viernes, 20 de diciembre de 2013

JUAN CARLOS SOSA AZPURUA- CUBAZUELA, EL TRIUNFO DE LA TRANSNACIONAL ROJA

El régimen castro comunista es un sistema que se erige como una patria en sí misma.  Los representantes de este régimen no se consideran nacionales de un país determinado, son miembros de una sola patria: la patria castro comunista.

A los rojos les sucede algo similar a los judíos, quienes ven en Israel su nación y cualquier otra tierra, a pesar de vivir en ella, no es otra cosa que un sitio de paso, un espacio vital donde desarrollar las actividades humanas, pero no se le considera la patria, la de ellos es Israel.

Para comprender la efectividad del sistema castro comunista es importante percibirlo como una empresa trasnacional que va constituyendo filiales en diversas jurisdicciones: Argentina, Bolivia, Ecuador, Nicaragua, Venezuela… quedando la casa matriz en Cuba, donde también está ubicado el directorio principal, encargado de impartir las directrices globales.

Es fundamental comprender la naturaleza de este sistema para lograr asimilar lo que ocurre en nuestro país y el por qué tantas políticas, que a priori lucen como un disparate, son perfectamente coherentes y necesarias para la consolidación de la patria castro comunista.

La maquinaria roja está lubricada con una de las inteligencias más sofisticadas y entrenadas que existen sobre la faz de la tierra: el G2. Actuando desde sus respectivas salas situacionales, los miembros del G2 trazan absolutamente todos los escenarios que un cerebro humano es capaz de concebir, y lo hacen para calcular anticipadamente las acciones que deben ejecutar para neutralizar cualquier peligro latente, y posicionarse exitosamente en el territorio ocupado.

El G2, como maestro estratega que es, hace de la vida un tablero de ajedrez, y cada movida de sus fichas responde a planes diseñados con astucia y conocimiento de todas las variables implícitas.

Comprender la naturaleza humana es la primera tarea de un buen estratega.  Y junto con el sexo, nada es más efectivo para relajar las defensas de los hombres que el dinero. Por eso el plan de Fidel Castro de hacerse de las reservas petroleras venezolanas fue concebido desde el mismo inicio de la revolución cubana.

Ninguna aventura barbuda, por más romanticismo guevarista que se le imprimiese, iba a prosperar si no se controlaba primero el poder económico.  Durante el imperio soviético, Cuba tuvo que conformarse con jugar un rol secundario, ser un satélite tropicalizado de los rusos, con ínfulas colonialistas, que pudieron coronarse germinalmente en Angola, pero que nunca extendieron sus plumas como el pavo real que Fidel Castro siempre sintió ser…hasta la llegada del teniente coronel Hugo Chávez, esa ilustre nulidad con el pico de plata afilado y el momento histórico preciso.

Chávez, a pesar de sus neuronas embadurnadas de un patriotismo caletrero de cuartel de provincia, no fue más que un agente del castro comunismo, el “Candidato de Manchuria” de Fidel Castro, diseñado para hacer realidad la génesis lúdica de la Revolución cubana, la colonización de Venezuela para apoderarse de sus reservas petroleras y transformar al castro comunismo en la más poderosa trasnacional del crimen organizado, el centro neurálgico donde convergen las ideologías que esclavizan a los hombres, junto con las herramientas que se emplean para hacerlo:  el secuestro total de la institucionalidad, la promoción de la cultura mendicante y el libre flujo de narcóticos, a través de las instituciones secuestradas que sirven para lavar el dinero de los carteles y promover a los grupos guerrilleros que penetran los sectores humildes, para corromperlos desde sus entrañas.

Al hacerse del dominio de PDVSA, el castro comunismo logró el arma perfecta para avanzar en sus planes de conquista del territorio venezolano. Con dinero prácticamente infinito y comprendiendo las debilidades de la naturaleza humana, la penetración de la sociedad criolla pudo hacerse sin disparar una sola bala, sin tener que fusilar a nadie, solamente bastaba hacer las correspondientes transferencias bancarias y así la música que sonaría siempre sería el canto de sirena de la trasnacional roja.

El “ÚAH Chávez no se va”, entonado a todo pulmón por los “magistrados” del Tribunal Supremo de Justicia;  también esas lágrimas de dolor sincero saliendo por los ojos de los directores del Consejo Nacional Electoral en los “funerales de la Chancleta” (léase los de Chávez); junto con los remitidos del Centro Carter y de César Gaviria silenciando los fraudes más siniestros; coronando con la infiltración del sector opositor, primero colocando agentes en la Mesa de Negociación y Acuerdos, luego aumentándolos en la Coordinadora Democrática y finalmente perfeccionándolos (en sofisticación de la mentira) con la MUD; el castro comunismo colonizó a Venezuela sin disparar una sola bala.

Y como el G2 no se chupa el dedo, supo desde el primer día que sería necesario diseñar una obra de teatro potable para la comunidad internacional y también para los incautos venezolanos, aquellos que no son cómplices conscientes de la transnacional castro comunista, pero que era vital conquistar por la vía del engaño.

Y así entendió el G2 que la narrativa democrática tenía que ser el guion de la comidilla, montar una obra de teatro verosímil donde todo luciera como un sistema de libre elección, donde cada venezolano pudiera participar sin comprometer su educación judeocristiana y sus enseñanzas democráticas.

