En la historia de la democracia venezolana no
se le ha dado suficiente importancia a las elecciones municipales. Parecía que
después de las elecciones presidenciales y parlamentarias en las que, salvo
infelices circunstancias, la participación de los ciudadanos era entusiasta y
la abstención baja no había interés en votar por alcaldes y concejales, quienes, las más de las veces, no se les
conocía por su experiencia y aptitud para cumplir con sus funciones, sino por
el hecho de pertenecer a un partido político que los postulaba.
Recién iniciado el siglo veinte pudo
apreciarse que las elecciones municipales empezaban a tener más importancia. En
efecto, en la Constitución de 1901 se eliminó el sufragio universal y directo y
se puso en manos de los Concejos Municipales la elección del Presidente de la
República; por su parte, la Constitución de 1947, de muy corta vida, dispuso
que el Presidente, los miembros de Asambleas legislativas y concejales debían
elegirse por el voto universal, directo y secreto, en elecciones generales. La
Constitución de 1961, en su Enmienda No. les dio un tratamiento distinto a las
elecciones municipales, al establecer: “Artículo 1º Para las elecciones de
miembros de los Concejos Municipales podrá adoptarse un sistema electoral especial
y distinto del que rige para las elecciones de Senadores, Diputados y miembros
de las Asambleas Legislativas.” Bajo vigencia de la misma Constitución de 1961,
que ya tenía prevista la aprobación de una ley especial sobre la materia, el 3
de diciembre de 1989 se realizaron por primera vez en Venezuela elecciones para
elegir a los gobernadores y alcaldes de las regiones para el período 1990-1993.
De 1989 para acá, se han repetido elecciones
para gobernadores, miembros de las asambleas legislativas, alcaldes y
concejales. Los electores han venido dando más importancia a las elecciones de
gobernadores y alcaldes, descuidando las de los organismos, con la consecuencia
de que, en gran parte, los gobernadores y alcaldes han tenido consejos
legislativos y concejos municipales que les son adversos, al punto de hacer
difícil su gestión.
Se ha observado que la elección presidencial,
sobre todo a partir de 1998, ha tenido mucha influencia sobre las elecciones de
gobernadores. Muchos de quienes votaron por el candidato presidencial perdedor,
se abstenían de votar en esas elecciones, y, con ello el presidente lograba que
se eligieran gobernadores por él postulados. Lo mismo ha venido ocurriendo con
las elecciones de alcaldes, salvo en algunas ciudades importantes, con mayoría
opositora, se lograba elegir alcaldes. Sin embargo, como antes se dijo, la
desidia de la oposición y de los
votantes en cuanto a los concejales, dejaba a esos alcaldes frente a concejos
municipales adversos.
A partir del fallido referendo de reforma
constitucional y de las elecciones parlamentarias del 2010, la oposición
derrotó al gobierno. En esas últimas, la oposición obtuvo cerca del 52% de los
votos y fue solo por las artimañas del CNE, al modificar los circuitos
electorales, que el oficialismo logró más diputados que la unidad opositora.
El 14 de abril de 2013, se produjo un
verdadero terremoto electoral que sacudió las bases del gobierno chavista. Todo
parece indicar que a Enrique Capriles se le impidió ganar, mediante fraude
general en todo el proceso electoral armado por el CNE para favorecer a Maduro.
Tanto a nivel nacional como internacional se sabe que la oposición es mayoría y
que ganó. Frente a esa circunstancia, los venezolanos tenemos que abrir bien
los ojos y darnos cuenta de que, en las elecciones del 8 de diciembre no solo
es prácticamente seguro que podremos ganar la mayoría de las alcaldías, sobre
todo las de los centro urbanos importantes, sin descuidar las elecciones de
concejales para contar también con concejos municipales que favorezcan la
gestión de los alcaldes. Más que elecciones de alcaldes y concejales, las de 8
de diciembre serán algo así co o un plebiscito que le mostrará al mundo que
Venezuela está harta de Maduro y del chavismo.
Se sabe que, para las elecciones del 8 de diciembre el CNE seguirá con su acción fraudulenta, favorecedora del chavismo, pero con participación masiva del electorado opositor, con buenos candidatos, e incluso con las de miembros del PSUV que se rebelen contra la imposición de candidatos a dedo, desde Caracas, podemos propinarle una descomunal derrota al chavismo. Por si fuera poco, el 8 de diciembre es el día de la Inmaculada Concepción, Santa Virgen que va a iluminar a los venezolanos.
El camino es votar, votar y votar, sin dejar
de protestar.
figueredo.carlosar@gmail.com
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