"¿Dónde puedo encontrar un hombre gobernado por la razón y no por los hábitos y los deseos?" Gibran Khalil Gibran
Iniciada en el 2010 la cruzada de la mal
llamada “Primavera Árabe” en los espacios de la geografía del Magreb, y vista
con la óptica de una protesta y revolución democrática, no deja hoy por hoy,
tras los recientes acontecimientos que experimenta el país egipcio, más que el
velo corrido o desvestida una estrategia político-social-militar para robustecer
el dogma y continuar el objetivo de culto y expansión, tal y como está
establecido en el Corán.
En aquel entonces, no muy pocos analistas y
políticos en Venezuela se aventuraron en un intento fallido por dar
explicaciones relacionadas a los acontecimientos que se sucedían en el corazón
del Magreb, como lo es el milenario Egipto; digo fallida, pues considero fue
solo un loable intento de ajuste de opinión desde la lejana visión occidental,
por cierto casi desconocida, que se diluye desde nuestra remota infancia como
los cuentos de las mil y una noche. Los fenómenos en progreso de los varios
Estados de esa región deben seguirse e interpretarse sin ajustes o maquillajes
sesgados ajustándolos a nuestra conveniencia.
El ala oficialista lo atesoró para disparar
su batería discursiva y paranoica anti imperialista, revolucionaria,
protagónica y chavista. Mientras que el ala opositora se hace solidaria en un
intento de replicarlo casi al carbón como ejemplo a seguir en el refrescado
movimiento de la “Hermandad Musulmana”
(http://www.youtube.com/watch?v=uTWU1x2EnEE&fmt=18 serie de 5 videos) como
la promesa de una organización para derrocar al dictador Hosni Mubarack. Esto
entre otros muchos argumentos ajustables también, que a juzgar por los
resultados, distan de una realidad que solo podría ser comprendida e
interpretada desde la perspectiva y del conocimiento histórico. Otra
aproximación con vacíos y hasta incongruencias nos lleva sin lugar a dudas a
desinformar y confundir.
Soy venezolana de nacimiento y no son mis
orígenes árabe cristiano-ortodoxo lo que me anima a escribir estas líneas, es
el interés en la investigación y estudio para alejar la ignorancia y juntos
aproximarnos a la dialéctica sobre la base del conocimiento y no la repetición,
emocionalidad o manipulación informativa.
Si bien es complejo el conflicto en Egipto
(ni qué hablar del Medio Oriente en general), es importante destacar que no
podemos asociar similitudes y tampoco diferencias determinantes en relación a
la situación que vivimos en nuestro país, sin embargo podemos hacer un
ejercicio de memoria para la reflexión:
• En el 2010 los Hermanos Musulmanes se
levantaron como propuesta democrática y salvadores del pueblo sometido bajo el
yugo autoritario del régimen de Hosni Mubarak por más de tres décadas. Sus
estrategias populistas despertaron en una parte de la población el deseo y
confianza de un cambio.
• El “pueblo” apoyó y manifestó hasta
lograr derrocar a quien otrora fue su líder y ahora dictador, con no la menos
importante ayuda de la fuerza del ejército, tras la esperanza del cumplimiento
de un cambio que favorecería al país.
• Se
celebraron comicios electorales para demostrar que se da un paso con el esquema
y fórmula democrática que hace posible la participación ciudadana para la
“elección” de sus gobernantes. Y es en este punto donde me quiero detener para
señalar algunos datos y referencias de importancia:
1. En
Egipto, el modelo de gobierno es presidencialista. El presidente representa al
Poder Ejecutivo y es elegido a través elecciones populares para un período de
seis años.
2. Egipto
cuenta con una población aproximada de casi 90 millones de habitantes.
3. La
población inscrita para ejercer el voto en el 2012 era de aproximadamente 51
millones, de los cuales poco más del 46% (aprox. 24 millones de votantes)
ejercieron su derecho al voto para elegir entre 4 candidatos en la primera
vuelta y casi un 52 % (aprox. 26 millones de votantes) para elegir entre 2
candidatos en la segunda y definitiva vuelta, dando como ganador a Mohamed
Mursi del Partido Libertad y Justicia con una no muy holgada diferencia ante su
contendor Hahmed Shafik, lo que permite dudar del tan aparente deseado cambio
del sistema con el descontento “mayoritario”, y no de una segura participación
partidista. (http://es.wikipedia.org/wiki/Elecciones_presidenciales_de_Egipto_de_2012#Resultados)
4. Una
minoría de poco más de 5 millones respaldaron a Mohamed Mursi del Partido
Libertad y Justicia lo cual, considerando la población electoral, apenas
correspondía al 10% de la misma y poco más del 5% de la población en general.
Situación que le daba un vulnerable piso político y legitimidad de origen al
nuevo presidente.
