Las elecciones municipales que habrán de
efectuarse el próximo 8 de diciembre tienen particularidades especiales,
distintas a cuantas se han realizado hasta ahora en Venezuela: Confrontan el
modelo de Estado Constitucional con municipios autónomos frente el modelo
comunal que propone sustituir al Municipio por la Comuna; los candidatos de la
MUD van a sabiendas que atraviesan un berenjenal; los elegidos de la MUD saben
que la gestión será para voluntades heroicas por las dificultades que les
opondrá el gobierno. Y los candidatos del PSUV saben que la orden es llevar al
Municipio autónomo y democrático al degüello.
Los socialistas no creen en la autonomía de
ninguna otra institución que no sea el partido, y tratarán de ganar los
municipios que puedan para continuar la liquidación de la institución más
democrática en la organización política del país. No cabe el Municipio en un
modelo de participación tutelada propia de la autocracia que se impone en
Venezuela, porque la sumisión al centro es clave para la revolución y su
permanencia. Todo debe ser controlado y sometido a la voluntad de la jauría
gobernante. Los candidatos del PSUV no podían ser elegidos por las bases sino
seleccionados cuidadosamente por los jefes nacionales, para que sean vasallos
obedientes y sumisos ejecutores de las órdenes superiores. Su misión en los
municipios no será la correcta administración de los asuntos locales, ni la prestación
eficiente de los servicios públicos sino la liquidación de la estructura
política más antigua, más universal, raíz de la República y escuela de gobierno
justamente porque estorba.
Los candidatos de la MUD deben tener esto
bien claro; por ello, a la oferta electoral sobre necesidades, aspiraciones y
problemas colectivos deben colocar la defensa de la autonomía municipal, que es
la expresión local de la libertad política. Una organización nacional de
alcaldes y concejales electos de la MUD será indispensable para mantener la
coherencia en la acción política de los escogidos por el pueblo, y asegurar
gestiones exitosas aún en medio del clima más inhóspito, la confortación más
desleal, el arrebato de los gobiernos nacional y estadales de las competencias
y de los recursos.
Van a una contienda que se juega en dos
planos: el local, donde el liderazgo de cada quien juega, como también el
equipo; y el nacional, suerte de plebiscito sobre la ilegitimidad de Maduro y
la razón de Capriles. Es una confrontación en la que una vez más se enfrentará
David contra Goliat, la oposición va contra todo el Estado incluido el CNE, el
ejército, la policía, el funcionariado, el chantaje, el abuso del poder y la
repartición de dinero; más incluso que el pasado 14 de abril.
Los venezolanos vamos una vez más a unas
urnas secuestradas a ejercer el derecho al voto personal, secreto, valiente,
libre. Pase lo que pase, tendremos que dar testimonio de ciudadanía, de
compromiso con Venezuela, con nosotros mismos y con nuestros hijos. Que la
Inmaculada Concepción, cuya festividad es justo el 8 de diciembre, no proteja.
morochodos@gmail.com
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