR Y EL CAPATAZ.

Los agarraron en el Canal de Panamá con las manos en los misiles. El castrismo no cambia. La complicidad de Cuba con Corea del Norte lo demuestra. Lo había advertido en La Habana el Jefe del Estado Mayor norcoreano, el general Kim Kyok Sik: “Visito a Cuba para encontrarme con los compañeros de la misma trinchera, que son los compañeros cubanos”. Dios nos coja confesados.

Además, Raúl Castro está muy molesto. El país es un desastre. Lo dijo públicamente hace unos días. Los cubanos son ladrones y vulgares, especialmente los jóvenes, que sólo se dedican a perrear y al reguetón. Había prometido que todo el mundo se podría tomar un vaso de leche y no lo ha conseguido. Ni siquiera eso.

Hay menos huevos, menos carne, menos pollo. No hay manera de acabar con el racionamiento ni de ponerle fin al truco de las dos monedas. El Estado paga con la mala, la que no tiene valor, y vende en la buena, la que vale mucho. Raúl Castro sabe que perpetra una estafa de juzgado de guardia, pero se resiste a ponerle fin al delito.

Nada de esto es nuevo. Hace unos 25 años, Raúl Castro comenzó a darse cuenta de que el comunismo cubano era radicalmente improductivo. Fue entonces cuando mandó a algunos de sus oficiales a tomar cursos de gerencia en varios países capitalistas. Creía que era un problema administrativo. Acababa de leer Perestroika, el libro de Gorbachov, y estaba deslumbrado.

En ese momento, todavía Raúl no era capaz de entender que el marxismo era una disparatada teoría que siempre conducía a la catástrofe. Fidel agravaba el problema con su ridículo voluntarismo, su inflexibilidad, sus iniciativas absurdas y su ausencia de sentido común, pero no generaba el desastre. El mal comenzaba en las premisas teóricas.

Hoy es diferente. A estas alturas, Raúl Castro, que ya no teme a Fidel y ha eliminado de su entorno a todos los acólitos de su hermano, con siete años de experiencia como gobernante, ya sabe que las recetas colectivistas y la cháchara del materialismo dialéctico sólo sirven para mantenerse en el poder.

Pero aquí viene la paradoja. A pesar de esa certeza, Raúl Castro quiere salvar un sistema en el que ya no creen ni él ni ninguno de sus más próximos subordinados. ¿Por qué ese contrasentido? Porque no se trata de una batalla teórica. Cuando Raúl declaró que no llegaba a la presidencia para enterrar el sistema, realmente lo que quería decir era que no sustituía a su hermano para perder el poder.

En todo caso, ¿cómo Raúl pretende salvar a su régimen? Lo ha dicho: cambiando la forma de producir. Inventando un robusto tejido empresarial socialista que sea eficiente, competitivo y esté escrupulosamente manejado por unos cuadros comunistas transformados en gerentes honrados que trabajarán incansablemente sin buscar ventajas personales. Ya que no ha podido crear hombres nuevos, Raúl quiere crear burócratas nuevos.

O sea, estamos ante una variante de los delirios desarrollistas de su hermano Fidel. Mientras Fidel era el inventor genial, siempre a la búsqueda de una vaca lechera prodigiosa alimentada de moringa con la que solucionaría todos los problemas, Raúl es el capataz riguroso, convencido de que es un tipo pragmático, organizado y con la mano dura, que puede darle la vuelta a la tortilla a base de controles y vigilancia.

Ese vigoroso aparato estatal raulista coexistiría junto a un débil y vigilado sector privado –empresas bonsai les llama el economista Oscar Espinosa Chepe—, cuya función sería prestar pequeños servicios y ser el desaguadero de la mano de obra excedente del sector público. Ahora los cuentapropistas están bajo ataque porque algunos, supuestamente, ahorran y se hacen ricos. Raúl quiere un capitalismo sin capital. Algo así como pretender que la madama sea virgen y pudorosa.

¿Cuánto tiempo demorará Raúl Castro en descubrir que su reforma tampoco funcionará porque es tan irreal como las locuras agropecuarias de su hermano? A Gorbachov le tomó unos cinco años admitir que el sistema no era reformable y no había otro camino que demolerlo. A Raúl, aunque es duro de entendederas, eventualmente, le ocurrirá lo mismo. Su hermano Fidel siempre lo decía, como reveló el padre Llorente, maestro de ambos: este muchacho no es muy brillante.

carlosa.montaner@gmail.com

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JOSÉ TORO HARDY, "PRIMUM NON NOCERE" ( ANTE TODO NO DAÑAR )

