martes, 14 de mayo de 2013

ROMULO LANDER, ESO CREO

Decía Wilfredo Pareto que el carácter de la sociedad es, ante todo, el carácter de sus elites.
No tuvo mucha suerte Pareto, como tampoco la tuvieron Max Weber o Gaetano Mosca cuando del nivel puramente conceptual de sus teorías sobre las "clases dirigentes" tuvieron que descender al plano de la constatación factual.
Esta suerte de idealismo pragmático que animaba a los neoliberales europeos de principios de siglo no llega a desembocar en la acción en el momento esperado y tuvo que resignarse a permanecer en el limbo de las formulaciones inefectivas hasta pasada la guerra fría. Tiempo en que irrumpió con toda su energía en las economías de mercado.
De hecho, si alguna tendencia subyacente ha pesado con fuerza y -posiblemente para mal- en el debate ideológico contemporáneo ella es, sin lugar a dudas -la del igualitarismo- que es obviamente la negación de todo elitismo, no importa cuan democrático o liberal se presente.
Sin embargo, esa impotencia practica no invalida la lucidez ni el contenido de verdad que puedan tener los desarrollos políticos antes mencionados. Porque es cierto, aunque parcialmente, que el carácter de las elites determina el carácter de la sociedad, y porque es cierto que lo que piensan promueve y realizan ciertos hombres a todos los niveles del acontecimiento humano, configura el marco de referencia ideal y material de una sociedad situacionalmente analizada.
Viene al caso todo lo anteriormente señalado, en función de lo que ocurrió en las pasadas elecciones. El país decidió de nuevo cambiar a sus dirigentes. El país siente la necesidad de abrirle paso a una situación diferente, de eyectar del poder a un grupo político que se ha caracterizado en sus ejecutorias por una imprudente y manifiesta soberbia, que pretendió venderle a los venezolanos en envoltura cara, baratijas; Los resultados están a la vista.
Ello ha generado una vez mas la aparición de personajes que, con cantos de sirena, tratan de embelezarnos de nuevo, se ofrecen como los poseedores de la salvacion, de un nuevo dialogo, pero ojo que detras de eso, hay mas de lo mismo.
Es aquí donde se presenta de nuevo la tendencia subyacente; El explotar el igualitarismo como formula a costa de lo que sea. , el triunfo de Henrique Capriles, a estas alturas luce inobjetable y por ello ante seducciones de falsos dialogos hay que defenderlo.
Caro hemos pagado el empeño de querer hacer desaparecer a los partidos politicos, (que no a los dirigentes corruptos e inecrupulosos) que aunado a la frustración natural de los dolientes principales por el tremendo desastre de aquellos en quienes confiaron dandoles un cheque en blanco, se agrega también la frustración de todos los venezolanos afectos a la democracia, y a quienes el fracaso de aquellos le significa un inmenso costo de confianza en el sistema democrático de gobierno. Es este sentimiento, en conjunción con el uso de la promesa de igualitarismo sigue siendola principal arma de quienes nos pretenden vender nuevamente baratijas en envoltorio caro y que definitivamente debemos combatir a cualquier costo.
Una nueva perspectiva se abre para Venezuela.
Creo superada la fase meramente emotiva y experimental de este sistema pseudo democrático ya convertido en vulgar parodia de dictaura barata y degradante.
Creo necesario decantar, corregir, perfeccionar las estructuras Institucionales del sistema. Creo necesario reunir detras de Henrique Capriles, las voluntades mas firmes, las capacidades mejor probadas para hacer del Estado un agente eficaz y eficiente de desarrollo y de bienestar social.
Creo que la democracia sin un contenido económico resulta una farsa.
Creo que el estado de derecho es, una palabreja vacua, sin la presencia y la participación (no reparticion) efectiva de las mayorías en la producción y en los beneficios del ingreso. Y esto, no tiene nada que ver; ni con el igualitarismo, ni con el populismo socialistoide que algunos pregonan por allí sin darse cuenta que ser perfectamente igual desde el punto de vista del derecho, no implica un reparto igualitario de la riqueza, que al final solo genera una pobreza inversamente proporcional a la base de repartición.
Venezuela es un galimatías que es necesario recomponer en términos de lógica y justicia, y hay que confesarlo: Creo que este es un trabajo mas de todos nosotros, que de los políticos.
Amanecerá y veremos.
rlander48@yahoo.com

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