Tenemos
sobradas razones para sentirnos tristes, golpeados, vejados, sin esperanza,
cansados de tanta ignominia, desorden, inseguridad, escasez e inflación. Los
últimos quince años han sido una experiencia muy dura, muy dolorosa para la
gran mayoría de los venezolanos.
Las experiencias sufridas en los últimos tres lustros nos han golpeado
y vejado en lo más profundo de nuestro amor propio y en lo más profundo de
nuestro amor patrio. Todo lo han distorsionado, nos han llenado los oídos de
mentiras, de amenazas, de improperios y fueron creando en el corazón de muchos
un odio que no existía entre nosotros.
Han ido destruyendo paulatinamente al
país, su civismo, su historia, sus creencias, todo aquello que con tanto
esfuerzo y sacrificio se fue creando a través del tiempo, y han querido en vano
destruir el amor por la democracia sembrado desde 1958 a 1998. Destruyeron y nacionalizaron un buen número
de empresas, ocuparon haciendas productivas, y continúan ahora aniquilando al
sector comercio con el fin de implantar una economía totalmente dirigida y
dependiente del estado para que al depender todos de él, puedan manejar nuestra
vida diaria y nuestro destino a su antojo.
Todo
esta historia es harta conocida por todos. Todos sabemos que lo ocurrido no es
obra de la casualidad, que es obra de un plan concebido para obligarnos a vivir
sometidos a la voluntad del gobernante. También entendemos que nuestro
cansancio, nuestra tristeza, nuestro pesar, nuestra desesperanza, es
consecuencia de dicho plan y de equivocaciones que hemos cometido en el camino
opositor.
Es imposible hacerlo todo bien siempre, todos hemos cometido errores
y todos hemos aprendido de ellos. También entendemos que es prácticamente imposible que hoy por
hoy nos podamos sentir de diferente manera y que el gobierno es así como nos
quiere para seguir adelante con sus planes. Por lo tanto, una vez tomada
conciencia de nuestro estado de ánimo y de sus causas, tenemos que hacer el
esfuerzo que sea necesario para actuar como debemos, no como quiere el gobierno
que actuemos. No podemos hacerle el juego al gobierno. No puede haber tristeza,
cansancio o sensación de desesperanza posible que nos impida hacer lo que
tenemos que hacer para tratar de cambiar la realidad que nos oprime.
Nuestro futuro depende de nosotros. No podemos ahora fallarnos a nosotros mismos. Tenemos que ir y llevar a familiares y amigos a votar y a cuidar nuestro voto el próximo 8 de diciembre. Tenemos que hacerlo, no tenemos otra alternativa. Tenemos que hacer respetar y valer el derecho a vivir en la patria que deseamos, no en la que nos quieren imponer.
El
8 de diciembre no solo vamos a escoger a los alcaldes y concejales del país, el
8 de diciembre también es una oportunidad más que tenemos para hacerle ver al
mundo que somos mayoría los que nos oponemos al gobierno actual, que somos
mayoría los que nos oponemos al camino comunista por el que quieren meternos,
que somos mayoría los que deseamos por vía democrática insertar a Venezuela en
el camino de libertad, justicia, desarrollo, bienestar y prosperidad permanente
que todos nos merecemos. Abajo cadenas! Animo Venezuela!
aramosc@citruslab.com
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