martes, 9 de julio de 2013

VIVIAN AKEL H., EGIPTO Y VENEZUELA, DIFERENCIAS O SIMILITUDES

"¿Dónde puedo encontrar un hombre gobernado por la razón y no por los hábitos y los deseos?" Gibran Khalil Gibran

Iniciada en el 2010 la cruzada de la mal llamada “Primavera Árabe” en los espacios de la geografía del Magreb, y vista con la óptica de una protesta y revolución democrática, no deja hoy por hoy, tras los recientes acontecimientos que experimenta el país egipcio, más que el velo corrido o desvestida una estrategia político-social-militar para robustecer el dogma y continuar el objetivo de culto y expansión, tal y como está establecido en el Corán.
En aquel entonces, no muy pocos analistas y políticos en Venezuela se aventuraron en un intento fallido por dar explicaciones relacionadas a los acontecimientos que se sucedían en el corazón del Magreb, como lo es el milenario Egipto; digo fallida, pues considero fue solo un loable intento de ajuste de opinión desde la lejana visión occidental, por cierto casi desconocida, que se diluye desde nuestra remota infancia como los cuentos de las mil y una noche. Los fenómenos en progreso de los varios Estados de esa región deben seguirse e interpretarse sin ajustes o maquillajes sesgados ajustándolos a nuestra conveniencia.
El ala oficialista lo atesoró para disparar su batería discursiva y paranoica anti imperialista, revolucionaria, protagónica y chavista. Mientras que el ala opositora se hace solidaria en un intento de replicarlo casi al carbón como ejemplo a seguir en el refrescado movimiento de la “Hermandad Musulmana” (http://www.youtube.com/watch?v=uTWU1x2EnEE&fmt=18 serie de 5 videos) como la promesa de una organización para derrocar al dictador Hosni Mubarack. Esto entre otros muchos argumentos ajustables también, que a juzgar por los resultados, distan de una realidad que solo podría ser comprendida e interpretada desde la perspectiva y del conocimiento histórico. Otra aproximación con vacíos y hasta incongruencias nos lleva sin lugar a dudas a desinformar y confundir.   
Soy venezolana de nacimiento y no son mis orígenes árabe cristiano-ortodoxo lo que me anima a escribir estas líneas, es el interés en la investigación y estudio para alejar la ignorancia y juntos aproximarnos a la dialéctica sobre la base del conocimiento y no la repetición, emocionalidad o manipulación informativa.
Si bien es complejo el conflicto en Egipto (ni qué hablar del Medio Oriente en general), es importante destacar que no podemos asociar similitudes y tampoco diferencias determinantes en relación a la situación que vivimos en nuestro país, sin embargo podemos hacer un ejercicio de memoria para la reflexión:

•        En el 2010 los Hermanos Musulmanes se levantaron como propuesta democrática y salvadores del pueblo sometido bajo el yugo autoritario del régimen de Hosni Mubarak por más de tres décadas. Sus estrategias populistas despertaron en una parte de la población el deseo y confianza de un cambio.

•        El “pueblo” apoyó y manifestó hasta lograr derrocar a quien otrora fue su líder y ahora dictador, con no la menos importante ayuda de la fuerza del ejército, tras la esperanza del cumplimiento de un cambio que favorecería al país.

•        Se celebraron comicios electorales para demostrar que se da un paso con el esquema y fórmula democrática que hace posible la participación ciudadana para la “elección” de sus gobernantes. Y es en este punto donde me quiero detener para señalar algunos datos y referencias de importancia:
1.      En Egipto, el modelo de gobierno es presidencialista. El presidente representa al Poder Ejecutivo y es elegido a través elecciones populares para un período de seis años.
2.      Egipto cuenta con una población aproximada de casi 90 millones de habitantes.
3.      La población inscrita para ejercer el voto en el 2012 era de aproximadamente 51 millones, de los cuales poco más del 46% (aprox. 24 millones de votantes) ejercieron su derecho al voto para elegir entre 4 candidatos en la primera vuelta y casi un 52 % (aprox. 26 millones de votantes) para elegir entre 2 candidatos en la segunda y definitiva vuelta, dando como ganador a Mohamed Mursi del Partido Libertad y Justicia con una no muy holgada diferencia ante su contendor Hahmed Shafik, lo que permite dudar del tan aparente deseado cambio del sistema con el descontento “mayoritario”, y no de una segura participación partidista. (http://es.wikipedia.org/wiki/Elecciones_presidenciales_de_Egipto_de_2012#Resultados)
4.      Una minoría de poco más de 5 millones respaldaron a Mohamed Mursi del Partido Libertad y Justicia lo cual, considerando la población electoral, apenas correspondía al 10% de la misma y poco más del 5% de la población en general. Situación que le daba un vulnerable piso político y legitimidad de origen al nuevo presidente.
5.      El partido que sirve de base al nuevo presidente es la Hermandad Musulmana: de corte radical y asociado originalmente a los grupos que dieron muerte en 1981 al presidente Anwar Al Sadat, quien había sido galardonado con el Premio Nobel de la Paz tras alcanzar acuerdos por una paz negociada entre Egipto e Israel.
6.      No menos importante es también mencionar, y no desestimar, el que la organización de Los Hermanos Musulmanes tienen sus aristas en otros países árabes fuera de los que conforman el Magreb. Tal es el caso del penoso conflicto de Siria, en donde esta organización tiene su célula y forma parte de un bloque conformado por grupos terroristas, mercenarios y yihadistas que la opinión internacional ha calificado como “oposición o grupo de rebeldes”. Tema para otro profundo análisis.

