lunes, 30 de septiembre de 2013

CARLOS ALBERTO MONTANER, LA COMUNIDAD JUDIA VENEZOLANA

El chavismo venezolano tiene un gran componente antisemita. Por eso es considerable la cantidad de personas de ese origen que han abandonado Venezuela. Es un dato lamentable. Pocas etnias han sido más positivas que los judíos para los países en donde les han permitido arraigar. La nueva expatriación de estas personas es una pérdida enorme de capital humano para el país. Lo que sigue es una información que circula por Internet. Me parece que se ajusta a la historia.

He aquí el legado que los judíos sembraron en Venezuela desde el siglo XIX

LA ACTUAL COMUNIDAD JUDIA VENEZOLANA  
 
En la segunda mitad del siglo XIX, hubo marcado interés de los gobiernos de Antonio Guzmán Blanco y Joaquín Crespo por  atraer  inmigrantes al país. Se hacía mediante contratos que el gobierno otorgaba y con la designación de agentes consulares idóneos. Los judíos Abraham J. Lasry, Enrique B. Levy y Alejandro Mondolfi, este último de origen  italiano, cumplieron esas tareas. 

En las dos últimas décadas de ese siglo,  comenzó a llegar al país una inmigración judía proveniente del norte de Marruecos, especialmente de Tetuán. Enrique B. Levy será uno de lo  fundadores, en 1907, de la Sociedad Benéfica Israelita que apenas tiene una  duración de dos años. 

En 1930, Alejandro Mondolfi preside la Asamblea que acordará la constitución de la Asociación Israelita de Venezuela, institución que  hasta hoy agrupa a la comunidad sefardí del país. Los apellidos de esos nuevos inmigrantes son, entre otros, Levy, Cohén, Taurel, Obadía, Benacerraf, Sabal, Ettedgui,  Pariente, Coriat, Benshimol, Bendayán, Sananes, Benzecri, Benmergui,  Benaim, Pilo, Carciente, Benarroch. 

Se encuentran con una comunidad judía, la de  origen curazoleño holandés, en vías de extinción por el proceso asimilatorio,  pero el choque cultural impide los nexos entre ellos. Los recién llegados se establecen mayoritariamente en Caracas, pero también en La Guaira, Puerto Cabello, Carúpano, San Fernando de Apure, Río Chico, Valle de la Pascua, Maracaibo, Barcelona, Villa de Cura, Barquisimeto, Los Teques, La Victoria y Maracay.

A finales de los años veinte y mediados de los treinta, la crisis  económica que se vive en el mundo, adquiere dimensiones  de miseria en el Medio Oriente. Comienzan a llegar judíos provenientes de Palestina, Siria, Líbano y también de Turquía, Grecia y Bulgaria. Se  les engloba bajo el mote de "turcos" ya que provenían de los antiguos dominios del Imperio Otomano.

Se produce de nuevo un desencuentro cultural con la comunidad ya establecida, en su mayoría próspera, de judíos de origen marroquí. Estos últimos van a ser los mayoristas que proveen de mercancías a  los "turcos" para que realicen su trabajo de vendedores por cuotas, de puerta en puerta y de pueblo en pueblo. Los unía la fe religiosa  pero los separaban el idioma y las costumbres.

En esos mismos años llegaron algunas familias ashkenazíes, es decir judíos  originarios de Europa que en su mayoría se expresaban en idish, una lengua derivada del alemán ó bien en este idioma. Las relaciones  intercomunitarias eran difíciles, por razones idiomáticas, culturales y hasta por el acento y entonación de sus oraciones.

A finales de la década de los 30, logran arribar al país algunos judíos que han podido escapar de lo que ya se vislumbraba como el propósito del régimen nazi de exterminarlos.

En 1939 el gobierno del general Eleazar López Contreras, en un gesto que lo enalteció, permitió el ingreso al país de un grupo de judíos que había salido de Alemania en los barcos Caribbea y Koeningstad y que fueron rechazados en  distintos puertos de América, incluido Curazao. Iban a ser devueltos a la muerte segura cuando Venezuela les abrió sus puertas.

