Vivimos dentro de una sociedad individualista
y materialista, las nuevas generaciones han crecido con pocos valores, sin
diferenciar entre lo que está bien y está mal, escasos de atención y con poco
estimulo de su autoestima. Tentados por las drogas, víctimas de la violencia y
los delitos. Este tipo de sociedad deshumanizada no promueve ni educa.
La responsabilidad es de todos, padres,
educadores, políticos, gobernantes y ciudadanos, tenemos que encontrar el
equilibrio entre lo económico y lo social, entre la inversión y la educación,
entre el individuo y lo colectivo, entre los beneficios y los valores.
Esta tarea toma tiempo e implica claridad en
los principios, diálogo, compartir responsabilidades, establecer reglas y
respetarlas, acabar con la discriminación sea de carácter sexual, religioso,
política o racial.
Además de la familia el Estado tiene una gran
responsabilidad pública, debe dar el ejemplo, debe asumir su responsabilidad,
debe ser participativo y no excluyente, debe darle prioridad a su pueblo, a su
preparación, a la posibilidad de desarrollar su potencialidad.
Debe invertir en formación, en la paz, en la
reconciliación, en proponer trabajo digno y seguridad personal. Es necesaria
una voluntad política sincera de gobernar para los venezolanos y no para la
mitad de ellos.
Invertir en armas no es la solución, a menos
que se tengan otros intereses, invertir en lo social, en lo educativo, en el
respeto a las leyes y los valores, en crear fuentes de trabajo es lo que
verdaderamente permitirá cerrar las cárceles.
De no corregir el rumbo se destruirá la
posibilidad de convivir, mientras más tarde reaccionemos más hondas serán las
heridas y más difícil alcanzar la solución.
Vivimos en un mundo donde el “parecer” se ha
convertido en un valor y esto lo sufren todos los sectores de la sociedad, se
acusa mucho a los liberales pero eso también incluye al gobierno, que necesita
llenarse de símbolos exteriores para parecer revolucionario, el color rojo, la
expresión “bolivariano”, ser ordinario con el lenguaje, atropellar, insultar,
violar las leyes, el show televiso, suplen la falta de la claridad en los
conceptos y la escases de valores fundamentales.
En ocasiones la misma oposición se plantea
como prioridad el cambio de la forma de gobernar y la sustitución de los
actores, cuando es necesario ir más al fondo, hacia el rescate de nuestra
esencia como venezolanos, como demócratas y como seres humanos.
En Venezuela se están ganando elecciones
produciendo fidelidad con neveras, becas y limosnas, esto es posible porque
nuestra sociedad continúa basada en falsos valores, de nuevo el materialismo,
el beneficio inmediato o peor aún la necesidad.
Con tantos recursos económicos deberíamos
haber resuelto las diferencias sociales, pero la realidad nos demuestra que al
contrario estas han aumentado.
Estamos enfrascados en una guerra promovida
desde el gobierno, entre dos bandos de venezolanos, este utiliza los recursos
dotándose de armamento cada vez más destructor, a fin de garantizar la
permanencia en el poder, mientras que cada día aumentan las desigualdades.
La cínica realidad es que la prioridad
planteada es la supervivencia de un proyecto ideológico y no el bienestar de
nuestro pueblo.
El fondo del problema es la confusión de los
valores. Los que se están transmitiendo son venganza social, irrespeto a la
vida y a la propiedad del contrario, riqueza fácil, impunidad frente al crimen,
ambición, dominación e imposición por la fuerza, mantenerse en el poder por
cualquier medio, manipulación de la opinión pública y parecer muy
revolucionario vistiéndose de rojo, gritando improperios y apoderándose de la
riqueza de un país para ponerla al servicio de un partido y sus dirigentes.
Nuestro “país rico” genera cada día más
desilusión y miseria moral y económica. Cual imperio en decadencia hemos
perdido el profundo sentido de lo humano.
Reducidos a cifras, de muertos, de presos, de
secuestrados, de nuevas fortunas, de regalos millonarios, donde al hombre se le
desconoce su condición de individuo y persona a fin de convertirlo en una ficha
del colectivo revolucionario.
Los valores transcendentales inherentes a
nuestra condición de criaturas que participamos de la creación, son para
algunas ópticas materialistas valores de las elites.
Tenemos el deber de explicar a las nuevas
generaciones que “Ser” está por encima de “Parecer”, que “Ser” es condición
fundamental de nuestra condición de persona humana y que de ello se deriva el
respeto inalienable que merece nuestra dignidad.
En tanto que personas somos libres y dueños y
centro de nuestra realización personal, por lo tanto la sociedad debe estar
estructurada para respetar nuestra dignidad de personas humanas y no para
convertirnos en simples elementos de los cuales se puede prescindir. En
consecuencia ningún proyecto o filosofía política que de primacía al
individualismo o al bien material puede anteponerse a dicha dignidad.
Es importante distinguir aspectos
fundamentales para entender por qué rechazamos un proyecto comunista o comunal,
estamos claros que el bien común está por encima del interés individual pero
conceptualmente defendemos que ningún sistema colectivo está por encima del
valor que los seres humanos tienen en tanto que personas.
Desde lo propiamente antropológico, así como
desde el punto de vista metafísico el ser humano además de individuo único e
irrepetible es también persona, participa de la condición de “Ser” y de formar
parte de la creación y por ende del orden universal.
El hombre está formado de materia y de
espíritu o como quieran llamar eso que nos eleva de la criatura animal, el
concepto de persona no radica en la materia como si se explica la noción de
individualidad en las cosas corporales, tiene razones más profundas “la personalidad
tiene por raíz al espíritu”. “La personalidad es manifestación de la raíz
espiritual del hombre. Es lo que hace persona al sujeto humano y no sólo
individuo material, pues en ella residen tanto la individualidad material como
la personalidad espiritual, constituyendo, de este modo, un mismo y único ser”.
(Jacques Maritain 1968).
El hombre debe encontrar en la sociedad la
posibilidad de ser parte de ella como un todo, si el modelo propuesto no lo
permite, ese modelo debe ser rechazado por ser contrario a nuestra condición de
seres humanos, luchar hasta con la vida se justifica por que la opción
contraria ya es la negación de lo que somos. El ser humano está creado con una
dimensión que le permite superarse, él puede controlarse a través de la
inteligencia y de la voluntad, dentro de si se encuentra una fuerza espiritual
superior que se manifiesta a través del conocimiento y del amor.
Tenemos la obligación de afirmar que no todo
es válido, que no puedes permanecer indiferente o como cómplice, que no puedes
convertirte en delincuente por beneficios económicos o por mantener el poder,
que los negocios no pueden estar por encima de la respetabilidad, de tus valore
y principios. Que no puedes vender tu alma por 30 monedas, porque de que sirve
conquistar el mundo si pierdes la luna y las estrellas.
El bien común temporal debe estar en
consonancia con los fines superiores inherentes a nuestra condición de seres
humanos, de personas, dotados de una trascendencia que va mas allá de lo
terrenal.
Ex Cónsul de Venezuela en Paris
Presidente
de Venezuela-Futura, Francia
nelsoncastellano@hotmail.com
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