Un
país cuyo acontecer se desarrolla dentro de unas circunstancias relativamente
normales: condiciones económicas estables, en cierto orden generalizado en las
distintas actividades ciudadanas y un gobierno debidamente legitimado haría
comprensible que los electores adoptaran un comportamiento de cierta
indiferencia respecto de un proceso electoral de carácter local.
Ese no es el caso de Venezuela y las condiciones de vivir
en un caos permanente tienen una especial repercusión en la ciudad Caracas. La
ciudad cada vez se hace más hostil con sus ciudadanos. Una delincuencia
desbordada casi impone un toque de queda, nocturno y amenaza por hacerse
diurno. La posibilidad de ser objeto de un acto delictivo tiende a convertirse
en un hecho normal.
Las normas de conducir no la impone el Estado venezolano
sino los centauros sobre dos ruedas que circulan como se les antoja y agreden a
conductores que se movilizan sus vehículos debidamente. Nada que ver con una
ciudad regida por compartidas normas de convivencia y mucho menos con espacios
públicos que atiendan a las necesidades de recreación y compartir entre sus
ciudadanos.
Recuperar el orden de la ciudad para colocarla al
servicio de sus habitantes es una de las funciones que deben asumir las
próximas autoridades que serán electas el 8 de diciembre. Caracas está mal, va
muy mal, pero no está perdida. Siempre será posible hacer algo por ella y por
sus habitantes.
El esfuerzo a realizar no depende de una solo autoridad.
Recordemos que Caracas cuenta con una Alcaldía Metropolitana, la Alcaldía del
municipio Libertador y otras cuatro que pertenecen al Estado Miranda. Superar
el actual desorden que se aprecia en
Caracas pasa por un mancomunado esfuerzo entre cada una de las autoridades que
rigen esos espacios. Nada se hará con un esfuerzo aislado en el municipio Sucre
en materia de vialidad si no va acompañada de bríos similares y mancomunados
por las otras autoridades de la ciudad.
Los electores del área metropolitana de Caracas tienen
una gran responsabilidad este 8 de diciembre. La primera de ellas es la de
acudir cívicamente a los centros electorales. Las autoridades, estas que se
escogerán el 8D, son las que más cerca están
de los electores y de los problemas de sus comunidades, razón suficiente para
valorar el ejercicio de este derecho. En segundo lugar, debemos elegir tratando
que la ciudad caiga en manos de funcionarios de profundas convicciones
democráticas y que abran la posibilidad de diálogo y acuerdo entre las
diferentes autoridades del área metropolitana para abordar los complejos
problemas que se aprecian.
A muy pocos días de realizarse el proceso comicial
pareciera que nos acercamos a la posibilidad de hacer de Caracas una ciudad más
humana y menos agresiva con sus habitantes. Chacao estrenará nuevas autoridades
con Ramón Muchacho como alcalde; Ocariz corre
solo en la alcaldía de Sucre. Pese a los intentos tracaleros del gobierno Blyde
seguirá al frente de Baruta. Quien gane en El Hatillo estará en la línea de los
anteriores. Ismael García, quien más duro la tiene, parece posicionarse con
amplias posibilidades de ganar la alcaldía del municipio Libertador, con lo
cual se le estaría cobrando al actual burgomaestre su vagancia en estos años y
su desinterés por los asuntos del municipio.
En estas afortunadas
circunstancias para la ciudad el Alcalde Ledezma, cuyo débil contendor irá como
entrevistador de TVES, podrá ejercer un gobierno de plena coordinación con el
resto de los alcaldes electos.
Una gran demostración de amor por la ciudad, por Caracas,
por el imponente Cerro El Ávila, significa colocarla en manos de los candidatos
de la Unidad Democrática. Con Ledezma, Ismael, Muchacho, Ocariz, Blyde y quien
gane en El Hatillo, Caracas será un ciudad de los ciudadanos, de la gente, de
sus habitantes.
Una poderosa razón para votar.
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