En un afán por destruir todo lo que funciona, el gobierno se empeñan en acabar con la medicina privada en Venezuela en lugar de dedicar sus esfuerzos a mejorar la medicina pública.
El nuevo ataque adopta la forma de un "baremo" o lista de precios máximos publicados en la Gaceta Oficial, regulando los servicios de clínicas privadas.
Nada puede resultar más caro que el que no exista un servicio médico en el momento en que se necesita. Cada vez que el gobierno trata de controlar algún precio termina por generar escasez y, en este caso, eso puede costar vidas.
La salud privada en Venezuela ha alcanzado niveles de primer mundo. Me consta que en Venezuela la práctica médica nada tiene que envidiarle a EEUU. Soy testigo de excepción de los resultados que logran médicos venezolanos que gracias a su esfuerzo y capacidad alcanzaron niveles de excelencia, como casos que conozco que han llegado a ser PhD en Harvard y Post PhD en Yale.
He visto pacientes que antes hubieran estado condenados y que de la mano de sus doctores recuperan la vida y el optimismo. Y también he visto a esos mismos médicos que después de trabajar 12 horas diarias, son capaces de trasladarse un fin de semana a atender emergencias de un paciente en su hogar.
Me pregunto ¿en qué otra parte del mundo ocurre eso? En EEUU la medicina es extraordinaria pero la calidad humana de nuestros médicos es muy superior. También he sido testigo del interés y la eficiencia que le dedican las enfermeras a pacientes en dificultades. Basta con visitar algún servicio privado de quimioterapia para constatarlo.
Soy testigo de excepción de operaciones dentro del sancta santorum del cuerpo humano: el cerebro. Intervenciones en quirófanos de un futuro que ya llegó al país, donde no hay heridas, ni bisturíes, ni anestesias, ni dolores.
Médicos que intervienen al paciente mediante radiocirugía , sin abrir el cráneo y en forma ambulatoria. Utilizan un sistema sofisticado para localizar lesiones dentro del cerebro u otros órganos y logran la ablación de las mismas con un haz de radiación que se concentra sólo en las células dañadas afectando poco los tejidos vecinos.
¿Y qué siente el paciente mientras todo ello ocurre? ¡Nada! Está despierto y consciente; no ha sido anestesiado. Termina la intervención algunos minutos después y se pone de pie por sus propios medios. No tiene secuelas, ni siquiera un dolor de cabeza. Se levanta caminando y se va a su casa sintiéndose bien.
¿Sabe Ud. dónde se encuentra ese paciente? No, no es en Houston ni Boston ni NY, está en Caracas.
He visto también las cirugías practicadas con robots que amplían 40 veces el campo de visión del cirujano y laparoscopias, muy poco invasivas, que evitan al máximo los dolores postoperatorios.
¿Son caros esos procedimientos? Sin duda lo son. Requieren de profesionales con altísima formación y de equipos ultramodernos cuyo valor es astronómico. Sin embargo soy igualmente testigo de excepción de que el costo de esas intervención en Venezuela no llega ni al 20% de lo que costarían en EEUU.
Muchos dirán que son pocos los que tienen acceso a la medicina privada. Eso no es del todo cierto. Para el 2011 ya había 3.300.000 empleados públicos asegurados con pólizas colectivas. Si la familia promedio venezolana tiene cuatro integrantes, eso significa que más de 13.250.000 ciudadanos son atendidos por la medicina privada, sin contar a millones de compatriotas y sus familiares que disponen de pólizas HCM colectivas, porque las empresas privadas para las que trabajan los aseguran o porque ellos mismos lo han hecho.
Pero el gobierno, como siempre, está tratando de dividir. Introduce una cuña entre clínicas y de seguros. Algunas aseguradoras cree que ganarán más si pagan menos por los siniestros de sus asegurados. El problema es que los precios fijados por el gobierno no alcanzan para cubrir el costo de muchos servicios y se corre el riesgo de que nadie los preste.
Los perjudicados seremos los venezolanos. Nada ganaremos con estar asegurados si la calidad de los servicios médicos privados se deteriora o desaparece.
Ciertamente en Venezuela hay un problema de salud. Pero ese problema se centra en la medicina pública. Ahí es donde debe actuar el gobierno. No se trata de igualar a todos por debajo, sino de mejorar a los que están abajo.
"Primum non nocere" dice el Juramento Hipocrático de los médicos ( ante todo no dañar ). Ojalá que la ministro, que es médico, lo recuerde.
pepetoroh@gmail.com 
@josetorohardy

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ALEX VALLENILLA, LA CLASE TRABAJADORA ES LA PRIMERA EN CAER ANTE LA ESTANFLACIÓN EN VENEZUELA (I)

LOS SUELDOS Y SALARIOS SE ESFUMARON EN 100% Y 150%

Los primeros efectos de la estanflación que se consolida en Venezuela ante un gobierno inexperto y paralizado por el fenómeno, comienzan en los bolsillos de los menos pudientes, de la clase trabajadora, los sueldos y salarios se esfuman, el venezolano ha perdido incluso lo que no ha cobrado en un año.

Los primeros afectados por la estanflación que comienza sus rigores, son los trabajadores de pequeñas empresas, que ante la imposibilidad de pagar sueldos y salarios competitivos, no puede elevar la oferta de sueldos atractivos. El sueldo de un trabajador quedó estancado ante el avance excesivo de precios de rubros básicos.