Los esposos Rottenberg, Juan Plaut, la familia Kern, las profesoras María Tengler y su hermana Federica Ritter, la entonces muy niña Susy Kobler, que es hoy nuestra reconocida artista plástica Susy Iglicki, el profesor de canto Alfredo Hollander, serían algunos de los pasajeros de esos buques. Pronto se integraron a la vida venezolana con espíritu emprendedor. 

Gracias a Miguel Rottenberg, los caraqueños conociieron las delicias y el refinamiento de la pastelería europea cuando fundó la Pastelería Vienesa, al principio en un pequeño local en El Conde.  Kern, introdujeron la comida rápida gourmet desde su inolvidable  Fuente de Soda del Centro Médico de San Bernardino. su hijo Heinz sería un notable Químico, promotor de importantes empresas.

Las profesoras Tengler y Ritter fueron memorables para varias generaciones, como pedagogas de latín, griego, alemán, inglés y francés. Profesionales, técnicos, artistas, maestros, gente con una vasta cultura y una formación para el  trabajo emprendedor que pronto encontrarían en Venezuela, donde tantas cosas estaban por hacerse, el campo propicio para desarrollar todos sus talentos.

No fueron muchos los judíos europeos que tuvieron la suerte de los pasajeros del Caribbea y del Koeningstadt.

Una circular  girada por la Cancillería venezolana a todos sus consulados en el  Exterior,  prohibía expresamente otorgar visas a judíos.

Al concluir la Guerra en 1945, llegó un número importante de sobrevivientes originarios de Rumania, Polonia, Hungría, Checoslovaquia, Yugoslavia, Grecia, Austria y Alemania.  Muchos cambiaron sus apellidos para poder ingresar al país ya  que se mantenía vigente la antes mencionada circular.

En 1946, la comunidad ashkenazí funda el  Colegio Moral y Luces Herzl Bialik. En sus comienzos el alumnado fue mayoritariamente perteneciente a ese sector. Pero al pasar de algunos años, los sefarditas comparten la tarea  educativa y se transforma en el colegio de toda la comunidad y en el factor determinante de la unidad entre los judíos venezolanos, sin distingo de origen.

A partir de 1948, con la creación del Estado de Israel, se produce una emigración masiva de judíos desde países musulmanes, en donde la presencia de estas comunidades había sido milenaria. Llegan a Venezuela desde Egipto,  Siria y Líbano. Y al proclamarse la independencia de Marruecos, en 1956, se produce una importante inmigración de judíos que venían de Tetuán, Tánger, Melilla, Ceuta y otras ciudades del Norte de África donde el español era  el idioma predominante. Se encontraron con instituciones ya consolidadas, con sinagogas y con un colegio comunitario. De inmediato se incorporaron a la vida judía y a las actividades comerciales e industriales.

La comunidad judía de hoy está constituida por  judíos venezolanos hasta de cuarta generación y por otros cuyos padres, ó ellos mismos, nacieron en otras tierras.

JUDÍOS DE TODOS LOS TIEMPOS EN EL DESARROLLO  DE VENEZUELA

Los integrantes de las distintas inmigraciones judías que llegaron a Venezuela, se dedicaron en su gran mayoría, al  comercio. Pronto, muchos incursionaron en actividades industriales y financieras.

El primer banco del país, llamado Banco de Venezuela y creado por decreto del Presidente José Antonio Páez, fue fundado por Isaac José Pardo Abendana, judío sefardí proveniente de Altona, ciudad alemana cercana a Hamburgo. Llegó a Venezuela, con solo 17 años de edad, en 1841. Además de banquero, fue un prominente jurista con participación protagónica en la redacción del Código de Comercio, lo que le valió una condecoración  del presidente Guzmán Blanco. Administró y dirigió el primer telégrafo de  Venezuela. Fue co-fundador del primer periódico de La Guaira y del Teatro Caracas. Tradujo del alemán la biografía de George Washington escrita por su hermano Michael, quien había emigrado a Venezuela pocos años antes que él.

Fue casi una norma que estos inmigrantes, muchos de ellos con escasa instrucción, aspiraran para sus hijos aquí nacidos, el camino de las profesiones universitarias. El primer judío egresado de la Universidad  Central de Venezuela, fue Isaac Senior, graduado de Bachiller en Artes y Filosofía en 1844. Le sucedieron, a lo largo de varias generaciones, correligionarios que eligieron, con preferencia, la carrera de medicina.