Penetrando al sector opositor, el castro comunismo logró posicionar a varios de sus agentes más sofisticados, a quienes proporcionó fondos generosos para mantener activos medios de comunicación de amplio alcance, y así transmitir y consolidar la matriz de opinión necesaria para sus planes de conquista.

Y esta prensa escrita, radio y televisión, durante años fue trabajando sutilmente las mentes de los venezolanos, amansada endemoniadamente con otro diablo talentoso: el control cambiario,  que justificó la institucionalización de un sistema como CADIVI, el divino colchón que le brindó comodidad a muchos sectores criollos, nutriendo la ilusión de bienestar que era vital para ganar tiempo, mientras sucedía la colonización total.

Ese narcótico llamado CADIVI drogó el alma rebelde de las capas profesionales y altas del país, facilitándoles un tren de vida más parecido al capitalista que al comunismo de los libros de historia y de las sociedades fantasmagóricas como la cubana.  La ilusión hecha delirio acalló voces contestatarias y propagó un gas invisible que penetró el cerebro de la mayoría de los articulistas de prensa, analistas políticos y periodistas, quienes en lugar de captar el horror de la trasnacional roja, se limitan a observar y analizar la ilusión creada por ésta, como si el mundo ficticio diseñado por el G2 cubano no fuera una obra de teatro para engañar a la colectividad mientras la coloniza.

El 07 de octubre fue apoteósico para la trasnacional roja. Con su Candidato de Manchuria a un suspiro de la muerte, neutralizó toda reacción a las costuras visibles de su farsa, inmortalizando su figura para metamorfosearla en tótem de culto, la droga más efectiva para cultivar una fanaticada descerebrada que repita robóticamente sus proclamas,  a la orden para ejecutar las estrategias trazadas en las salas situacionales del G2.



Al morir Chávez, fue reemplazado por el nuevo Candidato de Manchuria, un colombo venezolano accidental, lavado cerebralmente por la mismísima casa matriz de la trasnacional roja en tierra cubana y entrenado espartanamente para que sus neuronas tengan como única patria al castro comunismo.

Y quince años no son pocos. Durante ese período el G2 corrigió muchos errores y logró que su teatro tuviera la narrativa idónea, interpretado el guion por actores de lujo, bien educados para que el engaño incluyera las dosis de verdad necesarias para el cumplimiento cabal del objetivo.

En el escenario de la democracia venezolana – porque así se llama la ilusión – la oposición a la trasnacional roja tenía que lucir creíble, porque sobre todas las cosas era necesario que se mantuviera como la única oposición al sistema castro comunista… la oposición manejada a control remoto desde el seno del G2 cubano.

Y entonces vino el 14 de abril y el imperativo de hacer de ese día la obra maestra del engaño, la movida del maestro ajedrecista que sabe que para matar al rey se hace necesario sacrificar muchas fichas subalternas, haciendo la ilusión tan real que brille en los ojos incautos como una verdad suprema.

La cantata de fraude era esencial, porque no podía colocarse en el tablero al nuevo Candidato de Manchuria de la trasnacional roja, sin sufrir primero el calvario de su cuestionamiento, ya que a través de esa duda se secuestraría el ánimo rebelde sobreviviente de la sociedad. Únicamente capitalizando el descontento, podía el castro comunismo atraparlo en sus redes, para apaciguarlo y volverlo agua…y eso fue el 14 de abril y los meses subsiguientes…hasta el 8 de diciembre, día en que se silencia absolutamente la cantata del fraude, y se remata el posicionamiento en el escenario del nuevo Candidato de Manchuria de la trasnacional roja.

El 8 de diciembre de 2013 el castro comunismo concede victorias a su oposición mecánica.  Con porcentajes infinitesimales de diferencia, inclusive se sacrifica alfiles como Barinas, y se permite que un partido político insurgente se lleve un buen puñado de fichas rojas, con el solo objetivo de tener preparado al sustituto del rey opositor, que hoy se tambalea en las casillas del tablero de ajedrez dominado por el G2.

Y para hacer más mella del alma rebelde que aún pudiera sobrevivir en la sociedad colonizada, la trasnacional castro comunista organiza una reunión en Miraflores para dejar bien claro quién es su agente preferido, para que no quede dudas que el nuevo Candidato de Manchuria de los rojos es el actor protagónico de la comidilla, de esa obra de teatro que ha transformado a Venezuela en Cubazuela y a un gran porcentaje de venezolanos en cubazolanos.

La colonización de nuestro país por la trasnacional castro comunista es un hecho irrebatible.  Hoy podemos afirmar que Venezuela está secuestrada por un sistema foráneo que vino para quedarse, transformando a una nación libre en tierra de esclavos, de seres autómatas que cada vez ambicionarán menos su libertad, conformándose con una igualdad mendicante, donde desaparecen las diferencias naturales – tan irritantes y odiosas para muchos- igualándose todos en su condición de nada.

La única esperanza residual es que todavía sobrevivan almas rebeldes, que no hayan caído en el embrujo de la ilusión democrática y no sean público inconsciente de la obra de teatro montada por el G2 cubano; que estén dispuestas a luchar, uniéndose en una resistencia inteligente de dignidad y honor que logre imponerse a la trasnacional castro comunista y sus demonios disfrazados de petrodólares.

¿Existe esta resistencia?  Solo el tiempo dará la respuesta.

Mientras tanto aquí no hay patria…salvo la patria castro comunista de la trasnacional roja.

@jcsosazpurua

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