Un trabajador que apenas pudo ver un aumento de 20% hasta la fecha, está a merced de los precios de rubros que están por encima de 100% y 150% pese a los controles de precio que mantiene el gobierno. Pierden ante una inflación anualizada de 39,60% y acumulada en lo que va de año de 25%.

Los que reciben sueldos fijos mínimos no pueden cubrir siquiera la cesta básica. En este grupo entran trabajadores de pequeñas y medianas empresas, trabajadores públicos de rangos bajos, sobre todo en áreas administrativas y obreras, trabajadores a destajo y contratados, trabajadores tercerizados y los indirectos que se benefician de servicios a estos.

Otro grupo que se podría se llamar secundario que comienza a sufrir los rigores de la estanflación, son los pensionados y becados, los que reciben ayudas sociales, quienes ven sus ingresos esfumarse  ante el avance brutal de los precios. Pero no sólo sufren el componente inflacionario sino el recesivo, la caída de producción en Venezuela no les permite abastecerse debidamente, porque hay poca oferta de bienes.

A pesar que los precios del petróleo se han mantenido altos en los últimos años, la gestión de gobierno actual ha demostrado incapacidad e ineficiencia en lograr que los ciudadanos puedan acceder a los bienes a “precios justos”. La consultora Econométrica publicó recientemente que desde septiembre 2012 a enero de 2013, el venezolano perdió 10% del valor de su ingreso.

El componente inflacionario del fenómeno que comienza en el país, causa estragos en el consumo y tiene sus consecuencias en la caída de ventas del sector comercio, afectando grandes, medianos y pequeños almacenes, este aspecto se considerará en el siguiente artículo.

alexvallenilla@gmail.com

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VICTOR SALMERON, VENEZUELA: TRAS CIEN DÍAS DE GOBIERNO EL PAÍS MARCHA A LA ESTANFLACIÓN

Cuando la noche del 14 de abril Nicolás Maduro salió a festejar una estrecha victoria electoral que colocó a la revolución a menos de 2% de la oposición sabía que no comenzaba una luna de miel, al contrario, inevitablemente en medio de la pérdida de capital político tendría que inyectar un paquete de ajuste macroeconómico.

“Muchas cosas tienen que cambiar, yo lo sé. Yo le pido apoyo a todo el pueblo para hacer los cambios que hacen falta para que la Revolución siga un proceso de renovación”, dijo el nuevo Presidente como preámbulo a un período en que los correctivos han dejado al país a las puertas del estancamiento combinado con alta inflación, una mezcla que los economistas engloban bajo el término de estanflación.

Las cifras oficiales registran que la inflación acumulada en los primeros tres meses de gobierno de Nicolás Maduro es de 11% y en total en el primer semestre suma 25%, mientras que el crecimiento de la economía languidece y tras avanzar apenas 0,7% en el primer trimestre se encamina a un año de mínima expansión o recesión.

Este resultado es la consecuencia de la profunda devaluación de la moneda, aumentos de precios regulados y recorte en el gasto público, una receta que inevitablemente tenía que traducirse en menos crecimiento y alta inflación.

Testamento y ajuste

El legado de Hugo Chávez incluyó un acelerado aumento del gasto, crecientes pérdidas en empresas públicas y subsidios costosos, al punto de que la administración de Maduro se estrenó con un desajuste entre ingresos y gastos que Bank of America cuantifica en 14% del PIB, imposible de cubrir a pesar de que el precio promedio del petróleo en lo que va de año es de 101 dólares el barril.

De Hugo Chávez, Maduro también heredó más de año y medio sin permitir aumentos en alimentos y productos de cuidado personal con precios regulados que comenzaron a escasear por la caída de la producción y porque los dólares ya no eran suficientes para importar masivamente.

El 8 de febrero, para ese entonces en su rol de vicepresidente de la República y con Hugo Chávez gravemente enfermo, Nicolás Maduro anunció la devaluación del bolívar. El tipo de cambio al que Cadivi vende los dólares para importaciones esenciales aumentó 46,5%, desde 4,30 bolívares hasta 6,30.

Además el Sicad, un mecanismo ideado para complementar a Cadivi, hoy comenzará a subastar dólares a un tipo de cambio que se estima en torno a 16 bolívares por dólar, es decir, más del triple del que tenía el Sitme y el billete verde registra una escalada nunca vista en el mercado paralelo.

De esta manera el Gobierno obtiene más bolívares por cada petrodólar y podrá disminuir el desajuste en sus cuentas, pero alentando la inflación por el aumento en el costo de las importaciones y restándole capacidad de compra al salario de los trabajadores.

A pesar del beneficio proveniente de la devaluación la caja sigue en rojo y también se aplica un recorte de gasto público que Bank of America calcula en 15% después de ajustar el efecto de la inflación y contrastar el período febrero-junio con el mismo lapso de 2012.

