El incendio del Reichstag fue el hecho que le
sirvió a Hitler para instalar la dictadura que llegaría a ser la más
despiadada, violenta y genocida el siglo XX. Contrariamente a quienes algunos
afirman, Hitler no llegó al poder democráticamente, por los votos, sino a
través de maniobras políticas e irrespeto absoluto del derecho.
El incendio del Reichstag |
Durante la República de Weimar, la Alemania
democrática surgida después de 1918, hubo toda una serie de elecciones durante
las cuales fue creciendo la fuerza del partido nazi. Las últimas elecciones
democráticas para elegir a los parlamentarios del Reichstag se realizaron el 6
de noviembre de 1932, después de que el Canciller Franz von Papen había
disuelto el Parlamento. Hitler y los nazis necesitaban obtener una mayoría
absoluta para promulgar una ley habilitante que le permitiera a Hitler, una vez
nombrado Canciller, legislar a su antojo para asegurar permanencia indefinida
en el poder e instaurar un totalitarismo. Para desgracia del partido nacional
socialista, el resultado de esas elecciones les fue muy adverso: perdieron 34
escaños y quedaron muy lejos de obtener la mayoría que deseaban, tan sólo
tenían una mayoría relativa del 33%.
Una coalición de los demás partidos les
habría hecho la vida imposible en el Parlamento, aunque tal coalición lucía
casi imposible ya que el partido comunista había obtenido 100 escaños y no se
pensaba que los socialistas, con 121 escaños estuvieran dispuestos a pactar con
sus odiados rivales.
A través de manejos políticos con Von Papen y
con el Presidente von Hindenburg, Hitler logró que éste lo nombrara Canciller,
y el líder nazi formó un gobierno de coalición con partidos de derecha, a base
de hábiles negociaciones cuyo resultado fue que sólo había dos ministros nazis
en el gabinete, pero uno de ellos, Göring era ministro del interior de Prusia,
con lo cual tenía el control de Berlín. Hitler se dio cuenta de inmediato que,
por vía democrática, no iba a obtener el poder absoluto que tanto anhelaba.
Tenía que dar un golpe.
En la noche del 27 de febrero de 1933 se
produjo el incendio del Reichstag. Hitler y Göring llegaron casi de inmediato
al edificio del Parlamento y al hallar a Marinus van der Lubbe, un obrero ex
comunista holandés, culparon del incendio a los comunistas. Göring, como
ministro del interior de Prusia mandó a arrestar a los líderes del partido
comunista en Berlín. Van de Lubbe fue luego juzgado y condenado a muerte pero,
dos comunistas búlgaros, imputados junto con él, fueron absueltos, lo que causó
gran rabia de las nazis.
La gran maniobra política de Hitler consistió
en lograr que el presidente Paul von Hindenburg firmara el Decreto del Incendio
del Reichstag mediante el cual se abolían casi todas las disposiciones sobre
derechos fundamentales consagradas en la Constitución de la República de
Weimar, de 1919. Se procedió a disolver tanto al partido comunista como al
socialista y pronto se llegaría a un régimen con un solo partido, el nazi.
Hitler necesitaba urgentemente una ley
habilitante y para ello hacía falta una mayoría calificada, superior a la
absoluta. Había logrado que von Hindenburg convocara a elecciones para el 5 de
marzo de 1933. En ellas no pudieron participar los miembros del partido
comunista que, en su mayoría, habían sido detenidos. El partido nazi sólo
obtuvo el 44% de los votos que, unidos al 8% de su partido aliado, el
nacionalista DNVP, sólo le daba el 52% del parlamento, lo que era insuficiente
para aprobar una ley habilitante. Logró convencer, con falsas promesas al
partido del Centro, de tendencias cristianas y, con ello, más la violencia
contra los parlamentarios del partido socialista, lograron aprobar la ley
habilitante que convertía a Hitler en virtual dictador. Pronto quedaron
disueltos todos los partidos, quedando como único partido el nacional
socialista.
Lo que sucedió después en lo que se llamó el
Tercer Reich es historia conocida. La dictadura que debía durar mil años tuvo
su fin en 1945 con el triunfo de los aliados en la Segunda Guerra Mundial.
¿Por qué hablar del incendio del Reichstag en
abril de 2013? ¿Es que acaso puede haber otra acción criminal semejante en
América Latina? Dudo que algún gobierno se atreva a incendiar el parlamento
para achacarlo a la oposición. Sin embargo, vemos maniobras que parecen seguir
un camino similar al de Hitler para que gobiernos totalitarios se perpetúen en
el poder y acaben con la democracia. Aparecen maniobras como las de rechazar
reclamos legítimos de la oposición frente a resultados electorales puestos en duda,
frente a violaciones a la libertad de opinión y expresión, frente a ventajismos
intolerables, frente a intentos de acabar con la descentralización, frente a la
violencia, frente a la impunidad de los delincuentes, frente a la corrupción
etc. Esas maniobras consisten en afirmar que quienes se oponen, quienes
reclaman frente a las violaciones de sus derechos cometen el delito de
instigación de actos violentos y quien sabe cuantos más se le ocurran a la
Fiscalía del Ministerio Público a pedimento del gobierno o de la bancada
oficialista en el parlamento. Hay quienes quieren callar a la oposición,
someterla, arrestando y enjuiciando a sus dirigentes por delitos que no ha
cometido. Es ese el tipo de incendio que amenaza a países de América Latina.
figueredo.carlosar@gmail.com
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