No nos permitamos olvidar quiénes éramos. Resistir ha impedido que nos embistan con más celeridad.
Desechemos
coartadas para no ir a votar. Quién sabe cuánto más podremos disfrutar de ese
recurso, con gobernantes de esta calaña.
Los
detractores del voto lo creen estéril. Se enfurecen con Capriles por no
defender la victoria. Pero no mueven un cabello a favor de esos remedios que,
dicen, serían más certeros.
Henrique
y los candidatos no se han detenido. Fueron invisivilizados por la prensa y,
aún así, no han dejado de caminar el país ni un día. Si no se nos ocurre una
idea mejor, hagamos lo que tenemos que hacer.
Quienes
los siguen eligiendo son condenados, cuando en realidad, todos hemos sido
cómplices de esta trampa histórica.
Hacemos
cola para comprar lo que escasea y nos limitamos a rezongar en la fila. Hay
inseguridad, me guardo a las seis. ¡Sólo me robaron, salí vivo! Me compran mi
periódico, mi canal independiente, lo vendo. No hay papel, compro toallas
húmedas. Ya no es: "Por favor me da un...". Pasamos al: "¿Tiene...?".
Años
atrás, el gobierno quería imponer doctrinas que uniformaran consciencias.
Padres y educadores pelearon y, sin embargo hoy, en algunos textos de primaria,
describen las vacaciones y hasta un par de zapatos nuevos, como gastos que
deberían darnos vergüenza.
Qué
diferencia hay entre una libreta de racionamiento y una cajera que sólo te
factura dos kilos. El gobierno quiebra a los empresarios por ser usureros,
acaparadores y, después, trae containers con electrodomésticos chinos y permite
que la gente se lleve hasta tres neveras, para después revender a un precio más
alto del que tenía ese comerciante que arruinaron antes.
Los
judíos del Ghetto sobrevivían mientras tenían habilidades especiales. Habían
perdido familia, bienes, pero llegaba un momento en que comenzaban a sentirse
privilegiados. Era mejor ser obrero que subir a un tren y desaparecer. Se les
escuchaba decir que ya no podía irles peor. Los hicieron botón, jabón... Nunca
pensé dejar de saludarlos por cable para hablarles por Internet o cambiar el
aceite de maíz por uno sirio.
No
nos permitamos olvidar quiénes éramos. Resistir ha impedido que nos embistan
con más celeridad. En "Sueños de Fuga" el protagonista es liberado
después de 40 años y no podía ir al baño sin pedir permiso. Ya no recordaba
cómo ser libre.
No permitamos que nos vendan la libertad como ese lujo que no
todos podremos permitirnos.
@carlaangola
carlaangolarodriguez@gmail.com
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