miércoles, 2 de enero de 2013

CAROLINA JAIMES BRANGER, LA VENEZUELA POSIBLE

Cada vez que conozco más sobre El Sistema de Orquestas me convenzo más de que la Venezuela que sueño es posible.  Allí hay excelencia, orden, disciplina, reconocimiento de méritos, trabajo, trabajo y trabajo, conceptos cada día más ajenos a un país que se ha acostumbrado a la mediocridad, a la improvisación y  al desorden
Hace un par de meses tuve el privilegio de asistir a un ensayo de la Orquesta Teresa Carreño dirigida por el Maestro Christian Vásquez. Cada vez que asisto a un concierto y que conozco más sobre El Sistema me convenzo más de que la Venezuela que sueño es posible.
En El Sistema hay excelencia, orden, disciplina, reconocimiento de méritos, solidaridad, rigurosidad, trabajo, trabajo y trabajo, conceptos cada día más ajenos a un país que se ha acostumbrado a la mediocridad, a la improvisación, al desorden, a premiar el malandraje, a desconocer la presencia del otro, a hacer las cosas a la machimberra y sobre todo, a desvalorizar el concepto de trabajo.
Vamos, maderos sin fagot… un, dos, un, dos tres y… Está mejor, pero lo quiero más afinado: vamos con el último la, do… ahora con el último agudo…
Yo estaba extasiada. Aquellos muchachos –entiendo que el promedio de edad de la Orquesta no llega a veinte años- llevaban casi tres horas ensayando y cada vez lo hacían mejor.
Ahora todas las maderas y fagot, un dos, un dos, tres, y… ¡Toquen el mi agudo! Un, dos, u, dos tres y… Mejor…
¿Mejor? ¡A mí me sonaba maravilloso! Tóquenlo como está escrito… Noten la pequeña aspiración cuando dice mi, do, la re… Otra vez, vamos…
Christian Vásquez marcaba el ritmo con las palmas: pa, pi, pa, pa, pa… ¡son dos corcheas! Exigente y a la vez inspirador: por favor, muchachos, que tenemos una gira muy importante. Todos disciplinados. O trabajamos duros o suspendemos la gira…
Esto último me encantó: “trabajamos”. En plural. Todos juntos. No es que “ustedes trabajan y yo no”, o que “yo trabajo y ustedes no”.
Pendientes con el curso, un, dos, tres, un, dos… ahora piano. Que se escuche pi-ra, pi-ra, pi-ra, piron, piron, pi-ra. Un, dos, un, dos y… ¡Acento! Cornos, ¡más fuerte!
Para ese momento ya no me quedaba duda de que la meta del Maestro Vásquez era la perfección.
Solo metales: un, dos, tres, un, dos…
Cornos, ¡vamos!
Una buena orquesta es el producto de la sincronización maravillosa de todos los instrumentos. Cualquier falla se nota.
Cornos, ¡más fuerte! Timbal, en 88 tiene un acento en la primera corchea… ¡Otra vez! Con más acento en el uno… No, no, no… ¡una vez más! Un, dos, un, dos, tres y…
Una vez leí que si las palabras fueran notas musicales, se sentirían las mentiras como notas falsas. No sé quién lo dijo, pero es una verdad del tamaño de una catedral. Nada puede construirse con mentiras, ni sobre mentiras.
Faltó el segundo acento. Necesito más acento en la corchea, no en la negra.
Unos maníes volaron por encima de las violas. Fue el único signo de una muchachada… Aquellos jóvenes maestros se tomaban en serio que se trataba de alcanzar la excelencia o nada.
Un momento la madera, por favor. Vamos a tener cuidado aquí con esta corchea. Tíi-do-da, tíi-do-da.
Pensé en cuán buena y distinta sería Venezuela si todos pusiéramos aunque fuera la décima parte del empeño que ponían estos jóvenes músicos en todas las cosas lo que hacemos.
En 111 tocan unos fagots, ¿quiénes son? Una vez más…
Ya llevaban cinco horas ensayando, pero nadie se quejó, nadie se veía cansado. Estaban concentrados y dedicados a dar lo mejor de sí, a que aquella sinfonía sonara como tocada por ángeles.
Cuerdas, por favor, 98… Pam, pam… ¡No!... ¡Una vez más!
Y los muchachos tocaban otra vez. No, no… otra vez, vamos, con más acento en el uno… No, vamos, una vez más…
Yo sentía que habían alcanzado la perfección… Violines, toquen un momento 113 con la cruz… ¡Bien! Ahora todos los violines… ¡más claro!
Me equivoqué: la perfección estaba mucho más allá:
Oboe, tuba, 93, por favor. La cortesía siempre por delante.
Ahora saxofón y fagot… ok… primera nota… Tocamos todo 88 con las cruces… Cuerdas, compás 120. Batería, recuerda los acentos…
Mi deseo para 2013 es que nos veamos en el espejo de nuestro Sistemas de Orquestas y juntos produzcamos la más maravillosa de las melodías, como aquella tarde lo hizo la Orquesta Teresa Carreño.
@cjaimesb

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