El
mundo del espionaje, que es una de las parcelas de la seguridad de las
naciones, es susceptible de cambios constantes debido a los adelantos
tecnológicos; no es una sorpresa para nadie que buena parte de la seguridad de
los países del mundo, los sistemas de defensa, las distintas bases de datos,
las telecomunicaciones, las operaciones financieras, los servicios públicos y
otras actividades estratégicas descansen sobre medios electrónicos, para
garantizar rapidez y efectividad en sus manejos.
De
toda esa data que circula por el aire, gracias a frecuencias y bandas
del espectro electromagnético, la que circula por fibra óptica y
que en algún momento viaja por las capas inferiores y medias de la atmósfera,
con la tecnología que permite “pescar y bajar” esa información,
tendrá a su disposición un apreciable volumen de información
transmitida por internet, por los teléfonos y faxes del mundo.
La
nación norteamericana ha invertido constantemente en el desarrollo de
ese mundo electrónico, al punto que no sólo aporta adelantos para los
mercados mundiales, también controla grandes áreas operativas y, no
es una fantasía, usa esa ventaja competitiva para proteger sus intereses.
A
partir de los atentados del 11 de septiembre del 2001, el gobierno norteamericano
inició unos programas de vigilancia sobre las actividades terroristas de grupos
como Al Quaeda, bajo la premisa de que
se trata de una guerra en contra del terrorismo, estos programas han
abarcado varias áreas de vigilancia, entre ellas la de redes sociales,
movimientos financieros y, muy particularmente, las llamadas telefónicas,
incluyendo mensajería de textos.
Para
ello ha empleado a la National Security Agency (NSA), el brazo de señales
(electrónica) de los servicios de inteligencia, una organización
que se encuentra a la vanguardia tecnológica en la captura
y análisis de data, para recoger con sus supercomputadoras esta
enorme cantidad de información alrededor del mundo, y con un proceso
especial de “minería de metadata” es decir, las computadoras hacen
análisis referenciales de la data, por medio de unos programas especiales
llamados Analizadores de Tráfico Semántico, y la van ordenando
de acuerdo a prioridades.
Para dar una idea de este enorme y sofisticado
trabajo, la NSA podría monitorear y grabar diariamente, sólo en Alemania, 15
millones de llamadas y 10 millones de conexiones en internet, en días de mucha
actividad, hasta 60 millones de conexiones, esto, según un estimado de la
revista Der Spiegel, imagine esto a escala mundial, tecnologías comerciales
como Accumulo, usada por Amazom, Facebook, Google y otras empresas que analizan
lo que llaman “Big Data”, se quedan cortas comparadas con lo que la NSA usa en
su trabajo.
En
el mundo del espionaje es una práctica normal vigilar a los aliados,
socios y amigos; sólo en caso de ser descubierta se convierte en
un desagradable asunto de urbanidad tratar de explicar la desconfianza;
cuando se trata de gobiernos amigos, puede convertirse en
un delicado problema diplomático. Lo que la costumbre dicta es “compórtate
como si el espionaje no existiera, pero cuídate de que no te
atrapen haciéndolo”.
Muchos
críticos señalan que esta actividad de espionaje masivo está sobredimensionada
y sobrevaluada; los programas de intervención como PRISMA, PERDIDO o TEMPORA,
son apenas los primeros pasos en esta modalidad de vigilancia global, las
computadoras apenas pueden cosechar la espuma de la información que recogen, ni
los propios norteamericanos escapan de esta acción de monitoreo de sus comunicaciones,
lo que ha desatado una serie de investigaciones judiciales,
aprobación de normas, debates y las críticas, que corren parejos
a la imposibilidad de evitar ataques terroristas en contra de los
Estados Unidos. El reciente atentado que tuvo lugar durante el maratón
de la ciudad de Boston da cuenta de esta debilidad.
Edward
Snowden era un técnico que trabajaba para la NSA y decidió hacer
públicas estas prácticas poco éticas de la NSA; pero para ello tenía
que traicionar a su país, cosa que hizo robándole información a su
gobierno para que la publicaran, entregándola a personas no autorizadas,
violando su juramento de lealtad y desconociendo sus compromisos
de confidencialidad con sus empleadores. Esta acción ha puesto en peligro vidas
norteamericanas y el gobierno de su país lo busca
como un criminal que debe encarar la justicia.