Luego la ingeniería, la farmacia, la odontología y la arquitectura. Pero también la abogacía, las ciencias, la economía y las carreras humanísticas.

En todas y cada una de esas disciplinas, ha sido notable el aporte de profesionales judíos en las diversas áreas del desarrollo y de la modernización del país. Entre los que se pueden mencionar son: Los Médicos: David Lobo nacido en 1864, en Puerto Cabello, fue no solo un eminente obstetra y fisiólogo, sino además miembro fundador y Presidente de la Academia Nacional de Medicina, Rector de la Universidad Central de Venezuela, Presidente del Senado de la República y Embajador en Washington.

A este nombre se agregan los de Aarón Benchetrit, natural de Tetuán, revalidó en la UCV,  en 1916, su título de médico colonial obtenido en París.
Especialista en el estudio y tratamiento de la lepra é inventor de una pócima que, en medio de gran polémica, fue la única cura aplicada con éxito contra la epidemia de gripe española que hizo estragos en el país en 1918.

Elías Benarroch, graduado en la Sorbona en 1923, revalidó en la UCV en 1928, descubrió al anopheles darlingi como transmisor del paludismo y fue uno de los pioneros en la lucha contra esta enfermedad que permitió su casi total erradicación a principio de los años cuarenta.

Elena Blumenfeld, investigadora de la lepra, hizo del leprocomio de Cabo Blanco su residencia para estar siempre cerca de sus enfermos.

Henrique Benaim Pinto, laureado internista, académico de la medicina, Víctor Benaim Pinto, ginecólogo y obstetra, iniciador de los estudios de fertilidad en el país. Médico rural al igual que su esposa, en  Cariaco, Estado Sucre, donde ambos fueron declarados hijos ilustres. Fue un notable pedagogo y por muchos años, director del Instituto Nacional de Higiene. Gracias al rigor que aplicó siempre a la aprobación de nuevas medicinas, ningún niño venezolano sufrió las consecuencias nefastas de la talidomida.

Martín Mayer, fundador del Instituto de Medicina Tropical.

Rudolph Jaffé, quien vino de su Alemania natal para iniciar  en Venezuela la cátedra de anatomo-patología.

Víctor Zamorani, destacado pediatra y profesor universitario quien llegó a Venezuela cuando las leyes raciales de Mussolini le impidieron seguir ejerciendo la profesión en su Italia natal. La Academia Nacional de Medicina le rindió homenaje póstumo al cumplirse el centenario de su nacimiento.

Joel Valencia Parparcén, uno de los más destacados Gastroenterólogos de Venezuela, Simón Béker, fundador de la hepatología.

Moisés Feldman, psiquiatra que dedicó gran parte de su vida al estudio de la psicología de los próceres de la Independencia: Simón Bolívar, José Antonio Páez, José Antonio Sucre y de figuras como el sabio Rangel y Armando Reverón y fue un adelantado en el estudio del genoma humano.

Rubén Merenfeld, oncólogo, fundador de la Sociedad  Anticancerosa e incansable líder de la lucha contra el cáncer.

La primera mujer que ingresó a la Facultad de Medicina de la Universidad Central de Venezuela, fue Sara Bendahán. Por trastornos de salud no pudo graduarse cuando le correspondía.

La primera egresada, en esta profesión, en 1936, fue la también judía Lía Imber de Coronil, pediatra de inolvidables aportes. Sara Bendahán se graduó de doctor en ciencias médicas en 1939. Y es la primera mujer que obtuvo el título de médico por revalida fue, en 1928, Ida  Malec de Petkoff, durante 12 años ejerció como médico del Central Azucarero de El Batey y fue durante largo tiempo, la única médico en todo el Municipio Bobures, del Estado Zulia.

A estos nombres eminentes, se unen los de médicos de generaciones más jóvenes que tienen actuación destacada en todas las especialidades. Como dato interesante, Baruj Benacerraf, Premio  Nóbel de Medicina, nació en Caracas aunque se residenció en los Estados Unidos desde temprana edad.
   