Esta poda en los desembolsos del Gobierno se traduce en una economía con poco impulso para crecer porque la inversión privada es mínima.

Tras la devaluación y el recorte de gasto el desequilibrio fiscal cae a 10,9% del PIB según Bank of America. Para cubrir esta brecha el Gobierno recurre a endeudamiento y tiene listo el ajuste de las tarifas eléctricas.

A sincerarse

En materia de precios regulados en mayo se permitió el alza de la carne de res, pollo, leche y quesos. Al mismo tiempo los ministerios de Alimentación, Agricultura, Comercio y Finanzas, entregaron a la Vicepresidencia la propuesta de incrementos escalonados en el costo de diez alimentos básicos, y 29 productos de cuidado personal y limpieza del hogar.

En un entorno donde la devaluación de la moneda es acompañada con incrementos en los productos controlados, analistas y bancos de inversión proyectan una inflación mínima de 44% para este año.

Así Nicolás Maduro cosecharía en su primer año de gestión la inflación más elevada en los últimos 18 años.

vsalmeron@eluniversal.com

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JÓVITO ALCIDES VILLALBA VERA, LAS TRAMPAS DE LA POLÍTICA.

Esta semana he leído dos medulosos artículos: uno de Vicente Díaz y otro de Fausto Masó, en ellos se define con bastante claridad, la significación y alcance del término “anti-política”, pero como: por otra parte, también he leído en otro diario, un escrito del  Sr..Gonzalo González donde asegura que ese concepto esta errado, modestamente, voy a introducir algunas ideas que espero sirvan al Sr. González  para elaborar mejor sus criterios sobre la “anti-política” y lo que es mas ingente, sus ideas sobre “la política”.

Parecería obvio que la idea que nos formemos de la anti-política estará muy en concierto con la que tengamos de la Política, he allí el meollo de la cuestión.

Quienes creen que la Política se limita a ser, simplemente, “la acción de luchar por ejercer poder e influencia”. Interpretará que toda actividad o actitud de los políticos, o de los partidos, estará condicionada de esa forma y para esos fines, pero mas allá de tal percepción hay también quienes creemos que “El quehacer político, siendo pugna de intereses y competencia de ambiciones, es también, paradójicamente (y hete aquí lo mas importante) trabajo por el entendimiento entre los hombres y la unidad de las fuerzas sociales. En esta aparente o real contradicción de sus fines reside su interés y su grandeza. Gracias a esa contradicción, en el tablero de la política se encuentran y alternan: el rufián con el apóstol, el demagogo con el estadista y el tirano con el libertador.”

Esa definición de política, algo más amplia que la usada por el Sr. González en su escrito nos indica, además, como la política es la antitesis de la fuerza y de la violencia. Así pues, la imposición obligada, sin contar la voluntad de las personas sería el antónimo de la política, su negación.

Las anteriores consideraciones vienen a cuento porque así se pone de manifiesto el vinculo entre la mentalidad militar y autoritaria y la antipolítica ya que esta les consustancial y necesaria, esa es la razón por la cual el traidor que nos entregó a Cuba y el que mantiene el proconsulado, nos insulta a diario y cuando puede, pues de esa forma, bloquea la prevalencia de la política, el entendimiento entre los hombres y la unidad de las fuerzas sociales. Las provocaciones y los trapos rojos son, precisamente, el acicate para que los ingenuos y los ignorantes proclamen su inconformidad con la política, con los políticos y con los partidos políticos.

Ciertamente que “todo aquel recurso, comportamiento o praxis funcional a los objetivos propuestos es acción política” pero existe una practica que pretende agazaparse tras un níveo y puritano rechazo a la política en general, cuyo resultado, independientemente de las intenciones, es el de desmovilizar a aquellos factores políticos que luchan contra el autoritarismo y la violencia, ocultando así  lo que González acertadamente señala como un comportamiento también político y que es lo que se ha dado por llamar anti-política.
  
Mientras no entendamos que las relaciones y categorías  políticas son altamente complejas y no responden solamente a expresiones de nuestras emociones y sentimientos, nos será más difícil reiniciar la organización de la sociedad en Partidos Políticos fuertes y poderosos, capaces de acabar con las pretensiones de permanencia indefinida del castrismo-madurismo.

