La primera prueba de fuego para la
determinación militar tiene fecha; el próximo 10 de enero debería juramentarse
el nuevo presidente. A pesar del secretismo oficial sobre la salud del
presidente electo, se espera que Chávez no se haga presente. En corrillos
políticos se augura un acuerdo para declarar la falta temporal del presidente,
lo que abriría un plazo de 90 días, prorrogable una sola vez, para que Chávez
se incorpore al cargo o, ante su ausencia definitiva, se convoquen nuevas
elecciones.
Perduran algunas dudas sobre el procedimiento
—de hecho, ya se han presentado dos solicitudes de interpretación
constitucional ante el Tribunal Supremo, purgado esta misma semana de sus
últimos siete magistrados impredecibles o indóciles para el Gobierno—. Pero todo
debe transcurrir en Paz: si la incertidumbre da paso a desórdenes callejeros,
los militares pueden verse obligados a intervenir. Pero sería una vía
contundente por los demócratas de la Nación.
Esta eventualidad temida por todos, podría
ofrecernos fracturas dentro de las filas castrenses, como ocurrió en abril de
2002, durante el breve golpe que sacó a Chávez del poder durante 47 horas.
“Entre los militares actúan distintos grupos que no necesariamente están en
contacto entre sí o tienen intereses convergentes”, advierte inteligentemente
la experta Rocío San Miguel.
La otra gran incógnita tiene que ver con la
Milicia Bolivariana. Con 120.000 miembros, armamento ligero y pobre
organización, no es rival para ningún otro cuerpo profesional. Pero se
constituyó por mandato del presidente Chávez y se ve a sí misma como una
guardia pretoriana del proceso. Mal pagada, pero cargada de pasión ciega.
Aliada a los extremismos chavistas, tendría condiciones que imponer en un
conflicto que recién se niega a iniciarse.
¿La sindéresis y la razón prevalecerán? El
orden constitucional conviene a civiles y militares, las características de
países que entre el 2011 y 12, cayeron en una trifulca asesina, solo produjo
muertes e intervención internacional. Lo cual, estos militares institucionales
no se prestaran a tanta estupidez pensamos los dedicados a velar por la opinión
política de la Venezuela de hoy.
Recién inicia la cuenta regresiva, el diez de
enero llama al orden político de La Venezuela. La encrucijada llega sin temor a
nadie; los factores agrupados por ideologías, tendencias e intereses no
tuvieron vacaciones decembrinas par darle formalidad a los acontecimientos. El
País, para desgracia de todos, sigue el gran circo de los politicastros mientras el impacto económico no tarda en
aparecerse para ahondar más el escenario nacional 2013.
Las afecciones a los entendimientos están
presentes, agotando las vías de escape a un choque de trenes en la política
venezolana. Bajar la presión social es de estadistas de altura, cuyos intereses
no son los arboles, sino el bosque en su globalizad Resulta preocupante que estos están en la
oposición resaltando que en muy pocos de
estos, que procuran en base al manejo que da la experiencia aclarar los
escenarios y manejar la situaciones por venir.
joseponschene@hotmail.com
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