Ingenieros y Arquitectos: 

Paúl Lustgarten, especialista en estructuras, individuo de número y Presidente de la Academia Nacional de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales, miembro correspondiente de la Academia Europea de Ciencias, Artes y Humanidades. Este judío guayanés, ha recibido los más altos honores de las instituciones de su Estado natal y ha participado en la  construcción de mas  de sesenta puentes en el país, entre ellos el Puente sobre el Lago de Maracaibo y el Puente de Angostura, sobre el río Orinoco. Fue asesor en la Construcción de la Avenida Cota Mil, del Metro de Caracas, de los puentes sobre el Río Limón y sobre el Caroní y de muchos otros desarrollos estructurales.
    
Ricardo De Sola, doctor en Ingeniería de la UCV, profesor universitario, maestro fundador de las escuelas experimentales Venezuela y  Artigas, Director Fundador de Petrolera Mito Juan C.A, coordinador del pabellón de Venezuela en la exposición Universal de Canadá, con motivo del  centenario de esta nación. Autor de varios  ensayos de carácter histórico.

Su hermano, el geólogo Oswaldo de Sola, fue rector de la UCV.

Mario Benmergui Attías, arquitecto con maestría suma cum laude en el Instituto Tecnológico de Massachussets.  Responsable y director del diseño de ocho estaciones del Metro de Caracas, Premio de la Fundación Mendoza junto con los arquitectos Isaac Abadí Abbo y Mariano  Goldberg, por el anteproyecto del Club Hebraica.  Ganador del concurso para proyectar la nueva ciudad Oued ed  Dahab en Marruecos y Cónsul Honorario de Marruecos en Caracas hasta 1987.

Salomón Cohén Levy, ingeniero civil, fundador del grupo Sambil.  Podría calificársele como constructor en tiempos de crisis, ya que ninguno de los avatares políticos y económicos por los que ha pasado nuestro país, lo han desanimado en su propósito de invertir siempre en Venezuela.

Celina Bentata, varias veces laureada por su brillante carrera  de arquitecta. El Museo de Arte Contemporáneo  "Sofía Imber", de Caracas, realizó recientemente una exposición de su obra.


Los Científicos:

Gabriel Chuchani y Estrella Laredo, investigadores con larga trayectoria  en el Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC) han sido
galardonados con el Premio Nacional de Ciencias. Gabriel Chuchani, fue además designado, en 1986, el ex alumno más destacado de la Universidad de Tulane y ese mismo año recibió mención  honorífica del premio Mundial de Ciencias " INST. Albert Einstein".

Boris Drujan y Miguel Laufer fueron directores del IVIC.

Gonzalo Benaím Pinto, farmacéutico y químico, fue un investigador y docente ejemplar y un permanente luchador por la calidad de la educación en Venezuela.

Los Judíos en las Letras, las Artes y el  Espectáculo:

Resaltan, por el reconocimiento nacional a su obra y trayectoria, los nombres de Isaac Chocrón, Premio Nacional de Teatro, Sofía Imber, Premio Nacional de Artes Plásticas,

Elisa Lerner,Premio Nacional de Literatura y Alfredo Roffé, Premio Nacional de Cine.

En la música se encuentran los nombres de Reinaldo Hahn, el compositor del romanticismo del siglo XIX, que emigró a París desde su Caracas natal.

Flor Roffé de Estévez, creadora de un  importante método de enseñanza musical para niños.

Emil Friedman, fundador y director del Colegio  que lleva su nombre y que combina la educación formal con la musical.

Harriet Serr, gran pianista y maestra de varias generaciones de pianistas.

Alfredo Hollander, maestro de la mayoría de  nuestros cantantes líricos.

Jacques Braunstein, que ha contribuido como nadie, a la difusión y comprensión del jazz en el país.

En el mecenazgo musical, la Fundación Carlos y Alegría Beracasa ha tenido una actuación de gran alcance.

El teatro venezolano no sería lo que es sin la contribución extraordinaria de Juana Sujo, judía nacida en Argentina como  Juana Sujokovich. Al aporte que han hecho a la dramaturgia

Carlos Alberto Montaner 


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1 comentario:

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