alvilla8@hotmail.com

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ALEXÁNDER CAMBERO, LA ENCRUCIJADA DE CAPRILES

Poca agua en la cantimplora para cruzar el inhumano desierto. Un hombre joven emprende una lucha por la supervivencia política, en condiciones francamente difíciles. Su esfuerzo probará la capacidad de resistencia de aquel que representa la esperanza de millones de ciudadanos que aspiran un cambio en libertad.
Henrique Capriles camina en el filo de la encrucijada de la patria; el gobierno ilegítimo está decidido a liquidarlo utilizando las peores argucias que puedan imaginarse, todo el poder del Estado al servicio de arrancar de cuajo el más mínimo espacio para la disidencia. Se compran medios y se cierran espacios, la persecución contra los líderes de la oposición es total. Para ello cuentan con un obsceno poder judicial que hace más espinosos los escenarios. Todo el ardid apunta a instaurar el totalitarismo de manera permanente, dejando las elecciones como un barniz para disimular las profundas grietas que ofrece la miseria en el poder.
Otra situación embarazosa para Capriles nace en sectores de la misma oposición. Algunos sostienen que se entregó la calle dejando que el impulso inicial perdiera fuelle, que aquel pueblo enardecido que salió a exigir que se respetara el verdadero resultado electoral fue conminado a drenar su rabia en la comodidad del hogar. 
La visión opositora que discrepa de esta postura maneja criterios respetables. Salir a la calle para que una jauría de inadaptados y delincuentes al servicio exclusivo del gobierno asesinaran a venezolanos era un verdadero riesgo. Darle argumentos al gobierno para satanizar la lucha y de esa manera aprovecharla para involucrar a dirigentes claves es indudablemente un argumento sólido. Asimismo es necesario escuchar a los que piensan que se cruzaron de brazos mientras el gobierno inefable se levantó para aplastar de manera inmisericorde a la disidencia. 
El gemir de la impotencia hizo que la desesperanza cundiera un tanto y convirtiera el ímpetu inicial en dolorosa frustración. Como vemos, tenemos dos visiones del mismo asunto; la clave es conseguir el necesario encuentro para que ambos enfoques puedan fusionarse completamente, ya que lo perentorio no es la pequeña parcela particular sino la nación en su integridad.
Son muchos los elementos que tendrá que enfrentar Henrique Capriles para encauzar una propuesta de país que es mayoritaria. Que exista disenso con respecto a los métodos no debe alarmar a nadie; el mundo democrático es profundamente heterogéneo. El libre debate de las ideas va construyendo las posibilidades. 
El país cuenta con un nivel de conciencia que va creciendo de manera paulatina y constante. Lo que sí es necesario es acompañar la lucha popular con propuestas organizativas, activar las estructuras familiares para que ellas sean la punta de lanza para conquistar el mundo de los más necesitados. Saber interpretar las expectativas de más de dieciocho millones de pobres es toda una prueba de fuego. No olvidemos que fueron quienes le dieron base de sustentación al proceso boliburgués que resistimos. Es allí en donde debe profundizarse el cambio, reconquistarlos para la salvación de la patria.
Henrique Capriles cruzará el desierto con la reserva en la cantimplora. En ese inhóspito espacio en donde las condiciones atmosféricas presagian tormentas terribles, su empuje marcará la huella por donde caminará la esperanza de un pueblo. Seguramente surgirán emboscadas y trapisondas; algún escorpión preparará el aguijón para el mortal ataque. No obstante, su temple hará posible que los kilómetros de dunas vayan quedando tras las espaldas, mientras el futuro se aparece en el horizonte.
alexandercambero@hotmail.com

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GUSTAVO ROOSEN, POSTERGANDO LA HORA

“El problema económico parece tener dos soluciones: una difícil y la otra fácil. La primera, hacer cambios profundos en el modelo; la segunda, que los precios del petróleo vuelvan a subir”. La reflexión es de Pedro Palma en un reciente artículo en el que dibuja el cuadro de recesión e inflación que amenaza con profundizarse en Venezuela. Habrá quien ponga su esperanza en la frase de Keynes (“Lo inevitable nunca sucede, siempre viene lo inesperado”), pero la acumulación de años de una política equivocada hace presumir, por el contrario, el agravamiento de una situación difícilmente sostenible, caracterizada por un peligroso desequilibrio fiscal, monetario, cambiario, escasez, contracción económica y alta y creciente inflación.

Con excepción de quienes insisten en ajustarse la venda ideológica, pocos ponen en duda el grave estado de nuestra economía. Las intenciones de rectificación no han logrado el objetivo anunciado de recuperación. Parciales y contradictorias, las medidas tomadas lejos de aclarar el panorama lo han vuelto más confuso. Hay más de una voz de mando. O ninguna. Terminan siendo medidas a medias, cargadas de excepciones, abiertas a la discrecionalidad. La falta de acuerdo aumenta el caos. La ilusión de control no pasa de una desfiguración de la realidad. La mano abierta de un llamado al diálogo no se compadece con el puño de las presiones o de la persecución. Los controles no han llenado los estantes, las subastas de divisas no han calmado la ansiedad del mercado ni afirmado el valor del bolívar, los índices de inflación siguen contradiciendo los anuncios oficiales, el desabastecimiento continúa afectando a los consumidores.