¿Por
qué Estados Unidos se embarca en esta actividad? La respuesta más sencilla es
“porque puede hacerlo y nadie lo puede evitar”, es un asunto
de sobrevivencia.
Por
supuesto, los enemigos y rivales de los Estados Unidos, al conocer del caso,
inmediatamente se alían para convertir el asunto en un problema de derechos
humanos, denuncian el espionaje masivo como una violación de la privacidad y
convierten el caso en un tema de libertad de expresión.
Y
como hay países latinoamericanos alineados con el comunismo, con regímenes
totalitarios, con movimientos subversivos y terroristas, y, en
el caso de Ecuador, ya han dado refugio a uno de estos nuevos criminales
del ciberespacio, como sucedió con el fundador de WikiLeaks,
Julian Assange, no fue fortuito que Evo Morales, presidente de Bolivia, quien
ha asumido el papel de cobrador de deudas históricas, principalmente el de oro
que Espanna y otros países colonialistas sacaron de latinoamerica durante la
conquista, estaba en una reunión de países productores de gas en Rusia, donde
hizo, además, algunas declaraciones sobre su disposición de brindarle asilo al prófugo
norteamericano, al despegar del aeropuerto internacional Sheremetyevo de Moscú,
donde estaba Snowden como refugiado en tránsito, se viera envuelto en problemas
con el avión que lo transportaba, ya que algunos países aliados de los EEUU no
le dieron el permiso de aterrizaje y cuando Austria lo hizo, lo registraron en busca
del fugitivo, que no encontraron.
Algunos
políticos latinoamericanos, muy irresponsablemente, y apelando a la soberanía
(“hacer lo que les dé la gana con sus pueblos y, en especial, perjudicar a los
EEUU”) habían ya lanzado una campaña de hacer de esos prófugos de la justicia
unos héroes de la libertad, sin medir las consecuencias de sus acciones para
sus países; de allí el garrafal desacierto del presidente Correa de Ecuador de
renunciar unilateralmente al tratamiento preferencial de sus productos en el mercado
norteamericano, igual que los estrambóticos actos de
desagravio
a Evo Morales, quien quiere romper relaciones con los EEUU por una confusión
que el mismo se encargó de propiciar, sin importarle los intereses de los
bolivianos.
El
caso más patético es el de Nicolás Maduro, un enemigo declarado de los EEUU y
quien está orquestando, a nivel latinoamericano, una jugada para perjudicar a
los intereses de los gringos en la región, el todavía
fresco caso del “espía gringo” que filmaba una película en nuestro
país y fue privado de libertad, sin pruebas y que luego tuvieron
que soltarlo, es una muestra de su mala voluntad hacia “el Imperio”.
Al
ilegitimo mandatario no le importa el daño que pudiera causarle a Venezuela
con la oferta de asilo para Snowden, un prófugo de la justicia;
con su actitud de “macho revolucionario”, cada vez más peligrosa,
en el sentido que está buscándole bronca a un país de una superior
capacidad militar y económica que el nuestro y que pudiera desembocar
en una crisis internacional, este presidente impuesto por la
trampa y gobiernos extranjeros apuesta malamente el destino del país,
con movimientos dictados por la conveniencia ideológica de Cuba, Rusia
y China.
Pero
surgen las dudas, Snowden creo no va aceptar el asilo en un país donde el
gobierno ni siquiera le puede garantizar la seguridad a sus nacionales, sería
toda una tragedia que este asilado fuera secuestrado o víctima del hampa común
luego de toda la ordalía sufrida, lo más seguro es que este gobierno amoral lo
utilice como ficha intercambiable por favores y lo negocie a la primera
oportunidad, pero mi opinión personal es que no vendrá, pues ningún espía que
se respete viene asilarse a un país donde ni el papel toilette está asegurado,
ni siquiera Eva Gollinger, la superespía del gobierno, vive aquí.
Es
claro que Estados Unidos no va a permitir que sus políticas de seguridad
sean tema de discusión de unos gobiernos del Tercer Mundo, que cada día
demuestran que son sus enemigos y no sus aliados.
Es
absolutamente obvio que Latinoamérica se está jugando su alianza con
el gigante del norte con estas maniobras de protección de espías, impulsadas
por los enemigos de la libertad y la democracia.
saulgodoy@gmail.com
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