5. El
partido que sirve de base al nuevo presidente es la Hermandad Musulmana: de
corte radical y asociado originalmente a los grupos que dieron muerte en 1981
al presidente Anwar Al Sadat, quien había sido galardonado con el Premio Nobel
de la Paz tras alcanzar acuerdos por una paz negociada entre Egipto e Israel.
6. No
menos importante es también mencionar, y no desestimar, el que la organización
de Los Hermanos Musulmanes tienen sus aristas en otros países árabes fuera de
los que conforman el Magreb. Tal es el caso del penoso conflicto de Siria, en
donde esta organización tiene su célula y forma parte de un bloque conformado
por grupos terroristas, mercenarios y yihadistas que la opinión internacional
ha calificado como “oposición o grupo de rebeldes”. Tema para otro profundo
análisis.
• Presentadas
estas premisas y cifras, es de preguntar si en realidad hubo voluntad
mayoritaria para la propuesta revolucionaria de cambio, yo diría que de acuerdo
a la participación “aproximadamente SI”, considerando que la abstención alcanzó
casi el 50%.
En mi opinión, la idea y propuesta como
aceptación del cambio era para propiciar un escenario que permitiera decantar y
refrescar el sistema político, una estrategia de los factores económicos y de
poder controlado por la elite militar: asentada desde 1952 luego de un golpe de
estado que obligó al Rey Faruk abdicar para llevar a Gamal Abdel Nasser como
Presidente de gobierno. Será esta elite militar quien en esta coyuntura
demostrará una vez más quien manda.
Llegado a este punto, cabe subrayar que el
islamismo es más que una religión, Islam es sumisión a Alá. El Corán, libro que
condensa la palabra revelada por Alá, está al centro de la vida espiritual de
todo musulmán (el que se somete a Alá) y también sirve como guía para la vida
cotidiana y para el comportamiento privado y social. La ley islámica, o sharia,
está basada en las enseñanzas del Corán y los jueces islámicos se refieren al
Corán como base de sus juicios legales, es decir, entendido está que para el
islamismo las bases y estructura de gobernabilidad son claramente establecidas
en su forma teocrática, con lo cual resulta antagónico el que un sistema
democrático pueda encajar como forma de gobierno: o es teocracia o es
democracia. Hace 14 siglos el pueblo musulmán en su acto de fe, fiel al Corán
(palabra de Alá El Grande revelada por medio del Arcángel Gabriel a Mahoma El
Profeta), lucha para mantener las costumbres y obediencia inculcadas y
aprendidas.
A apenas un año transcurrido del gobierno de
Mursi, acompañado de recurrentes protestas y manifestaciones, ahora un año
después de aquella populista promesa de cambio, el pueblo decidió ejercer su
“PODER CIUDADANO”
(http://www.radionexx.com/opinion/venezuela-necesita-a-sus-ciudadanos-vivian-akel-h/)
de forma organizada, continua, contundente y perseverante. Esta vez salió el
pueblo, todo aquel ciudadano que bien ejerció su derecho a votar o no, unido en
el propósito de reclamar ante un gobierno que a través del populismo logró el
poder, que ofreció democracia y luego reprimió, que modificó leyes y ajustó a
conveniencia para involucionar, que mermó la economía del país con medidas y
políticas desacertadas, que critica la
cultura y costumbres occidentales pero se sienta y negocia con el imperio, que
cuando se vio en la necesidad de apoyo permitió a la mujer participar en la
propuesta de cambio, pero luego le impone usos de símbolos y modos de
comportamiento superados en el desarrollo y progreso del género.
Ciertamente nuestra principal diferencia con
Egipto es religiosa, cultural y geográfica. Quizás coincidamos en las
necesidades de cambios y evolución política, económica y social buscando
mayores beneficios comunes, sin embargo la dinámica social es distinta según
nuestros paradigmas, dogmas, etc. Lo meritorio del pueblo egipcio es que ha
sabido unir vehemente sus esfuerzos para otorgar oportunidad a sus políticos
así como para derrocarlos.
Aún cuando para Egipto se abre en este
momento un camino incierto entre fragmentaciones y luchas de poder, pienso que
lo sustantivo y digno de tomar como ejemplo de la jornada cívica del ciudadano
egipcio no puede ser otra que, a pesar de los postulados férreos que les impone
el Corán, la ejecución valiente y organizada de la expresión de voluntad
soberana, superando años de espera por un mejor destino y respeto de sus
gobernantes.
Es por lo tanto, como corolario del ejemplo
egipcio, que ha llegado el momento de ejercer contraloría ciudadana y rescatar
el ejercicio del voto que elije para honrar el sistema democrático y no que
este método siga justificando regímenes autócratas y totalitarios.
Vivian
Akel H.
vivianakel@gmail.com
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