Los cambios profundos a los que alude Palma asustan a quienes deberían activarlos. Así sucedió también en el pasado, a finales de los ochenta, cuando el liderazgo político no se atrevió a asumir el costo de las medidas económicas consideradas indispensables y las dejó en manos de los tecnócratas. Sucedió después en 1996, cuando con la expresión “sólo Dios sabe lo que me ha costado tomar estas medidas” otra vez el liderazgo político traslucía su falta de convencimiento y compromiso. Ahora, cuando se hace indispensable pensar nuevamente en políticas económicas que detengan la caída, ¿en manos de quién estarán las decisiones? ¿De los llamados pragmáticos? ¿De los radicales? ¿De los doctrinarios?

Frente a la evidencia de los pobres resultados, la pregunta natural debería ser por las causas. ¿Es la orientación? ¿El equipo? ¿Ambos? El Gobierno insiste en la bondad de su orientación, pero mantiene los mismos equipos. ¿Tiene sentido? ¿Por cuánto tiempo? ¿Y si no es sólo el equipo sino su planteamiento de base? ¿Pueden convivir estrategias de mercado con la negación del mismo?

La difícil situación político-económica que atraviesa el país y la todavía más complicada que se anuncia han obligado a llamados más o menos abiertos al diálogo. ¿Sinceros o interesados, de largo alcance o circunstanciales, honestos o tramposos, nacidos de la convicción o inspirados en la conveniencia? Una condición para hacerlos creíbles debería ser, sin duda, cambios profundos en el equipo o en la estrategia. Lo contrario haría pensar en tácticas para ganar tiempo, señales distractoras para calmar ánimos. A las élites convocadas al diálogo no les está permitida la ingenuidad. Les corresponde aportar y exigir sinceridad y claridad en el tratamiento de la realidad. ¿Qué hacer para corregir el trabamiento cambiario, controlar la inflación, activar la economía y reducir la tensión social?

Quienes piensan que postergando las medidas necesarias están ganando tiempo, posiblemente lo estén perdiendo. Quienes calculan el costo de tomarlas, deberían también pensar en el precio, posiblemente mayor, de no tomarlas. La demora sustentada en cálculos políticos termina normalmente por desencadenar catástrofes en lo social y lo económico. Sería trágico que olvidáramos las lecciones del pasado y reincidiéramos en el error de postergar las decisiones necesarias o de camuflarlas con salidas ambiguas.

nesoor@cantv.net

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FAUSTO MASÓ, SI COMO EN EGIPTO

Si como en Egipto saliéramos a la calle, terminaríamos como en Egipto, mal: 


Los militares mandando, la amenaza de guerra civil, presos de la nostalgia por un Mubarak. Hay que salir a la calle con una organización, un proyecto y un líder. No hay vías rápidas. Ayer nos convencieron de la maldad de los políticos y de los partidos, ahora intentan la misma hazaña bajo la bandera de las soluciones rápidas; dicen que bastaría con un gesto para tocar el cielo. 

Cuento de camino que convence a los que no aguantan más abusos. Las cosas no son tan fáciles. Ya durante meses millones de venezolanos marcharon, pero mal dirigidos terminaron en el matadero.

Como buen Maquiavelo, Chávez provocaba a los impacientes hasta que logró el milagro de los milagros: la abstención masiva de la oposición. No hay tarea tan decisiva como arrasar en las elecciones de diciembre, lo que dependerá de que el país comprenda que la victoria se definirá por el número de votos, no por la cantidad de alcaldías que se ganen y sobretodo de que la clase media salga de su letargo derrotista.

Al ver a grupos paramilitares tomar la avenida Sucre parece urgente librarnos de Maduro a como dé lugar, ahora mismo, en agosto… y ¡falta tanto tiempo para diciembre! Los que asumen el discurso de la magia acusan a los jefes de la oposición de traidores en centenares de mensajitos, los ayuda que pasamos un período de bajamar y que sigue en Miraflores un presidente ilegítimo.

A Carmona que sí sacó a Chávez de Miraflores lo dejaron solo cuando se viró la tortilla. Aquel sábado fatal por Altamira no se movía una mosca. Ahora sugieren que Capriles fracasó como líder porque Maduro sigue en Miraflores. ¡Qué locura!

No hay atajos para derrotar al chavismo que nos evite el arduo camino de reducirlo a 20% del país, antes, o después, de sacarlo del poder. Cuando esto ocurra el chavismo pasará a la historia: la verdadera victoria será volver el chavismo un recuerdo, o nos ocurrirá como con el peronismo que volvió a gobernar en Argentina. Hay ocasiones de protestar en la calle, pero resulta una locura despreciar los procesos electorales: el verdadero líder escoge el momento y el lugar para la última batalla.

Los indignados no reconocen que Capriles redujo dramáticamente la ventaja electoral frente al propio Chávez, y en abril obtuvo una victoria: trabajan todo el día en acabar con la MUD y con Capriles. En realidad quieren acabar con Capriles. Pero, ¿hay otro líder a mano? No.

El canto de sirenas seduce frente al actual infierno; nos repiten que bastaría, para despertar de esta pesadilla, con tomar las calles, como en Brasil o Egipto: desprecian que Capriles haya sido recibido por Santos y por Piñera.

