Decía Wilfredo Pareto que el carácter de la
sociedad es, ante todo, el carácter de sus elites.
No tuvo mucha suerte Pareto, como tampoco la
tuvieron Max Weber o Gaetano Mosca cuando del nivel puramente conceptual de sus
teorías sobre las "clases dirigentes" tuvieron que descender al plano
de la constatación factual.
Esta suerte de idealismo pragmático que
animaba a los neoliberales europeos de principios de siglo no llega a
desembocar en la acción en el momento esperado y tuvo que resignarse a
permanecer en el limbo de las formulaciones inefectivas hasta pasada la guerra
fría. Tiempo en que irrumpió con toda su energía en las economías de mercado.
De hecho, si alguna tendencia subyacente ha
pesado con fuerza y -posiblemente para mal- en el debate ideológico
contemporáneo ella es, sin lugar a dudas -la del igualitarismo- que es
obviamente la negación de todo elitismo, no importa cuan democrático o liberal
se presente.
Sin embargo, esa impotencia practica no
invalida la lucidez ni el contenido de verdad que puedan tener los desarrollos
políticos antes mencionados. Porque es cierto, aunque parcialmente, que el
carácter de las elites determina el carácter de la sociedad, y porque es cierto
que lo que piensan promueve y realizan ciertos hombres a todos los niveles del
acontecimiento humano, configura el marco de referencia ideal y material de una
sociedad situacionalmente analizada.
Viene al caso todo lo anteriormente señalado,
en función de lo que ocurrió en las pasadas elecciones. El país decidió de
nuevo cambiar a sus dirigentes. El país siente la necesidad de abrirle paso a
una situación diferente, de eyectar del poder a un grupo político que se ha
caracterizado en sus ejecutorias por una imprudente y manifiesta soberbia, que
pretendió venderle a los venezolanos en envoltura cara, baratijas; Los
resultados están a la vista.
Ello ha generado una vez mas la aparición de
personajes que, con cantos de sirena, tratan de embelezarnos de nuevo, se
ofrecen como los poseedores de la salvacion, de un nuevo dialogo, pero ojo que
detras de eso, hay mas de lo mismo.
Es aquí donde se presenta de nuevo la
tendencia subyacente; El explotar el igualitarismo como formula a costa de lo
que sea. , el triunfo de Henrique Capriles, a estas alturas luce inobjetable y
por ello ante seducciones de falsos dialogos hay que defenderlo.
Caro hemos pagado el empeño de querer hacer
desaparecer a los partidos politicos, (que no a los dirigentes corruptos e
inecrupulosos) que aunado a la frustración natural de los dolientes principales
por el tremendo desastre de aquellos en quienes confiaron dandoles un cheque en
blanco, se agrega también la frustración de todos los venezolanos afectos a la
democracia, y a quienes el fracaso de aquellos le significa un inmenso costo de
confianza en el sistema democrático de gobierno. Es este sentimiento, en conjunción
con el uso de la promesa de igualitarismo sigue siendola principal arma de
quienes nos pretenden vender nuevamente baratijas en envoltorio caro y que
definitivamente debemos combatir a cualquier costo.
Una nueva perspectiva se abre para Venezuela.
Creo superada la fase meramente emotiva y
experimental de este sistema pseudo democrático ya convertido en vulgar parodia
de dictaura barata y degradante.
Creo necesario decantar, corregir,
perfeccionar las estructuras Institucionales del sistema. Creo necesario reunir
detras de Henrique Capriles, las voluntades mas firmes, las capacidades mejor
probadas para hacer del Estado un agente eficaz y eficiente de desarrollo y de
bienestar social.
Creo que la democracia sin un contenido
económico resulta una farsa.
Creo que el estado de derecho es, una
palabreja vacua, sin la presencia y la participación (no reparticion) efectiva
de las mayorías en la producción y en los beneficios del ingreso. Y esto, no
tiene nada que ver; ni con el igualitarismo, ni con el populismo socialistoide
que algunos pregonan por allí sin darse cuenta que ser perfectamente igual
desde el punto de vista del derecho, no implica un reparto igualitario de la
riqueza, que al final solo genera una pobreza inversamente proporcional a la base
de repartición.
Venezuela es un galimatías que es necesario
recomponer en términos de lógica y justicia, y hay que confesarlo: Creo que
este es un trabajo mas de todos nosotros, que de los políticos.
Amanecerá y veremos.
rlander48@yahoo.com
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