sábado, 30 de noviembre de 2013

SUSANA MORFFE, ENVIDIA DE MEDIOCRES, ENTRE CIELO Y TIERRA, ,

Venezuela podría crear el “día del ladrón” para honrar a todos los que le han metido la mano a lo ajeno y logran quedar impune ante la justicia ordinaria, como también en  la más alta, como lo es el Tribunal Supremo de Justicia.


Supongamos que un delincuente (aunque lo de suponer es simplemente una mera expresión) roba en una casa a la vista de un vecino. El vecino informa a la policía lo sucedido con el malhechor, lo llevan de testigo y la autoridad responde: “Pero su testimonio carece de veracidad, necesitamos pruebas, por ejemplo, una foto de lo que se llevó o un comprobante de los dueños de la casa para saber si esos artículos les pertenecían”.

Del mismo modo, la justicia más alta, se ciñe por los mismos argumentos como cortados con la misma tijera; no es capaz de detectar irregularidades en la gestión de un funcionario, pese a las pruebas presentadas, porque no ven nada por ningún lado que pudiera señalarlo como malversador de fondos públicos.

Así, al estilo de una novela truculenta, todos los espectadores saben y están viendo las “movidas”, casi gritan frente al televisor o en la calle ¡Ese es!, pero los verdugos están dedicados a crear patrañas para meter presos a los que no son y así liberar de culpa a los verdaderos bandidos. Por supuesto, como toda novela, se produce un gran malestar entre los espectadores, pero el capítulo continua porque todos quieren ver el final, sin hacer nada, porque al fin de cuentas se trata de una novela, real  o ficticia, por televisión o en la cruda realidad;  sin embargo, la audiencia  se goza con lo que se va desarrollando en la trama.

El próximo 8 de diciembre, un relator de la novela anuncia que se van a caer algunas caretas, otros protagonistas hablan de una jugada a mesa limpia, pero al final la casa pagara. Tal es la expectación, que se han sumado otras figuras extrañas para conocer como quedará el mapa en las elecciones de los reyecitos municipales, cuyos resultados pueden determinar cómo será el final de este nuevo capítulo que supera a la teleculebra “El derecho de nacer”.

Lo que se puede sacar en conclusión es que hasta el cineasta Steven Spielberg  sufriría de un sentimiento de envidia, porque no quedando nada en un país, se produce el dolor mental de envidiar la mediocridad en lugar de la genialidad. ¿Quién envidia la mediocridad? Solo en Venezuela pasa eso, hay tanto mediocre que se creen los están envidiando.  Un guión original digno de envidia.

Susana Morffe
@Susana Morffe
www.desdelaisla.hazblog.com

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