Los militares en 1948 fingieron complacer a los que no soportaban el sectarismo adeco. El remedio fue peor que la enfermedad. Medio siglo más tarde el país votó por un golpista confeso y llevamos 14 años soportando el chavismo.

¿Resucita la antipolítica? Sí, disfrazada, claro. Siembran vientos igual que en los años ochenta. ¿Quieren tropezar con la misma piedra? Fuera de los partidos y de la política no hay salvación, o el destino de Venezuela quedará en manos del azar

Durante 14 años dijeron que faltaba un líder, surgió uno y se dedican a destruirlo. Están locos.

¿No aprendemos?

fausto.maso@gmail.com

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TEÓDULO LÓPEZ MELÉNDEZ, EL FRACASO DE UNA CONSTRUCCIÓN

Si algo podemos asegurar es el de un fracaso en los dos polos del conflicto venezolano. Ninguno de los dos ha logrado crear un sentido en medio de un entorno complejo. El mantenimiento conflictual no ha conducido a otra cosa que a la pérdida de un imaginario, a la fragmentación y atrincheramiento en posiciones secundarias y a un desgaje de la verdad en un simple juego de poder donde nadie se ocupa de verificar las proposiciones.

Quizás la enseñanza radique en la inviabilidad de los extremismos. Lo que vemos es la derrota de un cuerpo social de pensamiento débil. El conflicto procura acuartelarse en hechos puntuales que vienen tergiversados a voluntad provocando una inigualable ruptura entre ellos y sus significados. En otras palabras, lo que han logrado las partes enfrentadas es una ruptura de toda capacidad de percepción.

Estamos frente a un país que ha soportado los embates de una desarticulación del pasado histórico, lo que ha sembrado dudas inclusive frente a la pregunta acerca de nuestro origen. Frente a uno que se pregunta si somos los mismos en la constitución de una nación. Y lo más grave: la percepción de futuro se ha presentado como una disyuntiva de ruptura. El ascenso de los sectores más desvalidos hasta el protagonismo político ha sido asumido desde una mirada conflictiva y no como invención de mundo. La carga simbólica no ha servido para la construcción de un imaginario social compartido (término grato a Cormelius Castoriadis),  sino que ha sido elevado al grado de indeterminación.

Quienes mayormente parecen entender – y he aquí la excepción que llama a las posibilidades positivas-  son los miembros de los grupos sociales plenamente conscientes de su ascenso, si a ver vamos los estudios realizados por diversas empresas de análisis social. En los focus group se expresan con propiedad y en dominio de un lenguaje incluso superior al de mucho político que pulula por las pantallas de la televisión. Allí expresan su apoyo a los avances sociales del gobierno, pero reivindican la permanencia de la empresa privada a la que asocian con creación y oferta de empleo. En otras palabras, no excluyen un sistema del otro. Lo resumen queriendo lo que consideran virtudes de ambos y las miran como no excluyentes. Cuando se les interroga sobre como denominarían a este híbrido responden: Democracia.

La revisión de estas respuestas nos lleva a encontrar, en primer lugar, una no inclinación hacia el conflicto en los sectores a los que, no sin ligereza, se atribuye mayor facilidad para el ejercicio violento y, en segundo lugar, una constatación del ascenso social como productor de una capacidad de visión que excede a la de los sectores que podríamos llamar ‘élites ilustradas”. Ello no puede conducir a conclusión distinta de la admisión de la existencia de un cambio de país que se acepta o se queda excluido, por encima inclusive de los afanes represivos del gobierno que continúa con su práctica agotada de focalizar la represión o de abusar del poder. El gobierno que originalmente hizo protagonistas terminará siendo un protagonizado.

Ahora bien, cualquier sospecha de pérdida de lo alcanzado puede determinar la aparición de la violencia. La falta del sector que se opone al régimen aparece así, fundamentalmente, como una incomprensión del imaginario de la mitad que lo respalda. La causa es muy sencilla: el objetivo se limita a su desplazamiento del poder y no a una alternativa de comprensión global del futuro compartible.

En el país que aparece el discurso está atravesado por una ambigüedad normal a lo que no es una especificidad, sino más bien una forma de reproducción social que avanza hacia una especie de identificación que excede a las tipologías, que busca un sentido al que debe ofrecerse una variante no populista (en el sentido de evitar la creación de un Estado-padre que no reclama comportamientos de superación) y que comience por admitir que esta imaginación de la relación social tiene vocación de futuro y que, al tenerla, marca el presente. De allí que el mantenimiento del conflicto en los términos descritos afecta de manera determinante lo real social pues va conformando una experiencia que puede conducir a la creencia de una repetición ineludible del pasado. Esto es, los sectores en ascenso pudieran llegar a considerar la realidad del enfrentamiento político de una u otra manera: como un ejercicio insuperable de la realidad o conceder una nueva forma de comprensión que los haga marchar hacia la imposición de una nueva posibilidad. Vista la concreción del presente en inflación, desabastecimiento, ineficacia y deterioro de la calidad de vida deberemos apelar a aquello que se ha dado en denominar la utilidad social de las ideas, esto es, que logremos las ideas se hagan evidencia social desde donde podamos iniciar la nueva lectura.