•        Presentadas estas premisas y cifras, es de preguntar si en realidad hubo voluntad mayoritaria para la propuesta revolucionaria de cambio, yo diría que de acuerdo a la participación “aproximadamente SI”, considerando que la abstención alcanzó casi el 50%.

En mi opinión, la idea y propuesta como aceptación del cambio era para propiciar un escenario que permitiera decantar y refrescar el sistema político, una estrategia de los factores económicos y de poder controlado por la elite militar: asentada desde 1952 luego de un golpe de estado que obligó al Rey Faruk abdicar para llevar a Gamal Abdel Nasser como Presidente de gobierno. Será esta elite militar quien en esta coyuntura demostrará una vez más quien manda.
Llegado a este punto, cabe subrayar que el islamismo es más que una religión, Islam es sumisión a Alá. El Corán, libro que condensa la palabra revelada por Alá, está al centro de la vida espiritual de todo musulmán (el que se somete a Alá) y también sirve como guía para la vida cotidiana y para el comportamiento privado y social. La ley islámica, o sharia, está basada en las enseñanzas del Corán y los jueces islámicos se refieren al Corán como base de sus juicios legales, es decir, entendido está que para el islamismo las bases y estructura de gobernabilidad son claramente establecidas en su forma teocrática, con lo cual resulta antagónico el que un sistema democrático pueda encajar como forma de gobierno: o es teocracia o es democracia. Hace 14 siglos el pueblo musulmán en su acto de fe, fiel al Corán (palabra de Alá El Grande revelada por medio del Arcángel Gabriel a Mahoma El Profeta), lucha para mantener las costumbres y obediencia inculcadas y aprendidas.
A apenas un año transcurrido del gobierno de Mursi, acompañado de recurrentes protestas y manifestaciones, ahora un año después de aquella populista promesa de cambio, el pueblo decidió ejercer su “PODER CIUDADANO” (http://www.radionexx.com/opinion/venezuela-necesita-a-sus-ciudadanos-vivian-akel-h/) de forma organizada, continua, contundente y perseverante. Esta vez salió el pueblo, todo aquel ciudadano que bien ejerció su derecho a votar o no, unido en el propósito de reclamar ante un gobierno que a través del populismo logró el poder, que ofreció democracia y luego reprimió, que modificó leyes y ajustó a conveniencia para involucionar, que mermó la economía del país con medidas y políticas desacertadas,  que critica la cultura y costumbres occidentales pero se sienta y negocia con el imperio, que cuando se vio en la necesidad de apoyo permitió a la mujer participar en la propuesta de cambio, pero luego le impone usos de símbolos y modos de comportamiento superados en el desarrollo y progreso del género.
Ciertamente nuestra principal diferencia con Egipto es religiosa, cultural y geográfica. Quizás coincidamos en las necesidades de cambios y evolución política, económica y social buscando mayores beneficios comunes, sin embargo la dinámica social es distinta según nuestros paradigmas, dogmas, etc. Lo meritorio del pueblo egipcio es que ha sabido unir vehemente sus esfuerzos para otorgar oportunidad a sus políticos así como para derrocarlos.
Aún cuando para Egipto se abre en este momento un camino incierto entre fragmentaciones y luchas de poder, pienso que lo sustantivo y digno de tomar como ejemplo de la jornada cívica del ciudadano egipcio no puede ser otra que, a pesar de los postulados férreos que les impone el Corán, la ejecución valiente y organizada de la expresión de voluntad soberana, superando años de espera por un mejor destino y respeto de sus gobernantes.
Es por lo tanto, como corolario del ejemplo egipcio, que ha llegado el momento de ejercer contraloría ciudadana y rescatar el ejercicio del voto que elije para honrar el sistema democrático y no que este método siga justificando regímenes autócratas y totalitarios.

Vivian Akel H.
vivianakel@gmail.com

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