lunes, 7 de octubre de 2013

NELSON ACOSTA ESPINOZA, LA CIUDAD ES EL HOMBRE

La ciudad es el hombre. Consigna que resume toda una filosofía para los gobiernos de las ciudades. Desafortunadamente, este lema no ha inspirado las gestiones municipales de los alcaldes que han gobernado los 335 municipios que existen en el país. Las generalizaciones, no siempre son afortunadas. Por ello, es justo reconocer que han habido ejemplos de gestión que se aproximan a este concepto (la alcaldía de Cantaura es uno de ellos) y que la conflictividad política ha impedido a estos burgomaestres llegar a acuerdos para diseñar una visión compartida de ciudad.

Ahora bien ¿qué significa esta consigna? ¿Cómo podríamos visualizarla en materia de políticas públicas? Sin aspirar agotar el contenido implícito en estas interrogantes, me voy a permitir desbrozar algunas ideas. Bien, en principio, implicaría la formulación de una visión y la definición explicita de una vocación para la ciudad. Sí la ciudad es el hombre, entonces, habría que diseñar espacios para los peatones (aceras amplias y cómodas que inviten al caminar); zonas con una alta densidad de áreas verdes (jardines, parques, plazas etc.); complejos culturales para el esparcimiento espiritual de la población; sistemas de transporte masivos y amigables para el ciudadano; reconocimiento que los barrios, lejos de constituir un problema, forman parte de la solución; impedir que los intereses inmobiliarios sean los que definan la vocación de la ciudad. En fin, estos sencillos ejemplos, implican la construcción de un nuevo marco cognitivo que permitiría una nueva apreciación del fenómeno urbano y desechar los viejos conceptos que inspiraron las políticas públicas municipales del pasado.

En este ámbito existen experiencias que han roto los paradigmas tradicionales. Me voy a permitir aludir algunas de ellas. En el plano de las ideas, por ejemplo, académicos y activistas han comenzado a advertir sobre los peligros que implica una sola visión de las cosas. Nuestras vidas, nuestras culturas, están hechas de muchas historias interrelacionadas. Si solo escuchamos una historia, sobre el país o las personas, corremos el riego de deformar la comprensión sobre nuestro entorno. El sacedorte salesiano Alejandro Moreno, por ejemplo, en un conjunto de artículos publicados en el diario El Nacional, ha razonado sobre este tema. Ha evidenciado el hiato existente entre el mundo de vida de nuestras élites y el de los sectores populares. "No se piensa a partir de la manera de pensar del mismo pueblo sino desde concepciones elaboradas en sistemas de ideas producidos fuera de él" En el marco de esta asimetría se trazan políticas públicas que no reconocen “la otredad del otro”. De ahí el concepto "rancherización" para descalificar ciertas iniciativas del urbanismo popular.

Distintos analistas, antropólogos, urbanistas, periodistas han comenzado a construir un nuevo marco cognitivo que permite apreciar, con nuevos lentes, el surgimiento de las comunidades extra urbanas. Para esta visión el tema sustantivo no es la pobreza urbana. Lo medular es reconocer que los barrios constituyen formas legítimas de desarrollo y, en consecuencia, la "ciudad" debe involucrarse con estas poblaciones. Estos habitantes son los que están construyendo las ciudades del futuro. Robert Neuwirth, autor de los libros Shadow Cities y Stealth of Nations (Ciudades sombra y Naciones furtivas) encuentra que las comunas del mundo –donde un millardo de personas ahora tiene sus hogares– son centros de trabajo e innovación intensos.

Citemos dos ejemplos urbanos cercanos a nosotros. Curitiba y Río Janeiro. Eduardo Paes, alcalde de esta última ciudad, ha diseñado un plan de cuatro ejes susceptibles, a su juicio, de ser aplicados en cualquier ciudad: 1) propiciar espacios abiertos para el encuentro; 2) desarrollar ambientes amigables; 3) integración y movilidad de los ciudadanos y 4) la comprensión de que los barrios, no siempre son el problema, y pueden ser parte de la solución. Y, Jaime Lerner, exalcalde la ciudad de Curitiba, entiende que las urbes constituyen la solución para la mayoría de los grandes problemas de la nación y la humanidad y desarrolló políticas que explícitamente reconocen que la ciudad es el hombre. Una de esas políticas, es la denominada “acupuntura urbana”. Esta práctica hace hincapié en la importancia de la comunidad a través de pequeñas intervenciones en el diseño de las ciudades. "Se tratan de intervenciones puntuales que se pueden realizar rápidamente para liberar la energía y crear un efecto dominó con resultados enormemente positivos".

Para finalizar me voy a permitir esta reflexión. Las venideras elecciones municipales tienen una importantísima significación de carácter nacional. El pensamiento progresista debería hacer suya la consigna con la cual iniciamos este artículo. Este concepto, la ciudad es el hombre, permitiría enlazar lo nacional con lo local. Esta conexión facilitaría ahondar el sentido plebiscitario que inevitablemente impregnará a estos comicios.

acostnelson@gmail.com


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