tlopezmelendez@cantv.net

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CARLOS ARMANDO FIGUEREDO, LA IMPORTANCIA DE LAS ELECCIONES DEL 8 DE DICIEMBRE

En la historia de la democracia venezolana no se le ha dado suficiente importancia a las elecciones municipales. Parecía que después de las elecciones presidenciales y parlamentarias en las que, salvo infelices circunstancias, la participación de los ciudadanos era entusiasta y la abstención baja no había interés en votar por alcaldes y concejales,  quienes, las más de las veces, no se les conocía por su experiencia y aptitud para cumplir con sus funciones, sino por el hecho de pertenecer a un partido político que los postulaba.

Recién iniciado el siglo veinte pudo apreciarse que las elecciones municipales empezaban a tener más importancia. En efecto, en la Constitución de 1901 se eliminó el sufragio universal y directo y se puso en manos de los Concejos Municipales la elección del Presidente de la República; por su parte, la Constitución de 1947, de muy corta vida, dispuso que el Presidente, los miembros de Asambleas legislativas y concejales debían elegirse por el voto universal, directo y secreto, en elecciones generales. La Constitución de 1961, en su Enmienda No. les dio un tratamiento distinto a las elecciones municipales, al establecer: “Artículo 1º Para las elecciones de miembros de los Concejos Municipales podrá adoptarse un sistema electoral especial y distinto del que rige para las elecciones de Senadores, Diputados y miembros de las Asambleas Legislativas.” Bajo vigencia de la misma Constitución de 1961, que ya tenía prevista la aprobación de una ley especial sobre la materia, el 3 de diciembre de 1989 se realizaron por primera vez en Venezuela elecciones para elegir a los gobernadores y alcaldes de las regiones para el período 1990-1993.

De 1989 para acá, se han repetido elecciones para gobernadores, miembros de las asambleas legislativas, alcaldes y concejales. Los electores han venido dando más importancia a las elecciones de gobernadores y alcaldes, descuidando las de los organismos, con la consecuencia de que, en gran parte, los gobernadores y alcaldes han tenido consejos legislativos y concejos municipales que les son adversos, al punto de hacer difícil su gestión.

Se ha observado que la elección presidencial, sobre todo a partir de 1998, ha tenido mucha influencia sobre las elecciones de gobernadores. Muchos de quienes votaron por el candidato presidencial perdedor, se abstenían de votar en esas elecciones, y, con ello el presidente lograba que se eligieran gobernadores por él postulados. Lo mismo ha venido ocurriendo con las elecciones de alcaldes, salvo en algunas ciudades importantes, con mayoría opositora, se lograba elegir alcaldes. Sin embargo, como antes se dijo, la desidia de la oposición y de  los votantes en cuanto a los concejales, dejaba a esos alcaldes frente a concejos municipales adversos.

A partir del fallido referendo de reforma constitucional y de las elecciones parlamentarias del 2010, la oposición derrotó al gobierno. En esas últimas, la oposición obtuvo cerca del 52% de los votos y fue solo por las artimañas del CNE, al modificar los circuitos electorales, que el oficialismo logró más diputados que la unidad opositora.

El 14 de abril de 2013, se produjo un verdadero terremoto electoral que sacudió las bases del gobierno chavista. Todo parece indicar que a Enrique Capriles se le impidió ganar, mediante fraude general en todo el proceso electoral armado por el CNE para favorecer a Maduro. Tanto a nivel nacional como internacional se sabe que la oposición es mayoría y que ganó. Frente a esa circunstancia, los venezolanos tenemos que abrir bien los ojos y darnos cuenta de que, en las elecciones del 8 de diciembre no solo es prácticamente seguro que podremos ganar la mayoría de las alcaldías, sobre todo las de los centro urbanos importantes, sin descuidar las elecciones de concejales para contar también con concejos municipales que favorezcan la gestión de los alcaldes. Más que elecciones de alcaldes y concejales, las de 8 de diciembre serán algo así co o un plebiscito que le mostrará al mundo que Venezuela está harta de Maduro y del chavismo.

Se sabe que, para las elecciones del 8 de diciembre el CNE seguirá con su acción fraudulenta, favorecedora del chavismo, pero con participación masiva del electorado opositor, con buenos candidatos, e incluso con las de miembros del PSUV que se rebelen contra la imposición de candidatos a dedo, desde Caracas, podemos propinarle una descomunal derrota al chavismo. Por si fuera poco, el 8 de diciembre es el día de la Inmaculada Concepción, Santa Virgen que va a iluminar a los venezolanos.

El camino es votar, votar y votar, sin dejar de protestar.

figueredo.carlosar@gmail.com

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