El asunto
que, por preocuparme como venezolano de raíces muy profundas en esta
bendita tierra de gracia, siento como deber el expresarlo. Comienza con una
pregunta cuya respuesta, de múltiples vertientes y raíces, fácilmente la encontraremos en nuestra historia de país:
Si es este, en grande mayoría, un pueblo alegre, dicharachero, simpático ¿por
qué, en diversas circunstancias generalmente difíciles, calamitosas y riesgosas
somos tan pesimistas y negativos? ¿Por qué criticamos tan duramente a quien
--de alguna manera-- sea en lo político, lo deportivo, lo artístico, etc., se
distingue, actúa con honestidad y acierto o alcanza prestigio, aprecio y apoyo?
¿FUEGO AMIGO? |
Es algo muy natural y corriente el que los
humanos tengamos opiniones, gustos o ideas distintas a las de nuestros
semejantes. Pero ¿No es lo adecuado el dirigirse –personalmente, por carta,
email, teléfono, etc.-- amable o respetuosamente al otro, con quien se tienen
discrepancias, para expresar éstas, conocer sus razones o identificar sus
errores y, en esa relación dialogal, informarse bien, tratar de convencer o
dejar ser convencido, o en caso de imposible acuerdo? ¿Cómo no respetar al otro
en su dignidad de persona a la que, igual que a todos, nos ha elevado El Señor?
¿Por qué cerrarse en creer que uno tiene la razón y el otro no? ¿Será que no
existen, con mayoritaria presencia, situaciones intermedias según las cuales
cada uno tiene parte de la razón y, no pocas veces ninguno de los dos (o más)
la tiene?
Pido me permitan, quienes esto leen, que
traiga a colación y como ejemplo un caso que corresponde al asunto político,
pero que podría ser de la música, del
beisbol o de la Vino Tinto, etc., o muchos más,
sobre los cuales podría presentar ejemplos similares al que me voy a
referir.
Se trata de Henrique Capriles Radonsky.
Advierto que no le conozco personalmente y que tampoco soy miembro de su partido
político, pues desde hace veinte años no milito en ninguno, a pesar de que
todos tienen mi respeto.
Pues bien, Capriles --como todos le dicen, además de El
Flaco-- se presentó como candidato en
las primarias de febrero de 2012 y, como
poco le conocía, no voté por él en esa oportunidad, en la que él venció
abrumadoramente y se convirtió en el Candidato de la oposición democrática para
las elecciones de octubre del mismo año, en las que enfrentaría al difunto Hugo
Chávez. Dos días después de las elecciones primarias, el candidato Capriles
tuvo una rueda de prensa en la que participaron periodistas venezolanos y
extranjeros. Vi la entrevista por la Globovisión de entonces y, aún sorprendido
por el apabullante triunfo logrado por el Candidato dos días antes, esa
sorpresa se convirtió en descubrimiento al escuchar las respuestas serías y
breves, pero contundentes, con las que Capriles respondía a todos sus
entrevistadores. Esa sorpresa se transformó después, una vez iniciada la
campaña electoral del 2012, al ver, siempre por GB, las multitudes arrolladoras
y entusiasmadas, llenas de esperanzas, que concurrían a todos los actos que
cada día, y sin descanso, realizaba Capriles en todos los Estados y muchísimos
pueblos de Venezuela. Sin embargo, conociendo muy a fondo los fraudes
electorales que se “inauguraron” en 1999 con el “Kino” y que, progresivamente,
con las máquinas de Smartmatic y múltiples trucos electrónicos o no, fueron
perfeccionados por el “proceso”, bien sabía la imposibilidad real que, por fraudes,
había para alcanzar la victoria electoral de octubre de 2012.
Después, ocurrió todo lo que “sobrevino”
inconstitucionalmente desde diciembre 2012 hasta el 14 de abril del corriente
año. Sin embargo y pese a la certeza que los fraudes aumentarían en magnitudes
e intensidades --recuerde el apreciado y
paciente lector que hasta aquí ha llegado, que era “pecado” desde 1999 hablar
de fraude al país opositor-- tenía la convicción de que, el 14A, si era posible
vencer. ¡Y vencimos porque los fraudes no fueron suficientes para la inmensa
mayoría que apoyó a Capriles en la nueva campaña, que resultó ser más dura y
sacrificada que la anterior!
Ahora bien, casi desde el 15 de Abril y de
manera cada vez más intensa, van apareciendo en la prensa, en internet y demás medios,
opiniones que, respetables venezolanos y no pocos amigos personales, vienen
presentando para señalar que Capriles no actúa, no se mueve, no reacciona para
defender su innegable victoria, etc., etc.
Con todo mi respeto hacía quienes así opinan y actúan, les sugiero que, en razón de justicia, se informen directamente de los esfuerzos que tanto el Presidente Electo por una gran mayoría de los venezolanos, así como también la dirigencia y miembros de la también muy atacada MUD, han venido realizando, sin inútiles “prisas pero sin pausas”, ante la realidad política, económica y social que estamos viviendo en estos cruciales momentos de nuestra Patria.
Que recuerden que estamos enfrentando una
tiranía que siempre, desde sus comienzos en 1999, pretende ser totalitaria pero
que está en franca e insuperable caída libre.
Que recuerden aquello del Eclesiastés:
Todo tiene su momento y cada cosa su tiempo
bajo el sol;
tiempo de nacer y tiempo de morir;
tiempo de plantar y tiempo de arrancar lo
plantado;
tiempo de matar y tiempo de sanar;
tiempo de destruir y tiempo de construir;
tiempo de llorar y tiempo de reír;
tiempo de hacer duelo y tiempo de bailar;
tiempo de arrojar piedras y tiempo de
recogerlas;
tiempo de abrazar y tiempo de separarse;
tiempo de ganar y tiempo de perder;
tiempo de guardar y tiempo de botar;
tiempo de rasgar y tiempo de coser;
tiempo de callar y tiempo de hablar;
tiempo de amar y tiempo de no amar;
tiempo de guerra y tiempo de paz.
Tengan tiempo de paciencia: les aseguro que
Capriles y Venezuela tienen sus tiempos: “Hay una hora para cada asunto y un
lugar para cada acción”
“El
sabio verdadero es el que conoce lo que hay que hacer en cada situación; aquél
que sabe el momento oportuno.”
¡ Tengan Fe!
ppaulbello@gmail.com
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